Selección de Poemas de Pompeyo Pérez Díaz

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Selección de poemas del autor y músico de Tenerife, Pompeyo Pérez Díaz

POEMA DE LA CAJA DE MÚSICA

La caja de música que guardo
en la gaveta de un armario
es negra y brillante con
forma de piano (gran cola) y
si levantas la tapa suena
un vals en si menor
(Chopin op. 69 nº 2)
la caja de música era un
joyero de mi madre ahora vacío
en un extremo erguida la pequeña
bailarina tutú blanco de puntillas
gira los brazos alzados sobre
la cabeza gira sin descanso
(no baila el vals) la bailarina y
esa música cromática (máscara
desconsolada y sensual) evocan
besos fragmentados innecesarios
versos que me empeño (sin razón)
en desvelar la caja de música
conserva trazas lejanas de
perfume me gusta fingir que
en realidad no está vacía
adivinarle sigilos misteriosos
(como los del vals) destellos
que me dictan palabras
en delicado (caótico)
desorden


POEMA DEL MOSTRADOR DE LOS DULCES

Una pequeña cola de espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de seis, siete personas. Se trata de una estrecha calle peatonal, no demasiado concurrida, bien arbolada. La pequeña cola es bastante silenciosa, la mayoría intenta escudriñar desde la distancia los mostradores, como reflexionando sobre cuáles de las atrayentes piezas que exponen resultarán más apetecibles. Para crear el contraste dramático, una pareja con sobrepeso y gestualidad vulgar, ajena a la sutileza de tales elecciones, se limita a mirar sus móviles.

El espacio interior de la dulcería-heladería es escaso, la decoración en blanco y azul, salpicada de algún rojo tenue, uno o dos viejos carteles, remite a otra época. Sobre el dintel de la puerta, con un tipo de letra lleno de encanto por anticuado y pretencioso, el nombre del negocio más una advertencia: “Desde 1944”. Una vida entera desde 1944, la imagino tamizada por los olores sugerentes que escapan del obrador en la parte de atrás. Sin duda más de una vez habrá llegado alguien, al cabo de los años, para tranquilizar un ánimo alterado recurriendo a esos aromas amables, memoria de momentos mejores.

Mostradores con dulces de formas variadas, colores diversos, vistos a través de una superficie de cristal. Digamos que ilusión de gozo inmediato, olvido transitorio de la desdicha; abandono, íntimo y secreto, efímero, de toda represión moral; pura percepción sensual del instante; como un dado trucado para burlar el miedo, seamos solemnes. Se eligen unos pocos y se abandona al resto, la promesa vaga de regresar un día. En el placer tampoco faltan las renuncias. Alguien tendría que escribir un tratado sobre las dulcerías-heladerías como fuente de iluminación de los seres estoicos.

Los clientes entran en general con la gravedad que requieren los asuntos importantes. Un hombre más bien alto y palidísimo con un tres cuartos de cuero, Dr. Martens verdes y un estuche de guitarra colgado del hombro, elige minuciosamente entre distintos tipos de milhojas. Una mujer joven que no se quita las gafas de sol, vaqueros, abrigo ligero granate y unas Converse color mostaza, se interesa por las terrinas con dos tipos de helado. Otra mujer, de bastante más edad, vestido negro y paraguas largo con mango de madera, desea una bandeja de doce dulces todos diferentes. Pregunta por unos que compraba años atrás, forma de maceta rellena con crema pastelera y crema de moka, una guinda tono esmeralda. Enumera al detalle los ingredientes de la masa que formaba la maceta: harina, levadura, mantequilla, leche, huevo, limón, canela. Ya no se hacen, se entristece notablemente. Debería haber una pastelería de los dulces extintos, a la que poder acudir en busca de los sabores del pasado.

Una pequeña cola de espera ante la dulcería-heladería, digamos que una pequeña cola de cinco, seis personas. Se trata de una calle estrecha bien arbolada, peatonal. Desde su interior de espacio escaso, fragmentada por las conversaciones breves, la leve brisa externa, llega una música pasada de moda, en volumen bajo. Algunos clientes la aprecian.


POEMA DEL UNIVERSO QUE SE EXPANDE

En ocasiones pienso en
la expansión del universo o
en la materia oscura
así de pronto no sin angustia
(como Woody Allen de niño
en Annie Hall) y puede ocurrir
(de modo absurdo)
mientras son la sensualidad o
una energía brillante
lo que se expande por ejemplo
cuando te quitabas la ropa
y yo absorto callado
preguntándome
si realmente existirán
los agujeros de gusano (o
puentes de Einstein-Rosen) para
crear atajos en el espacio-tiempo
maravillosa hipótesis topológica
inoportuno motivo de reflexión
si se podían buscar
los secretos del tiempo
del espacio con la boca
entre tus muslos y
tú la mirada serena
las respuestas certeras
de lado sobre mi cama
eras un desnudo de Giovanni Boldini
Un nudo seduto con le braccia sollevate
visto di lato
pero en algún momento
de la tarde aferraste
mi cuerpo de pronto como
si fuese a desaparecer
por un agujero de gusano
me enseñaste los cinco niveles
del orgasmo según
un antiquísimo libro indio
de autor anónimo escuchamos
el viento en mi patio
nos reímos como locos
inventado collages delirantes
con fragmentos de refranes
bajo la manta multicolor
y me dijiste
si te apetece vuelvo mañana
y dudé en silencio
pensaba en mi plan de estudiar
con el archilaúd en sol
(catorce órdenes de cuerdas)
otra partitura francesa
del siglo XVII tombeau
lúgubre como un cuervo
revoloteando
sobre el Cementerio Viejo
de Westminster (Baltimore)
en otoño y también
en retomar el borrador de unos
poemas sobre la huida sobre
la soledad sobre el hastío
(y el universo expandiéndose)
así que dudé en silencio durante
unos segundos
ahí ves lo idiota que soy


POEMA DE LA CAFETERÍA Y LOS HÉROES

I

Te habrás fijado
en novelas canciones
películas en poemas
a menudo
la acción heroica exige
tomar una colina
suele ser muy arriesgado
incluso algo tremendo
lo recuerdo ahora de pronto
no sé el motivo
en esta cafetería donde huele
así de bien y las miradas se
desplazan
tan cuidadosamente
por el suelo por los ángulos
de las paredes para
no cruzarse donde
se eligen con esmero
(incluso reflexivamente)
un tipo de café un sandwich
para desayunar se leen
mensajes en el móvil y
una leve sonrisa puede
ser una caricia en la base
del cuello donde pienso
que mientras buscamos
refugio en el fondo
de una taza humeante
acaso nos gustaría
soñar que
podemos ser héroes

II

Ah, what can ail thee, wretched wight,
     Alone and palely loitering;
John Keats

En las cafeterías
me agrada sentarme
solo y (no lo niego)
parecer un personaje
de John Keats
(ah qué te aflige espíritu desdichado
solitario y vagando pálidamente)
él con su retórica
extraordinaria yo
escribiendo estupideces
con la tablet y un capuchino
supongamos que trabajando
(concienzudamente) en
un poema muy underground
(si lo prefieres muy punk)
sobre lágrimas amargas
sobre seres duros y desconsolados
desconcertados
como un verso en una garganta
(un tema ya hasta vulgar)
en el equipo de sonido
Life on Mars? mientras
observo a través del cristal
que regala
una (confortante) pátina
de irrealidad
en la esquina un puesto
de castañas intuyo su olor
carbón gris destellos naranja
y rojos cucuruchos de papel
muy grueso saludos que son
apenas un gesto aquí dentro
las miradas se desplazan
por las paredes por el suelo
para no cruzarse sobre
la barra de diseño unos dulces
un jarroncito con
siemprevivas
is there life on Mars?

III

Parece que me empeño
en narrar escribir
sobre eso que llamo
cafeterías melancólicas
(¿es posible tal cosa?)
con sus cristales
que permiten ver
la calle acerca
de quienes leen
frente a una taza
humeante así
de absortos los que
han soñado
(la noche anterior)
con cuerpos del pasado y
sienten digamos que
nostalgia (o
se masturbaron)
los (que parecen)
tan extraviados sobre
los colores olores
del café quienes
siempre piden tomate
en el sándwich (necesidad
compleja) el pulso
de las canciones que
(creemos) nos hablan
de nosotros los cuellos
ruborizados tras una
sonrisa ¿acaso
es tiempo de trazar
tras este humo de
las tazas
las grandes preguntas?
(¿mejor decimos
las preguntas idiotas?)
¿alguien conoce el plan?
¿hay un plan?
¿qué tal el sándwich y el
café?
¿el trabajo el espejo el miedo
tu amante la cama
vacía?
¿las siemprevivas sobre la barra
son flores muertas?
¿debemos tomar alguna puta colina
para ser héroes?
¿existe algún alivio? ¿puedes
sonreírme?


POEMA DE LA SPREZZATURA

Algunos viejos (y
sabios) tratados de
laúd recomiendan
la interpretación
con sprezzatura
acercarse así con
aparente descuido a
las fantaisies las
diferencias los
capricci las toccate
una cierta negligencia
intencionada (muy
consciente) no
demostrar apuro ni
dificultad ante los
más fieros pasajes
de virtuosismo huir
de todo exceso retórico
o gestual frente a los
muy emotivos una
ilusión de belleza
que fluye sin esfuerzo y
pienso en lo distinguido
que sería ir viviendo
día tras día
con sprezzatura
transitar las calles las
estancias recorrer las
sombras los anhelos
los pequeños y dulces
placeres con algo
de despego gallardía
emocional desaliñada
(¿existe tal cosa?)
cruzar de este modo el
abismo los abismos
las preguntas tendría
algo de dandy con perfil
baudeleriano de la extraña
poética de los sabios (y
viejos) tratados de
laúd una elegancia
lánguida (sabor
violeta) casi
melancólica

Equipo de Redacción

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