Una semana, una poeta: María Victoria Atencia

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Iniciamos la semana con la poeta española María Victoria Atencia.

María victoria Atencia. Fotografía de Javier Albiñana

MARÍA VICTORIA ATENCIA

Biografía

María Victoria Atencia (Málaga, 1931-). Poeta.

María Victoria Atencia García nace en Málaga, el 28 de noviembre de 1931, ciudad en la que ha vivido siempre y a la que siempre ha regresado. Pasa su infancia escolar en el Colegio de la Asunción y más tarde en el Colegio de la Sagrada Familia. Prosigue sus estudios de piano y armonía en el Conservatorio.

Desde muy joven estuvo ligada a los poetas integrantes del grupo Caracola. Es una de las exponentes femeninas de la generación de los años 50 y su trayectoria poética está determinada por tres etapas características.

La primera, que abarca hasta 1961 y representa su inmediatez emotiva y expresiva, la segunda, que se inicia en 1971 con la obra Marta y María, en la que su fuente de inspiración se encuentra en lo doméstico, y la tercera, que comienza con El coleccionista, de 1979 y en ella el tema central se centra en el arte, la pintura y la música.

En 1971 se convierte en piloto de aviación.

Es autora de diversas obras de poemas, entre las que destacan: Tierra mojada, 1953; Cuatro sonetos, 1955; Cañada de los ingleses, 1961; Los sueños, 1976; El mundo de M.V., 1978; Compás binario, 1979; Adviento, 1983; Trances de Nuestra Señora, 1986; De la llama que arde, y La pared contigua.

Forma parte del grupo de poetas hispanos que acudieron al segundo Festival Internacional de Poesía, celebrado en París en 1988. En 1991 realiza una recopilación de los trabajos más representativos de su trayectoria poética en la obra Antología poética.

María Victoria Atencia complementa su dedicación a la literatura con su afición a las técnicas de ilustración y grabado. Es traductora de italiano, y algunas de sus obras se han traducido a diversos idiomas.

Parte de su obra se encuentra en la Antología de la poesía española contemporánea: voces de mujer, junto con otras trece poetas hispanas. En su obra de poemas Las contemplaciones (1997), María Victoria Atencia teje una mirada minuciosa sobre el mundo, doméstica, atenta, detallada y limpia, que aprehende lo esencial del objeto o de la experiencia representada.

Entre otros premios, cuenta con el Premio Nacional de la Crítica (1997); el Premio Real Academia Española de creación literaria 2012 por el libro El umbral.  En 2014, es galardonada con el XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, siendo la cuarta mujer en conseguirlo y la primera española.

Es miembro correspondiente de la Reales Academias de Antequera, Cádiz, Córdoba, San Fernando y Sevilla, y  miembro numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, de Málaga.

También forma parte del Centro Andaluz de las Letras de la Junta de Andalucía;  del «Centro Cultural Generación del 27» de Málaga; del «Fundación de la Generación del 27» de Madrid; y de la «Fundación María Zambrano» (Vélez-Málaga).

Llevan su nombre, en Málaga, un instituto de enseñanza secundaria, un centro cultural y una avenida.

Desde el 5 de octubre de 2018, María Victoria Atencia es vocal del Patronato del Instituto Cervantes en representación de las letras y la cultura españolas.

En 2020 presenta, en el Centre Pompidou de Málaga, su libro Semilla del Antiguo Testamento con especial dedicatoria a las víctimas de la pandemia.

Al año siguiente publica Certeza de la luz (2021) en la sede de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en Málaga, obra homenaje con motivo de su noventa cumpleaños, en el que participan otros autores mostrando su reconocimiento o afecto a la autora. Este mismo año publica Una luz imprevista: poesía completa, que recoge toda la producción poética desde 1961.

                                 Fecha de actualización: marzo de 2022

Fuente: https://www.cervantes.es/bibliotecas_documentacion_espanol/creadores/atencia_maria_victoria.htm

Fotografía: Javier Albiñana

POEMAS

Rosa

En el joyero Tiffany′s se marchita una joven
rosa de Jericó.
Solo al costado mismo de la muerte comienzan
su plenitud las rosas
tras la ruptura última del quicio de la sed.

La casa

Me adentraba en ella -ante mí en la cubierta del libro-,
en su planta cuadrada y un silencio en sus muebles que adivino o invento:
podría pintarla como cuando era niña y abrir con una cuchilla sus ventanas,
porque ella era mi mundo inserto en otro mundo de intimidad discreta
que yo invadía y daba a los demás.
Lo que en ella pasaba -un perro, una bombilla- me resultó feliz.

Godiva en blue jeans

Cuando sobrepasemos la raya que separa
la tarde de la noche, pondremos un caballo
a la puerta del sueño y, tal Lady Godiva,
puesto que así lo quieres, pasearé mi cuerpo
-los postigos cerrados- por la ciudad en vela…

No, no es eso, no es eso; mi poema no es eso.
Solo lo cierto cuenta.
Saldré de pantalón vaquero (hacia las nueve
de la mañana), blusa del “Long Play’ y el cesto
de esparto de Guadix (aunque me araña a veces
las rodillas). Y luego, de vuelta del mercado,
repartiré en la casa amor y pan y fruta.


Equipo de Redacción

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