Yolanda Castaño: «Me lo he jugado todo por la poesía, lo he dado todo por ella»

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La poeta Yolanda Castaño, ganadora del Premio Nacional de Poesía 2023, cerró el pasado jueves el 9º ciclo literario La dignidad de la palabra en el Gran Teatro de Elche.

Foto tomada del Facebook de Yolanda Castaño

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la literatura y, especialmente, de la poesía?

De muy niña. No me recuerdo no escribiendo. Los primeros poemas que me leyeron siendo muy, muy pequeña, me engancharon. Me hice fan de Gloria Fuertes, que era una poeta que salía en televisión, todo un ídolo para mí, y yo quería ser como ella de mayor. En la escuela nos pidieron como deberes hacer un poema sobre la primavera, y a mí aquello me resultó súper estimulante. En lugar de hacer un poema hice dos, mi maestra me llevó a la clase de al lado… Así es como hoy en día tengo el privilegio, la suerte y el sueño cumplido de viajar por el mundo con mi poesía, desde Asia, África, Europa, Latinoamérica… Pero nunca olvido que mi primer viaje de la mano de la poesía fue de 3ºA a 3ºB, cuando compartí con mis compañeros mis poemas con siete años de edad, y a partir de ahí me convertí en la poeta del colegio.

Además de Gloria Fuertes, ¿cuáles eran tus otros referentes?

Después de esa etapa infantil llegó la adolescencia, que es una etapa en la vas quemando los gustos muy rápidamente. Me enganché a Bécquer, me fascinó, pero muy pronto dejó de interesarme tanto. Me interesó más la Generación del 27, toda la poesía contemporánea escrita en gallego, Rubén Darío… También los latinoamericanos, César Vallejo… Cuando estaba en el último curso de la secundaria, justo antes de empezar la carrera, me enamoré de la poesía de Alejandra Pizarnik.

¿Cómo empezaste a publicar?

Cuando tenía 15 años me encapriché de un pantalón que era muy caro y no le quería pedir a mi madre los 90€ que, al cambio, costaba. Me presenté a un certamen de literatura a un solo poema, que daban de premio 100€, y lo gané. Con 15 años me compré los pantalones y a partir de ahí vinieron una serie de premios de poesía menores, a un solo poema, en ámbito escolar. Hasta que, ya con 17 años, me presenté a un certamen al que no había que enviar un solo poema, sino una colección de poemas, y el premio incluía la publicación del libro. Así empecé a publicar. 

¿Cómo sientes que ha evolucionado tu poesía desde esos inicios hasta hoy?

Cuando eres joven hay una ansia de demostrar todo aquello que sabes, todo tu bagaje, todas tus lecturas. Supongo que es una manera de probar que puedes estar a la altura. Es parte de esa eterna lucha por intentar convencer a los demás y por demostrar que vales la pena. Con el tiempo vas puliendo todos esos elementos más superfluos y quedándote con lo esencial. Creo que depuré a nivel formal mi poesía, pero no a nivel conceptual, donde no se simplificó para nada. Quizá al contrario.

La lengua gallega es un pilar fundamental de tu obra, pero también publicas en castellano. ¿Cómo has gestionado el proceso de traducción de tu obra?

Realmente escribo sólo en gallego, pero luego me autotraduzco. Originalmente siempre escribo en gallego, que es la lengua que escogí como lengua literaria, como un pintor escoge el óleo y otra pintora la acuarela. A mí el material que me interesa es el gallego. Lo que pasa es que después de esas ediciones originales que salen para Galicia, me autotraduzco al castellano. Ese ejercicio me resulta creativamente estimulante. 

¿También te interesa la traducción de otros autores, verdad?

Sí, más allá de mi propia autotraducción, me gusta la traducción en general. Es un ejercicio que me parece fascinante, también aprendo mucho con él. No sé cómo puede uno formarse como poeta, pero seguro que traducir es un buen ejercicio. Creo que se parece a despiezar un reloj y volver a armarlo: aunque sobre una piecita, tienes que conseguir que siga funcionando. De esa manera escudriñas el funcionamiento de un poema propio o ajeno.

¿Hay elementos especialmente difíciles de traducir?

La poesía es el género literario donde el contenido es el contenido y la forma también es el contenido. ¿Entonces, cómo mudar la forma sin que se resienta el poema? Ahí está el quid de la cuestión de la traducción. No puedes obsesionarte con imitar, copiar exactamente la misma música del original. Va a ser necesaria otra música en el nuevo idioma, pero debes tratar de reproducir el efecto que la original dejó. En lugar de pensar tanto o sentirme constreñida por las posibles limitaciones, creo que es mejor pensar en todas las posibilidades que se nos pueden abrir. Yo disfruto mucho autores y autoras extranjeras y lo hago gracias a la traducción. Hay que apostar por ella. 

