“Relámpagos: Antología personal de microrrelatos”, de Julio Ricardo Estefan; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque reseña para Gafe.info la obra “Relámpagos: Antología personal de microrrelatos”, de Julio Ricardo Estefan

No existe un descubrimiento en la ciencia, por revolucionaria que sea… Que no se origine de lo que sucedió antes”

Isaac Asimov

El escritor Julio Ricardo Estefan, en su obra Relámpagos: Antología personal de microrrelatos, nos permite jugar entre el presente y el pasado a través del recuerdo de temas y personajes que seguramente dejaron huella indeleble en su imaginación y vivió en consonancia con autores, libros y palabras que lo acompañaron hasta el momento en que se puso a escribir este su maravilloso libro, donde retrotrae pasajes de la literatura clásica, pero imaginados y reflexionados en el momento histórico de su vida. Son varios los cuentos expresados con maestría, solidez literaria y lingüística, en esta reseña, solo caben unos pocos.

Se dice que la fe mueve montañas. Muchas personas lo comprueban y se benefician de ella, la fortuna que parece ser que escoge a los beneficiados. Lo interesante es preguntarse si la falta de fe o de suerte, o, inclusive la superstición deja a muchos en la desgracia de contemplar la buena fortuna de algunos y la nefasta suya: “Quienes lanzan su moneda en él, son bendecidos por la diosa Fortuna y emigran a las grandes ciudades. Sólo quedamos los que somos muy pobres, los resignados y los incrédulos. ”

El hombre verde, de furia, de rabia, lo cierto es que, ficción o no, la persona que no mide consecuencias funestas con su carácter, no siempre le reporta buenos amigos, menos que la gente esté dispuesta a enfrentar esos arranques de cólera que conlleva desgracias, para sí mismo y, peor para quien se encuentre frente a la fuerza de furia sin control: “Cada vez que pierde se enfurece y se pone verde de envidia. Se queda enormemente enojado y con las ropas hecha jirones. Ya nadie lo aguanta.”

Terrible, la madre sin comprender al hijo y piensa, en su ignorancia que era el escarabajo culpable de su desventura, jamás imaginó porque nunca lo entendió que, su hijo, convertido en escarabajo, solo deseaba llamar la atención para que su vida fuera llevadera y sin contratiempos de existencia: “ruega a su hijo Gregor que regrese a casa; le asegura que ya no tendrá que enojarse ni discutir con ella o con su hermana por la higiene de su cuarto; que precisamente ayer mató a ese horrible escarabajo que se ocultaba debajo del sofá.”

Los engaños en los que se vive, las tramposas estrategias de los héroes que, pasaron a la historia como únicos y grandes, sin haber hecho el intento de lograr una victoria. La historia continuará así, mientras exista la inocencia que es el disfraz de la ignorancia: “Guillermo Tell tenía una pésima puntería. Sucedía, en realidad, que su hijo menor poseía un ojo privilegiado. En cuanto salía la flecha del arco el niño se movía imperceptiblemente, con la rapidez del rayo, logrando que la saeta diera en el blanco.”

Las contrariedades del ser humano, no saber hasta dónde es animal o ser humano, o, simplemente el animal de costumbres que, puesto derecho en dos pies puede engañar a su contendor: hombre puma o puma hombre, la luna en movimiento le marcará su destino: “Ha encontrado la piel del puma y se acuesta sobre ella. Por entre las nubes aparece la luna y el hombre comienza a sentir la transformación. El puma va siguiendo las huellas de un hombre por el sendero de la montaña.”

Cuentos clásicos que nos inducen a seguir las huellas del Inter texto y transformar lo dicho en formas diferentes, que bien podrían resultar ironías fantásticas, o personajes convertidos en manifestantes extraordinarios, como es el caso de la abuela de Caperucita Roja: “Traiga el hacha bien afilada”, terminaba la misiva. / Llegó justo a tiempo para matar al lobo y rescatar a la anciana y a la niña. Ni el lobo ni el leñador supieron nunca que la abuelita practicaba el arte de la precognición.”

