Si jamais j´oubile; por Alma Karla Sandoval

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La memoria traiciona, tal vez el algoritmo traduce lo que los seres humanos no saben que necesitan decir porque no dominan el lenguaje de sí mismos.

Nunca había escuchado esa canción, se la debe al algoritmo.

Él pensará que forma parte de un soundtrack secreto, que su mujer la escuchó en París, que se la dedicó alguien más, pero no. La inteligencia artificial leyó las conversaciones más recientes traduciéndolas al lenguaje natural de las lágrimas al tiempo que uno de los dos tomaba un té de frutos rojos. Luego fue a YouTube y listo. La letra apareció en francés para que el disfraz de milagrosa coincidencia sea completo.

El algoritmo se parece a Dios. Revela el camino, ¿la verdad?, ¿la vida?

El hombre con quien ella hablaba está lejos, pero volverá pronto, como los amantes de Marguerite Duras. Luego todo va a ocurrir como en una en novela con final desastroso. “Puede que no”, le susurra una voz que es un enigma. Puede que incluso con la inteligencia artificial no baste. Puede que las canciones se conviertan en semillas de otro libro.

La mujer estaba escribiendo un texto a propósito de Ensayo sobre la ceguera como si pudiera ver claro adentro de sí o pensar en ucronías de happy end pospandémico. No tenía ni idea de esa cantante, Isabelle Geffroy, de su nombre artístico, Zaz. Mucho menos de la pintura de una joven sentada en un autobús vacío cuyo título, Jennifer sad, decora el video a punta de tristezas dulces, premonitorias.

Sólo para irse a dormir soñando con los ojos abiertos, la mujer escucha Si jamais j´oubile:

Rappelle-moi le jour et l’année.Rappelle-moi le temps qu’il faisait.

Et si j’ai oublié,tu peux me secouer

Recuérdame el día y el año.

Recuérdame el clima que hacía.

Y si me olvido,

me puedes hacer reaccionar.

Dirá que ocurrió a finales de julio en un país que no le gusta. La lluvia no cesaba. No en balde está tejiendo un palimpsesto. La memoria traiciona, el algoritmo traduce lo que los seres humanos no saben que necesitan decir porque no dominan el lenguaje de sí mismos. Así de estúpidos somos. Por eso ella interrumpe, para contar que el éxito de Isabelle se debe a que fusiona la canción francesa con el gypsy jazz. Nació en 1980, estudió kung fu en Burdeos donde ganó una beca para el conservatorio de música hasta que se hizo famosa, pero no nos distraigamos. La mujer descubre cómo suena la nostalgia adelantada, ese dolor del regreso a lo que construyó a medias, sin estar segura: una casa tan frágil como un anillo, una cuna o un diploma. Le quita otra vez la pausa al video,

Et s’il me prend l’envie d’m’en aller,enferme-moi et jette la clé.Aux piqûres de rappe.lDis comment je m’appelle.

Y si me entran ganas de irme,

enciérrame y tira la llave.

Inyéctame una vacuna de refuerzo.

Dime cómo me llamo.

Debería existir un nombre más fácil para designar el abandono de sí mismas que las mujeres sufren en medio del enamoramiento. Despersonalización por love bombing, le llaman. Codependencia en sentido vulgar (iba a escribir vulvar). Con todo, un nombre puede ser un ancla, el polo a tierra del huracán. Pero esa no es la mejor imagen, la vacuna de refuerzo destaca ahora, cuando ya estamos vacunados, cuando cantamos victoria porque no morimos en la peste. Pero algunos viven huyendo, pocas veces sobreviven a ese virus.

Acá el estribillo, el cansancio, la luna creciente, el gato dormido, el perro que nunca será suyo y se hartó de esperarla junto a la mesa ajena de un mundo extranjero, en otra república ahora a veinte minutos de ella misma:

Si jamais j’oublie, les nuits que j’ai passées.Les guitares et les cris.Rappelle-moi qui je suis, pourquoi, je suis en vie.Si jamais j’oublie les jambes à mon cou.Si un jour je fuis.Rappelle- moi qui je suis, ce que je m’étais promis.

Si alguna vez olvido las noches que pasé,

las guitarras y las voces,

recuérdame quién soy, por qué estoy viva.

Si un día olvido cómo huir,

si un día me voy,

recuérdame quién soy, lo que me prometí.

Una vez alguien actuó en consecuencia. La mujer debe contarlo antes de que con verdadera emoción olvide aquella palabrería inútil quebrándose en un cuerpo.

Rappelle-moi mes rêves les plus fous.Rappelle-moi ces larmes sur mes joues.Et si j’ai oublié, combien j’aimais chanter.

Recuérdame mis sueños más locos.

Recuérdame esas lágrimas en mis mejillas.

Y si me olvido,

cuánto amaba cantar.

Equipo de Redacción

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