Como gestora cultural, ¿qué importancia ves en la creación de espacios dedicados a la literatura? 

Tienen un papel muy importante, no sólo para los autores y autoras, que desde luego también, pero crean un caldo de cultivo entre el público, las lectoras y lectores. Cuando creamos, por ejemplo, ciclos como La dignidad de la palabra que ha creado el grupo Frutos del tiempo, ¿eso para qué sirve? Pues para que en Elche haya un caldo de cultivo para la poesía. Si la semana que viene se presenta un libro de poesía en Elche, pues es muy probable que personas que vamos a ver hoy en el Gran Teatro acudan, porque van educando su gusto cada vez más y poniéndose al día de lo que se está produciendo en la literatura. Van a enriquecer su sensibilidad como para acudir el día de mañana a otras actividades literarias. Así que es importante educar ese gusto por las letras. Es también hermosa la capacidad que tienen estos espacios para hacernos compartir, porque a veces pensamos que la lectura es algo solitario, pero creo que todas hemos experimentado el unirnos a otras personas a través de la lectura.

¿Qué importancia tienen estos espacios para los autores en concreto?

Antiguamente los grupos poéticos, las Generaciones, funcionaban porque coincidían personalmente. Ahora esto lo ha suplido mucho la Red, a veces estamos más en contacto a través de las redes con otros compañeros y compañeras de gremio. Pero yo sigo creyendo mucho en la piel y en el contacto. Poder venir aquí, por ejemplo, y abrazar a Eduardo Boix, que hacía un montón que no lo abrazaba, solo le escribía whatsapps. Esa unión nos fortalece, compartimos inquietudes, problemáticas y maneras de solventarlas. Nos hace un poco más fuertes como sector de la literatura.

¿Qué dirías que es lo más bonito que diferencia a la poesía de, por ejemplo, la novela?

A través de las novelas, ya se ha dicho muchas veces, viajas a otros tiempos, a otros lugares, pero a través de la poesía creo que también viajas. Quizá en el caso de la poesía te pones en la piel emocional de otro, sientes lo que esa persona ha sentido antes que tú y de esa manera te preparas para el día que sientes algo semejante. También aprendes a modelar lo que estás sintiendo y lo que has sentido a través de las palabras de otro. Eso creo que ayuda a convivir con los demás. Nos dota de herramientas para andar por el mundo, así que es muy importante.

¿Y qué supuso para ti a nivel personal ganar el Premio Nacional de Poesía?

Soy una persona que ha hecho de la poesía el centro de su vida. Para mí no es algo que hago en mis ratos libres. He hecho muchas renuncias. He renunciado a dedicarme a un trabajo que me dé otro tipo de comodidades. Me lo he jugado todo por la poesía, lo he dado todo por ella, la he hecho el centro de mi vida y he conseguido vivir de ella. He invertido 30 años en ella, desde que tenía 17 hasta ahora, que acabo de cumplir 47. Entonces, imagínate, cuando haces este tipo de apuesta, que llegue un logro, un fruto como el premio más importante que hay para poetas en España… Es toda una satisfacción. Cuando eres autónoma, freelance, y vives de la cultura, intentas surfear esa inestabilidad entre el deseo de tu libertad creativa, de hacer lo que te gusta, lo que amas, y el deseo de cierta estabilidad. Nadie quiere pasar hambre. Y, después de tantos años surfeando esa inestabilidad, el Premio Nacional sirve para aplacar esa tensión, al menos durante un tiempito.

¿Tienes algún proyecto entre manos del que nos puedas adelantar algo?

La verdad es que voy a sacar dentro de muy poco, en un mes o dos, el que va a ser mi primer libro de ensayo. Va a salir en gallego, primeramente, y en él voy a entregar diez o quince años de reflexiones y dos años de escritura sobre economía y poesía. Sobre esto que hablaba del difícil equilibrio de vivir de la poesía. Me gustaría romper algunos prejuicios y algunos estereotipos que hay sobre el que los poetas no comemos o vivimos en un universo paralelo; se nos paga con pago simbólico, pero se nos exige vivir en el mismo sistema económico que el resto de las personas, donde ese pago simbólico no cotiza demasiado. El problema es que si dejamos la literatura en manos de quien se puede permitir no ser remunerada por ello, podemos caer en una brecha de clase bastante importante que deje fuera a las precarias, a las incómodas, a las voces más marginales. Creo que deberían romperse algunos estereotipos y algunos lugares comunes que hay sobre este tema. Así que voy a sacar este ensayo muy prontito en gallego y pronto lo traduciremos al castellano. Y, ya a finales de año, saldrá mi próximo poemario.

Equipo de Redacción

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