Una semana, un poeta: Eugenio de Andrade

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Poeta portugués considerado una de las voces más importantes de la poesía contemporánea de su país.

fotografía tomada de Porto Editora

Biografía                                                                      

Poeta portugués, nacido en Póvoa de Atalaia el 19 de enero de 1923 y fallecido en Oporto el 13 de junio de 2005, que está considerado una de las voces más importantes de la poesía contemporánea de su país.

Eugénio de Andrade, seudónimo de José Fontainhas, era hijo de campesinos, de ahí la vinculación de su poesía con la luminosa naturaleza mediterránea. En 1932 se trasladó junto a su madre a Lisboa. En 1936, cuando sólo tenía trece años, escribió su primer poema: «Narciso» y fue descubierto como poeta por Antonio Botto. Se dio a conocer como escritor en 1942 con su libro de versos Adolescente y algunos años después alcanzó notoriedad con Las manos y los frutos (1948), considerado uno de los libros más importantes de la literatura portuguesa actual.

Hasta 1983, fecha en la que se jubiló, compatibilizó su tarea de poeta con su cargo de alto funcionario de los Servicios Médico-sociales en Portugal. En enero de 1989 recibió de manos del presidente de la República, Mario Soares, el premio D. Dinis da Casa de Mateus, una de las más altas distinciones otorgadas en Portugal. En junio de 1990 participó en Santa Cruz de Tenerife en el ciclo Escritores antes de fin de siglo, donde también intervinieron Carlos Fuentes, Francisco Ayala y Ernesto Sábato, entre otros.

En julio de 2001, el poeta portugués recibió el Premio Camões, instituido por los Gobiernos de Portugal y Brasil y que podría considerarse el equivalente al Premio Cervantes en España, en reconocimiento a la «gran capacidad de renovación de su obra»; el jurado de este premio no dudó en considerar la poesía de Andrade como «una de las más luminosas» en lengua portuguesa.

Eugénio de Andrade está considerado por muchos como la voz más fértil y el más universal de los poetas lusos contemporáneos, debido a lo que algunos llaman su «linguagem tão bem cerrada sobre si e tão inesgotável a qualquer paráfrase interpretativa». Publicó 27 volúmenes de su poesía y su obra ha sido traducida a más de 20 idiomas. Es un poeta esencialmente lírico, que cantó a las cosas más sencillas de la vida. Él mismo explicó que la pureza de sus versos «es simplemente pasión, pasión por las cosas de la tierra, en su forma más ardiente y todavía no consumada». Entre todos sus libros destacan Até Amanhã (1956), Poemas (1966), Liberta em Poder (1967), Os Afluentes Do Silêncio (1968), Branco no Branco (1984) y O Sal Da Língua (1995).

Asimismo, Andrade tradujo al portugués obras de García Lorca, Safo, René Char, Ritsos, César Vallejo y Borges.

En 1981 apareció en España una Antología Poética (1940-1980), traducida por Ángel Crespo. También se han publicado poemas suyos en revistas españolas como Fin de siglo, de Jerez de la Frontera, y Aula de poesía de Granada. En 2005 Galaxia Gutenberg publicó una antología de su poesía titulada Materia solar y otros libros.

POEMAS

        Ahora vivo más cerca del sol…

        Ahora vivo más cerca del sol, los amigos

        no saben el camino: es bueno

        ser así de nadie

        en las altas ramas, hermano

        del canto exento de algún ave

        de paso, reflejo de un reflejo,

        contemporáneo

        de cualquier mirada desprevenida,

        solamente este ir y venir con las mareas,

        ardor hecho de olvido,

        polvo dulce a la flor de la espuma,

        eso apenas.

        Versión de Aníbal Núñez

        Blanco en lo blanco

        Haz una llave, aunque sea pequeña,

        entra en la casa.

        Consiente en la dulzura, ten piedad

        de la materia de los sueños y de las aves.

        Invoca el fuego, la claridad, la música

        de los flancos.

        No digas piedra, di ventana.

        No seas como la sombra.

        Di hombre, di niño, di estrella.

        Repite las sílabas

        donde la luz es feliz y se demora,

        vuelve a decir: hombre, mujer, niño.

        Donde la belleza es más nueva.

        Versión de Aníbal Núñez

       En un lugar al sur…

        Es un lugar al sur, un lugar donde

        la cal

        amotinada desafia el mirar.

        Donde viviste. Donde a veces en sueños

        vives aún. El nombre empapado de agua

        te escurre de la boca.

        Por caminos de cabras descendías

        a la playa, el mar batía

        en aquellas piedras, en estas sílabas.

        Los ojos se perdían ahogados

        en el fulgor

        del último o del primer día.

        Era la perfección.

        Versión de Aníbal Núñez

        La lluvia cae en el polvo igual que el poema…

        La lluvia cae en el polvo igual que en el poema

        de Li Po. En el sur

        los días tienen ojos grandes

        y redondos; en el sur el trigo ondula,

        sus crines danzan en el viento,

        son la bandera

        descamisada de mi embarcación;

        en el sur la tierra huele a lino blanco,

        a pan en la mesa,

        el fulvo ardor de luz invade el agua,

        cayendo sobre el polvo, leve, encendida.

        Igual que en el poema

        Versión de Aníbal Núñez

        La pulsación de las sílabas

        Él amaba la pulsación de las sílabas,

        algunos acentos. cuarta, octava, décima.

        Buscaba en ella lo que no sabía,

        lo que nunca supo, o sospechara:

        un sentido, la señal de la gracia, el frágil

        hilo que condujese a la vida,

        tan acá del deseo de vivirla.

        Cuánta melancolía, cuánta incertidumbre

        fue siempre la suya en lo que hacía,

        allá donde el cuerpo se hace alma

        o el alma se hace cuerpo- ¿cómo saberlo?

        El tiempo casi nada le enseñó,

        pero proseguía, insatisfecho

        o inseguro, que ni eso sabía.

        Entre impulsos, crispaciones, reticencias,

        perseguía el ritmo de la música más suya

        con el mismo empeño que lo que fuera antes

        pura delicia, caricia breve. Sólo la mano

        no había cambiado-siempre tan leve.

Equipo de Redacción

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