Una semana, un poeta: Harold Alvarado Tenorio

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Harold Alvarado es un hombre de controversias, incrédulo de los mitos y opuesto a las convenciones sociales. Su poesía, no importa donde se encuentre siempre tiene algo de polémica.

fotografía de Harold Alvarado Tenorio

Biografía

Harold Alvarado Tenorio es Doctor en Letras por la Universidad Complutense y Director del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional de Colombia. Es Presidente de la Fundación Arquitrave y director de la revista y editorial del mismo nombre. Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Internacional de Poesía Arcipreste de Hita. En 2005, durante el XIII Festival Internacional de Poesía de Bogotá, se le brindó un homenaje a su vida y obra, la cual ha sido traducida al inglés, francés, italiano, griego, chino, alemán, rumano, búlgaro y portugués.

Harold Alvarado es un hombre de controversias, incrédulo de los mitos y opuesto a las convenciones sociales. Su poesía, no importa donde se encuentre siempre tiene algo de polémica. Nunca le han gustado las prohibiciones ni las limitaciones, para él no existen puertas de acceso restringido. Quizás por esto en su infancia y adolescencia fue “un mal estudiante” porque aunque tenía muchos conocimientos aun si era un infante, nunca pudo apegarse a las normas disciplinarias de los planteles educativos, siempre fue indisciplinado y rebelde. En la Universidad, tal vez, por el espíritu libre que maneja este tipo de institución, todo fue distinto. Curso su Licenciatura sin ningún problema y luego se fue a Madrid a hacer su doctorado.

Estos aspectos de la conducta de Harold y de su personalidad, seguirán presentes hasta hoy en todo su quehacer literario. A muchos ha escandalizado con sus poemas y ensayos, sobre todo con los eróticos. Porque para este bugueño, la poesía también es placer. Y así lo manifiesta en los surcos de sus libros donde discute y, lógicamente, cuestiona la carga de culpa y censura que tiene lo erótico dentro de la sociedad, un libro suyo que maneja muy a fondo este tema es Recuerda Cuerpo. Así no solo con libros como éste, sino con todos sus poemas, ensayos, notas periodísticas y hasta con sus comentarios se ha convertido en una de las personalidades más polémicas de la literatura colombiana y de aquel grupo que él mismo bautizó como “La Generación de los Desencantados”, compuesta toda por contemporáneos suyos.

Alvarado Tenorio es de esas personas apasionadas por su oficio, se levanta a las cuatro de la mañana para estar listo, sentado en frente a su computador, como un aficionado del ejercicio de escribir. Aun a sus años confiesa que sigue siendo maoísta, aunque sus amigos -según comenta- lo molestan diciéndole que es de derecha. “A partir de la literatura y los periódicos siempre he criticado la burguesía colombiana y a los políticos corruptos. Además de otras cosas que nos toca vivir y que me parecen horribles”. Es la libertad lo que siempre lo ha caracterizado, que lo ha llevado a expresarse sin tapujos y sin más miramientos, una forma de ser que ha venido buscando desde sus primeros años en la escuela, la misma ansia de libertad que lo ha llevado a vivir en diversos lugares del mundo, en México, Berlín, Nueva York, Roma, Estocolmo, Madrid y hasta en Beijín, situación que ha contribuido el universo cultural de su obra. Ha sido reconocido por ser el traductor de varias obras de poetas como Kavafis, Elliot, Brodsky, Heaney y algunos poetas chinos.

Harold Alvarado ha sido considerado por muchos como recuperador de la fuerza de la poesía colombiana, por su gran elocuencia y por su pujanza crítica bastante contrariada. Su obra está influenciada, en gran manera, por Borges uno de sus autores favoritos, pero también por Sartre como él mismo lo ha reconocido. Otro de sus pasatiempos influyentes es el buen cine, la pantalla gigante lo seduce, la culinaria es otra de sus pasiones, a veces abandona las letras por la cocina, aunque  tiene un estilo particular, no cocina con sal, ni con azúcar por salud y por buen gusto. Además alterna todo esto con el oficio de educador, trabajo que ha desempeñado en varias universidades nacionales e internacionales.

Se ha dicho de Harold que tiene una singular manera de vivir, siempre en el límite de lo real y de lo soñado, convirtiendo su elocuencia verbal en un casi ascético ejercicio de condensación, recordándonos en sus versos exactamente lo que nos recuerda con su presencia, que cada instante de nuestra vida, a veces vacía, a veces carente de sentido, es el fragmento de una misteriosa fiesta posible, abierta por igual al exceso y a la armonía, en la que está a punto de ocurrir lo nunca visto, lo nunca gozado, lo nunca sufrido. Harold Alvarado Tenorio es un poeta en ese sentido singular, alguien cuya presencia es siempre memorable, cuyo lenguaje es siempre inquietante, cuya alianza de vitalidad y pasión arrebata la vida a la prisión de los relojes y pone en ella siempre un color nuevo, un sabor y un matiz para los que no bastan las palabras del hábito.

POEMAS

Anotaciones

Dulce enemiga

que llevas al hombre

más allá de sí mismo.

Adoro tus perfecciones

y tus fulgores sobre mi cuerpo helado.

Recorres a zancadas

los cielos -nada apacibles-

y las estrellas incesantes

y las estrellas quietas.

Bella al alba y al crepúsculo

dueña de la vida

todo te magnifica.

Ante vosotros llego

soberanos de la gran ramera

con la vieja segadora de vidas.

Otorgadle,

como a los secuaces del gran negocio,

pasteles y agua y aire

y una casa solariega en Manhattan.

Retrocede, Sui,

viejo cocodrilo

no me acometas

vete

no cortarás mi juventud.

Mis versos

como cuchillo de pedernal,

mis versos

como muelas de joven caballo,

destruirán tus ojos y tu boca.

Café Blanche

Creyendo que la mejor cura contra la melancolía

eran esas superficies radiantes y abiertas

fuiste hasta las memorables ruinas

y viste la estatua de basalto

que del cuerpo de Antonio hicieron.

Grecia era el testimonio, bajo esa copiosa

y virulenta luz, de cómo solo lo externo

tiene propia existencia.

Ética y belleza

eran una y lo mismo.

Tallar el cuerpo era

tallar también el alma.

Curar el odio a si mismo

era curar la soledad.

De vuelta a casa, liberado ya del pasado,

con aquellas camisas de colores chillones,

tus negros pantalones de tres prenses,

tus zapatos puntiagudos y habaneros,

el desnudo pecho mostrando la cadena

de oro macizo y los cinco medallones

entrabas al Blanche y pasabas las noches

bebiendo cubatas y quemando porros.

Todas y todos eran tuyos.

Te enamorabas, sin duda.

Amabas tanto los ritos de la carne,

su lenguaje y sus palabras

que incluso ahora, cuando escribes,

no sientes, tampoco, interés alguno

por el «acto final».

Pericles Anastasiades, el año de 1895

                                           Para Raúl Lecuona Rodríguez

Vagos, son ya, los rostros de su rostro

vaga, también, la forma de sus manos

lejos, está, su aliento de mi boca

su pequeña estatura

sus quince años

Sólo un ayer ocupa mi memoria

nuestro pequeño amor

nuestro pequeño mes

hace diez lunas

De repente

en la alta noche

tus ojos, de púrpura vestidos,

tus labios

labios de un amor apresurado

tus largos brazos

brazos de inolvidable carnadura

aparecen

¡Cuánto he perdido buen Dios

Cuánto he perdido!

Equipo de Redacción

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