Los recursos literarios son nombres supuestos o elementos de uso que, muchas veces pueden tener importancia, otras pasan desapercibidos, pero están ahí, como este nombre ficticio que cita Cervantes en su Quijote, del que, incluso el nombre es difícil de rastrear de dónde procede: “Al anochecer, después de fatigar imprentas y de escuchar negativas, se encontró con ese viejo manco que accedió a entregarle unos pocos maravedís por sus ajados pergaminos./Cide Hamete Benengeli murió pobre y desilusionado. Hoy, para los críticos, es tan sólo “un recurso literario”.

Quién no desea una segunda oportunidad. Perspicaz la Bella durmiente y muy distraído el Príncipe que, no sabemos si cumplió el deseo de su bella dama, aunque sabemos que tuvo un final feliz. Muy buena la intertextualidad del cuento: “sin atreverse a besarla. Cuando finalmente lo hizo y ella entreabrió sus ojos, él estaba distraído siguiendo una mariposa con la vista. Esto le permitió a la Bella Durmiente echarle una ojeada y fingir que continuaba dormida. Había decidido aguardar una segunda oportunidad.”

Fantástica imaginación, jugar entre lo inverosímil y la verosimilitud. la máquina del tiempo que bien podría conducirnos al mejor tiempo posible o, viajar al futuro y vencer dificultades y lograr la esperanzadora vivencia: “en el fondo del pozo hay una cuña de madera. Con sus tiernas manitas afloja la cuña; la quita, y la arena comienza a caer por el agujero. Luego cae el niño, la playa, el cielo, las estrellas, el Universo… / Más tarde, Alguien da vueltas el reloj de arena y entonces un niño juega en la playa.”

La curiosidad es innata al ser humano porque es el deseo de conocer cosas nuevas, por eso, los niños son curiosos porque desconocen el mundo y es una motivación para impulsar el aprendizaje y la motivación a su anhelo de aprender y conocer. La ciencia y la filosofía manifiestan que se debe inducir la curiosidad si queremos tener gente capaz de desarrollar nuevos y mejores emprendimientos de activar la capacidad creadora de niños y jóvenes. Aunque un tanto desatinado el problema, sin embargo la curiosidad de la mujer Urus, no se convirtió en sal, pero convirtió en sal su entorno: sirvió para crear ese hermoso paisaje natural del Salar de Uyuni: “Obedientes, tomaron sus pertenencias, subieron a la vieja barcaza y emprendieron la huida. A mitad de camino, un gran resplandor iluminó el cielo y un estruendo se escuchó a sus espaldas. / La mujer de Tol quiso ver lo que sucedía y volteó hacia la aldea. Al instante, el lago se secó y el paisaje se vistió de un blanco inmaculado. /A pie, Tol y su mujer, continuaron la marcha por el Salar de Uyuni.”

El azar permite descubrir elementos desconocidos a simple vista. Pero nos conduce por el sendero correcto de un nuevo descubrimiento, no siempre satisfactorio, muchas veces escalofriante, como le sucedió a nuestro investigador escritor de maravillosos cuentos: “se dibujó claramente la llave que usaba como señalador! ¡Increíble!, pensé, los rayos habían atravesado las páginas hasta chocar con la llave y mostrarme su sombra. Pero lo más sorprendente aún estaba por venir. Cuando acerqué un matraz para ver qué sucedía, ¡pude ver los huesos de mi mano sosteniéndolo! Fue como mirar en mi tumba. / Un frio extraño recorrió mis vértebras. Hoy he visto mi muerte.

Amigo lector sigue los maravillosos cuentos de este libro de microrrelatos que permitirá adentrarte en lecturas pasadas, y poder reproducirlos desde tu propia realidad. La lectura nos conduce por senderos inimaginables, nos dice la escritora de trayectoria universal, Ana María Matute: “Siempre he creído y sigo creyendo, que la imaginación y la fantasía son muy importantes, puesto que forman parte indisoluble de la realidad de nuestra vida”.

Equipo de Redacción

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