Una semana, una poeta: Pureza Canelo Gutiérrez

0

Premio Adonais de poesía 1970, Premio de poesía «Juan Ramón Jiménez» 1980 del Instituto Nacional del Libro Español, Premio de poesía «Ciudad de Salamanca» 1998, Premio de poesía «Francisco de Quevedo» 2009 de la Villa de Madrid, XV Premio de poesía «Ciudad de Torrevieja» 2011.

Fotografía de Pureza Canelo. Fuente: página web de AEEX (Asociación de Escritores Extremeños)

Pureza Canelo Gutiérrez

Nace en Moraleja (Cáceres) en 1946.

Irrumpe en el panorama poético español con la obtención del Premio Adonais 1970, galardón concedido tradicionalmente a poetas masculinos.

Durante los años 1975-1983 ocupa la dirección del Departamento de Actividades Culturales Interfacultativas de la Universidad Autónoma de Madrid en la que crea el Club de Escritores Universitarios de dicha Universidad, y en 1977 funda el Aula de Cultura y Biblioteca Pública «Pureza Canelo» de Moraleja.

En 1975 obtiene una Beca Juan March de creación literaria para la escritura de Habitable (Primera poética), y en 1982 disfruta de una beca similar otorgada por el Ministerio de Cultura.

Coordina en 1993 la celebración nacional del Medio Siglo del Premio y Colección Adonais, así como el I Centenario del poeta Gerardo Diego en 1996.

Ha sido traducida a varios idiomas, ampliamente al inglés y al alemán, e incluida en numerosas antologías de ámbito nacional e internacional.

Impulsora de colecciones poéticas desde mediados de los setenta, dedica un tiempo importante a las ediciones en el ámbito de la comunidad científica y universitaria.

Desde 1999 fue Directora Gerente de la Fundación Gerardo Diego, que refundó ese mismo año con Elena de Diego, hasta su cese voluntario en 2019.

El 15 de mayo de 2007 firma la escritura de donación de su Archivo y Biblioteca personal al Archivo y Biblioteca de la Diputación Provincial de Cáceres.

El 7 de septiembre de 2008 recibe la Medalla de Extremadura como reconocimiento a su obra literaria. En 2009 la Unión de Bibliófilos Extremeños le dedica el Homenaje del Día del Bibliófilo en la ciudad de Almendralejo y con este motivo se publica en torno a su obra el volumen monográfico Esfera Poesía. El 21 de septiembre de 2013 es elegida por unanimidad académica de número de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes y el 21 de mayo de 2016 toma posesión de su plaza con la lectura del discurso de ingreso Oeste en mi poesía, siendo contestado por Antonio Gallego Gallego.

Premio Adonais de poesía 1970, Premio de poesía «Juan Ramón Jiménez» 1980 del Instituto Nacional del Libro Español, Premio de poesía «Ciudad de Salamanca» 1998, Premio de poesía «Francisco de Quevedo» 2009 de la Villa de Madrid, XV Premio de poesía «Ciudad de Torrevieja» 2011.

Entre sus títulos figuran Celda verde (1971), Lugar común (1971), El barco de agua (1974), Habitable (Primera Poética) (1979), Tendido verso (Segunda Poética) (1986), Pasión inédita (1990), Moraleja (1995), No escribir (1999), Dulce nadie (2008), Poética y Poesía (2008), Cuatro poéticas (2011), A todo lo no amado (2011), Oeste (2013), Oeste en mi poesía (2016), Retirada (2018), Habitable (Antología poética, 1971-2018) (2019), Palabra Naturaleza (2020), Poemas y otros nidos (2020).

Fuente: https://ab.dip-caceres.es/3.bibliotecas/biblioteca-pureza-canelo/biografia-y-bibliografia/sintesis-nota-bio-bibliografica.html

POEMAS

(Tres poemas de “Pasión inédita”)

La carta, el beso

Llega una carta y rompe abre

la mañana en mis verdes ojos.

Ha llegado después

del cántaro de leche

de la cesta con higos

y otra sombra que cruzó

con oveja merendera y juncos

recién cortados

el portal de mi casa todavía

en la frescura del valle.

