Reseña | Tiempo fugado de Carmen Quesada Reyes

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En ‘Tiempo Fugado’ de Carmen Quesada Reyes, Angélica Guzmán Reque nos sumerge en una reflexión profunda sobre el tiempo y la transformación. A través de cautivadores cuentos, la obra nos invita a contemplar la fugacidad del tiempo y la eternidad de los momentos vividos.

Tiempo fugado
Carmen Quesada Reyes

Tiempo al tiempo y cada huella irá encontrando su arena”

Jorge Drexler

Vale la pena reflexionar, para así empezar a apreciar el tiempo en que vivimos. El paso de los años no siempre se produce hacia adelante, sino que, también puede retroceder, es lo que hace Carmen Quesada Reyes, la autora del libro que, manifiesta en cada uno los cuentos que componen la obra y, es porque, el tiempo es un tema inacabado y siempre despierta la imaginación

             La vida del ser humano es apenas un soplo, un ir y venir de días, años, de recorrer la historia, sin apenas huellas de bienestar, de recuerdos felices, manchados de tristeza y, de profundas y acanaladas oquedades que transforman la belleza que un día llamara la atención. La huidiza mente que se pierde en el olvido, hasta no recordar cómo la identificaban” Tal vez la enfermedad había borrado de su mente su nombre, arrancado sus recuerdos y quitado fuerza y dignidad. Se llamaba Rosa o al menos eso decía su informe cuando yo, mi primer día como enfermera, entré en aquella fría habitación.”

          Las personas no siempre conservan rasgos de sus vivencias anteriores, el transcurrir del tiempo cambia el rostro y las actitudes de épocas pasadas, lo que se mantiene imborrable es la mirada, los ojos que no borran el rictus que las identifican” No podía recordar de quién se trataba… Miró aquellas blancas y despobladas cejas, aquellos pequeños surcos en la cara y entonces volvió sus ojos de nuevo hacia aquella mirada. ¿Era ella la que se veía reflejada en el espejo”:

           Los abuelos, que pertenecen al tiempo transcurrido, juegan un papel muy importante en la vida de los nietos. Ellos, que fueron la paz y la serenidad en los quehaceres pequeños, primero, luego la vida emocional, el cariño, los juegos, la compañía. Solo recuerdos imperecederos” que había dormido en una cama de alegres colores junto a un nieto al que de la mano llevaba al colegio, con el que merendaba en un parque las soleadas tardes… y al que ahora, débil y anclado a una silla de una casa prestada y compartida con otros abuelos, cada vez su familia veía menos.”

           La vida es una calesita donde giran, sin parar un sinfín de vanidades, unas halagadoras y, otras desastrosas que, aunque no valía la pena recordarlas, sin embargo se alojaban empecinadas entre los recuerdos y acuciaban en los oídos, como si se tratara de tambores disonantes:” Tras los gritos, llegaron los golpes y el llanto inconsolable de una mujer alienada. Sin embargo, ahora estaba allí, en clase de Literatura, donde las únicas pugnas eran las de Góngora y Quevedo, donde el amor era constante más allá de la muerte y donde el refugio eran los versos.”

           Las manecillas del reloj jamás retroceden, siempre adelante, son los recuerdos que van y vienen, son obstinadas en hacer que la vida retroceda y se aquiete en el recuerdo, en las vivencias que, al paso del tiempo persiguen, acosan, como aguijones punzantes:” La vida había avanzado como lo hacen las agujas de un reloj y todo había cambiado. Ahora ella era la profesora que esperaba que el silencio se convirtiese en su aliado para empezar a hablar de autores y obras, de vidas y libros, de experiencias, presencias y ausencias…”

             Cuánto vale una sonrisa. No la del enojo, no la de palabras hirientes, la sonrisa que inspira confianza y labra la amistad que siempre se necesita. La templanza y la confianza en sí mismo. Es el aprender a labrar, desde pequeño la entereza y la fe por los demás:” A la salida un chico alto, con rubios y revueltos cabellos, lo esperaba. Se acercó a él, lo miró con la calidez y el cariño de sus ojos color miel, y ambos se sonrieron y fundieron sus manos ante la desconcertada mirada de los compañeros.”

            La vida de una mujer que sólo vive por los demás. La madre, la esposa, la oficinista, no tiene tiempo, sino para mirar la hora. Esa mujer bruja que lo puede hacer todo, pero se olvida de ella. La mujer que no tiene descanso porque cuando sus ojos le recuerdan que el cuerpo le exige descanso, todavía la despierta la voz que solo mira fútbol:” 21:50. “¿Qué tal tu día cariño?”, me dice. “Yo he tenido, querida, un día de perros”. “Luego, hablamos. Comienza la segunda parte”. 22:00. Unto mi cara con cremas que anuncian ser milagrosas y cierro durante un segundo mis ojos. Vuelve a sonar el despertador.

   “No me maltrates. No me maltrates…”. Palabras que resuenan en calles y plazas, en cuartos de pobreza, como en lujosas habitaciones. La mujer víctima. la mujer que ama, la mujer madre. Todas ellas sufren del maltrato del hombre vil, del machismo acendrado por siglos en la historia de la humanidad: mientras perdure la libertad y la injustica de la conciencia varonil, todavía se escucharán esas palabras:” la violencia no sólo está en las noticias de la prensa y la televisión, sino a nuestro alrededor, tras una mujer a la que no conocía y que simplemente hablaba a través de su teléfono móvil, sentada en un banco de una calle en una primaveral tarde.”

          El desengaño es tan cruel como el amor no correspondido. El amor engañoso que persigue de manera cruel, hasta encontrar su perverso ardid. Ese triángulo amoroso que, casi nunca es positivo porque uno de los tres saldrá perdiendo y, generalmente es la que, sin pensar, se inmiscuyó, como tercer peldaño:” Me sentí como un juguete que pasa de mano en mano y brotaron mis lágrimas. Jamás me habían hablado así y pensé: ¿dónde están las promesas?, ¿dónde están los besos y abrazos?, ¿quién es este ser que me trata como si yo fuera la culpable de su verdad…”

          El dolor de observar que la gente pasa sin inmutarse siquiera que hay gente a su alrededor, que hay personas que viven el diario existir, sin darse cuenta que ese apresuramiento solo lo conduce por el sendero de la soledad. Pobre humanidad que no siente el latir de un corazón próximo:” Acelerados pasos en las aceras. /Humanos que se ven pero que no se miran. / Amanece y yo sigo aquí tras el cristal. Mirando la vida de otros pasar. Anclado a una enfermedad. /Amanece. Para todos: un nuevo día. Para mí: la misma realidad.

         La vida es un vaivén de opiniones, conjeturas, discusiones, compañía, soledad, todo un menjunje de sortilegios, de aventuras. disfrutar de una buena lectura es de gozo. Nos dice Abraham Lincoln, uno de los mejores presidentes de Estados Unidos:” Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”


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Equipo de Redacción

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