Deseando que buscara el sol

la ventana, el beso dice:

Te imagino quieta

es tan hermoso el existir

ofreciendo tempranura al mundo

espesada en el lecho

porque no estoy ahí              

Mira que sin estarlo

sé cómo andas de transparencia

y fruta,

cómo endulzas ya tu amanecida

en la boca

y sé que en tu costura va este poema

escrito en el instante

que relees mi carta, tan firme como

mueves el brazo que yo amo

el café que sorbes pero te equivocas

que estoy bebiéndome aquí

insistencia de tu mirada

contra la distancia quiébrala

y sigue.

Ah, la distancia y su isla

es el lugar más oculto

que el amante ofrece cautivo

con su cuerpo y beso en tierra.

La distancia es una charca

cercada de pasto amarillo y antiguo

que ahora mismo se la regalo al mundo

con la belleza primera de los siglos.

La distancia es no morir de sed

sino de bebiéndola vivirte

si madruga el amor en el verde cristal

los abiertos brazos

que se han puesto a trabajar deprisa

con el rayo de sol, la carta, aquí el beso

y ya te alcanzo.

Sabes que te alcanzo mientras tenga

silencio de amarte, no en papel

en sábana bordada con una estrella

y su número pegado a los otoños

              Mañana es siempre

planeando sobre mi casa todavía

en la frescura del valle.

Como octubre disponga

No más refugio

que la faz de mis brazos

si nos entra el otoño

desgajando

lo que al viento apetece

en su alfombra de bosque

y cuerpo a tierra.

Mírame.

Otoño aún no somos en años

pero cuando él se nos acerca

hay que extender la batalla real

de los buenos amantes

en el recuento las hojas

de infinitos sabores ocres.

Mírame, y

hagamos la abundancia

a ras de nuestro suelo.

La variedad de un amor

es sepultar la inteligencia

entre los cuerpos.

No conozco otro refugio

ni mejor temperatura.              

Sólo que estoy adivinando

cómo será el Otoño

nuestras vidas

de verdad calzadas en su estación

y otra vez

el nacimiento de amarse

la pasión inédita              

que alumbrará mis versos.

Debo callar.

Ahora vámonos

a lo único

que del lento mudar

es ocre, ocres

como la alfombra disponga

tú y yo

obligando a trabajar

un viento revelación

lo más humano

para empujar las lumbres

bien cernida la noche.

Noviembre

Antes de que llegaras

abriendo el cielo de mi vida

la poetisa hacía cosas extrañas.

Era la soledad, era el decoro, era

la inteligencia sobre asno de plata.

Un asno hermoso, cristal tapiado

que iba empujando su estatura

para la caverna del poema

y sólo él.

Atrevimiento, apareciste

un día cargado de noviembre.

Llegué a la cita como en los tiempos

mejores de mi infancia, ajena

chorreando el pelo y la cartera

hasta el sillón color azul

donde aguardabas.

Sorpresa:

esta mujer además de insobornable

esquiva -dicen que dicen dicen-

viene impresentable al salón, mojada.

Corría la tarde por nuestros vasos y

extraño que atendiera a palabras

de creación mundo que no fueran

las de mi bien atesorado asno.

De pronto en tal anchura

supongo que inocente

sin darme tiempo a ver paisaje

que hoy ya es nuestro

entré en tus grandes ojos

que iban tragándose los míos

en el comienzo de dos asaltos

vertiginosos de otra

nueva inteligencia.

Ni un roce de las manos hubo

ni billar ni baratarias

que tan deprisa empujan a los cuerpos

a contagiarse en nada.

Solamente nacían bajo las nubes

torrenciales de noviembre puro

dos rostros desesperados de perderse

echando por tierra sus antiguos

dominios

para un asno de plata atar

ya un bronce tu cabeza.

Ya fuera del lugar

me daba vueltas el mundo

daba placer cruzar la esquina

de otra soledad, otro decoro, otra

boca a recibir el agua

del cielo como agua del barro

de la noche entera.

En casa, perdida, como jamás estuve

no pude ordenar mi ropa

ni dar cuerda al reloj

ni adelantar la taza para mañana

ni ofrecer liturgia en el espejo.

Directamente me abracé

a la blancura de un bordado

que decía P.C.G.


Equipo de Redacción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *