Poemas de Claudio H.

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Te presentamos once poemas del músico y compositor argentino, Claudio H.

Amante diamantina

si tú fueras mi amante diamantina
duraría nuestro brillo para siempre
y andaríamos de noche por las ruinas
de todo lo que pudo haber habido y tal vez fue

Si hubiéramos llegado a alguna parte
seguro que sería como lluvia
o a lo mejor en forma de rocío o algún arte
y hubiera sido raro, sin dudarlo

Se rebelan en los bailes los secretos mal guardados
se estremecen en los bares los enamorados
y en solo un momento entra toda la luz de los papeles cambiados
y vuelven a dormir en rincones moribundos de trinchera casi todos los soldados

Si yo fuera tu amante diamantino
nuestro brillo duraría para siempre
y andaríamos sin temer al desatino
mezclaríamos alientos por los cuartos de todos los hoteles

Y si hubiéramos llegado a alguna parte
nos habríamos marchado de inmediato
porque lo nuestro no es llegar sino moverse
cambiar de dirección a cada rato

Se rebelan en los bailes los secretos mal guardados
se estremecen en los bares los enamorados
y en solo un momento entra toda la luz de los papeles cambiados
y vuelven a dormir en rincones moribundos de trinchera casi todos los soldados…

Se vuelven a sus nidos en el barro casi todos los insectos
y los viajeros se quedan dormidos en el baño de cualquier estación

para perder el tren


Que empiece todo

No bebas sin sed
ni comas sin hambre
ni ames sin sueños
ni cantes sin ganas

No corras sin aire
ni viajes sin rumbo
ni duelas sin sangre
ni temas al miedo

No vueles sin cielo
ni busques salvarte
ni folles con prisa
ni aprendas el odio

Canta a los de al lado
a los que están cerca
a quienes nos oyen
a los cuatro vientos

cántales en suave
en firme y preciso
que tu voz les entre
y que se den cuenta

Que el viento la lleve
a la voz cantante
por valles, por ríos
por grandes ciudades

que lo inunde todo
que se lleve el hambre
la pena y el miedo
la mirada triste

y que encienda adentro
de los que te escuchan
una llama grande
que no quema nada

que solo calienta
que transforma el suelo
en camino nuevo
para caminarlo

y que empiece todo


Atardece

Atardece
Se hace tarde en las luces del invierno
y allá, en el fondo de la lluvia
viajan raudas y mudas las vías del tren.
Prometen horizonte de fuego, montañas, cauces secos, medallón dorado.

Miramos hacia el sur, como nos habían dicho, y ahí estaban los sembrados, las calles viejas, las tumbas, algunos recuerdos, el silencio, los caminos de tierra, una mujer sin edad que guarda luto, mirada pequeña, pensamiento de poco y bien, siempre el recuerdo del hambre.

Amanece al otro lado y con la primera luz también se ve la sombra larga de los soldados contra la avenida, justo donde acaba el campo, el olor de la pólvora, la fiesta en la plaza, la orquesta, el amor húmedo en los sembrados

Sobre la cola desordenada de viajeros que se agolpan con maletas en la parada de taxis sigue lloviendo.
Suenan toses. Los abrigos lo vuelven todo más lento, más pesado, irremediable.

De este lado, el nuestro, el de la noche, nos movemos rápido, buscando un sitio donde refugiarnos; un lugar seco; como un cine de barrio de sesión continua, o un bar de esos con la barra de metal brillante y gastado, con olor a rancio, donde atiende el dueño, y unos viejos toman sol y sombra y miran al vacío sin hablar.

Llueve a cántaros y en el suelo del hall infinito de la estación hay carros enormes, serrín y paquetes envueltos con papel madera y atados con cuerdas de color beige.

Unas señoras se saludan con la mirada. Los maridos caminan apurados con los sombreros y diluyen en un abrir y cerrar de ojos todas las palabras del mediodia.

Seguimos.

Se hace de noche en la noche.
Más oscuro en lo oscuro. Agujero negro; ni la luz puede escapar… En realidad no quiere; está bien aquí dentro. Si pudiera elegir no haría nada. Se quedaría como está; plácida, viendo cómo se aleja el rastro ajado de la aurora.
Contemplando impasible el camino vacío,

quieto

oscuro

silente

cerrando poco a poco los ojos, cayendo dormida, iniciando el sueño, en el cálido y suave regazo de cualquier día olvidado del verano.


Amores mojados

Los cuerpos despiertos
bañados de luna
los ojos abiertos
ajenos al frío
la piel que desea
que otra piel la abrace
las bocas sedientas
esperando el beso

Sabia es la alegría
de encontrase al lado
triste la tristeza
de perderse en llantos
sin saber si es cierto
lo que llena tanto
Con poco de dios
con todo del diablo

De noche el silencio
parece más hondo
y hondo es el lamento
de llegar al fondo
Suenan los gemidos
que atraviesan todo
y hasta los anillos
se hunden en el lodo

Cantan los amantes
celebrando amores
despiertan al sueño
se regalan flores
se comparten todo
se mojan profanos
se besan sin miedo
se meten las manos

Se revuelcan libres
como al mundo llegan
negros los olores
húmedas las lenguas
que gocen las ganas
las manos, las tetas
que pueda el deseo
que siga la fiesta

que vivir es esto


Blue domingo

Me viene fuerte el hastío, desengaño, soledad, asco, tristeza, desazón… Todo junto.

Doy vueltas y vueltas, y no encuentro ningún arte, o delicadeza, o ironía fina, o ganas de llorar, o risa amable. Ni rastro de ninguna lujuria. Nada. Caras vacías de autobús y palabras huecas

Me siento caminante ante un ejército de zombis entrando por el aro grasiento y pegajoso de pelearse entre ellos por las migajas, por las sobras de las sobras, las ratas… Sombreros vacíos; ni una cara amable, ni hola ni adiós. De follar ni hablar.

Ni se te ocurra consolarme; te mandaré a la mierda instantáneamente. No busco tu consuelo, mas bien me pregunto qué fue de tu locura, de tus viejas ganas de volar, de tu esperpento… De tu mirada pensante, de tu ausencia presente de estar maquinando…

No soporto volver otra vez con las manos vacías, con la vista cansada, la mirada seca… El sordo dolor de la nada

Pasa un coche de policía con sirena. La muchedumbre aparta un momento la mirada de la pantalla del teléfono; vuelve a ella al unísono en tres se-gun-dos

Tanta gente alrededor tan sola. Tanto que íbamos a hacer hace tan poco… Y aquí estamos; observando la estulticia, orgullosa de sí misma como un torero o un sacacorchos eléctrico.

Me subo la cremallera del pantalón mientras pasa por mi lado una mujer sin rostro y por la calle del costado, una moto con un tipo encima; parecía un solo animal mitad hombre mitad moto.

Tu ropa es toda nueva; muy moderna, muy acorde con los tiempos, de colores pasteles, igual que todo… Tu sangre ya no es roja; es rosa, por no levantar sospechas ni ofender a nadie.

Ni se te ocurra consolarme, ya te lo dije… que te meto un tiro de saliva entre los ojos y te despierto.

Me encanta recordarte con falda corta.
Ahora nos cruzamos en cualquier supermercado, el único lugar que nos queda para cruzarnos. Te saludo y me respondes con desdén; me da igual. Casi todo me da igual.

Siento cómo poco a poco me va cubriendo una capa transparente, fina y resistente de la más absoluta indiferencia, y voy perdiendo los sentidos… Primero el tacto… hasta la oscuridad total.

En el baño de la estación te cobran 50 céntimos por mear y una oleada de señoras y señores con maletas de ruedas salen corriendo del tren que acaba de llegar y se meten rápidamente en la avenida para mezclarse con los transeúntes y así pasar desapercibidos.

Caigo al suelo retorcido de dolor. Me recupero en un rato, respirando despacio como me habías enseñado. El segurata me mira impasible mientras habla con alguien por el gualquitalqui, tiene la mirada de siempre.

Acurrucado en el suelo de baldosas, le dije lo mismo; ni se te ocurra consolarme, cabronazo… que me levanto y desaparezco como un suspiro…

Y así fue, sin darme mucha cuenta, en un acto involuntario, una especie de salto mortal hacia arriba, que por fin me volví aire


El increíble hombre menguante

Me dirijo a la nube apoyada en el suelo
le hablo a los gritos por asegurarme
No puedo resistirme a su atractivo imposible
Me pide que me acerque, que me interne en ella
Como a todos los otros, pretende devorarme,
comerme con labios desdentados, succionarme
Yo me entrego a ser tragado entero entre las fauces del cúmulo blanco

Entro por fin
Todo es indoloro
El monstruo inmaculado me devora lento; yo me dejo
Soy yo mismo el que penetra placentero
La recorro en la humedad secreta
en el placer insoportable, en el sudor que acaricia

Percibo entero como si fuera todo amante
me descontrolo, me retuerzo y me estremezco
Entre tanto, la nube me agradece, me da un último beso y me despide
Al salir del otro lado, todo vuelve a iluminarse
y yo siento el vacío, la tristeza
el dolor infinito de estar solo

Comienzo entonces este largo recorrido
esta nueva aventura de ir menguando
poco a poco, paso a paso
hasta llegar a lo más íntimo
y desaparecer para siempre


Noche reptil

La noche se me sube por la espalda
como una lombriz sedienta de sombra
el aire se corta con cuchillos de diamante
doy un paso y un misterio me lleva poco a poco al subsiguiente

descanso, sigo viaje
me pierdo entre el ramaje
buscando el punto exacto,
el momento predatorio de saltar
encima de la presa
ya muerta de cansancio.

miro hacia los lados, respiro,
el aire se vuelve a cortar con un cuchillo.
la noche sigue tocando su tambor de larga sombra,
perfume, olor de calor, gritos
y yo sigo perdido entre lo oscuro
procurando encontrarte en el medio del camino
y haciendo bien en cazar, porque aprieta el amor
pero más aprieta el hambre
y mejor…
mejor amar después de comer


Mal negocio

para Pepa

Esta vida así vivida
es un pésimo negocio
pero y lo bien que se pasa
caminando por los charcos

y lo bien que va la noche
suspirando entre los tragos
y aunque duela el pie, camino
y la bailo por fandangos

Mal negocio, no lo niego
y es tan suave la locura
los ojos todos abiertos
por las rendijas mirando

y tan clara la mirada
que cuando oscurece el cielo
se alumbra toda la calle
de ciegos claveles blancos

Qué mal negocio, señora
qué despacio caminamos
pero y lo que hemos bailado
con el humo y con el barro

con los pasos tan perdidos
en la noche más oscura
tan oscura que ni hay gatos
ni serpientes, ni borrachos

Y al final del largo viaje
cuando caemos rendidos
de tanto hacer el camino
mientras lo vamos andando

nos decimos enredados;
qué mal negocio esta vida
qué bien que vive bailando


Comprendí (a todos los desamores)

Comprendí por fin que la luz de tus ojos, no eran más que unos ojos abiertos; los tuyos, otrora deseados. Hoy día, unos ojos ya sin más, agazapados, apagados.

Que la miel de tu piel no era miel,
Era solo tu piel con su aroma incorporado.

Que no te roza en absoluto mi poesía
que no la necesitas para nada
que puede que la leas cuando pasa
pero nunca pudo entrar
cada cual es como es,
ya dijiste alguna vez;
“cada uno barre siempre pa su casa”

Comprendí que te quería llegar dentro
y comprendí rápidamente; nunca pude
Ahora queda para mí
se volverá materia prima de canciones

Comprendí que no hay nada más cierto que lo cierto
que no existe ni dios ni lo justo
ni lo bueno, ni lo malo
ni lo arriba ni lo abajo
que ni paga ni no paga la ignominia
que ni hay fuego ni no fuego en tu mirada
tan solo el poder ver como puede lo que ve

entendí sobremanera en el silencio que te mando,
que la fina indiferencia que destilas era en verdad lo que había

comprendí poco a poco la distancia,
la ilusión de la belleza, las palabras perdidas para siempre,
el deseo no cumplido por no cierto…
la bicicleta.

que lo imposible se parece torpemente a lo perdido
los secretos, de igual modo, a lo nunca conocido
que todo ha de morir, y si no muere es que nunca hubo nacido,
y si es así, mejor nunca haberlo conocido; mejor no.

Comprendí que a pesar de lo ocurrido,
de lo increíble por tan inmerecido
después de lo que tanto ha dolido y aún duele,
no voy a olvidarte, no he de hacerlo;
si así fuera no habré aprendido nada,
no habré sufrido lo sufrido,
deseado lo deseado,
sabido lo sabido.

Y así será nuestra existencia para siempre;
el secreto de lo incierto de saberte en algún lado entre tus cosas y tu gente,
entre tu risa inabarcable,
entre la noche sin dormir y la vigilia adormilada al día siguiente


Una cierta incertidumbre

Me siento como enfermo de esperanza
de una cierta incertidumbre que amanece
de mirar el árbol seco y ver que crece
y regarlo y que se vea en lontananza

Encuentro un brillo extraño en tu templanza
un destello que no había visto nunca
una vida no vivida, casi trunca
una suerte de secuela insoslayable

me conformo con pedir lo más probable
que destiles crudamente tu agonía
que compartas como puedas la poesía
que sugiera cada paso enrevesado

que no vengas, que te vayas a otro lado
por aquí no queda nada para darte
que de a poco hemos perdido nuestro arte
y ha escapado la virtud de darlo todo

cómo puede ser que de algún modo
sin haberlo preparado en ningún lado
sin saber a ciencia cierta si hay pasado

en la cruel melancolía que ahora vienes
recordamos tantos barcos, tantos trenes
y gozamos con haberlos alcanzado


Silencio

Habla el silencio
la voz de la nada
grito hacia adentro, pensamiento sin voz
sonrisa del triste
el pensamiento solo del que aprendió a callar
el canto que no quiere
el poema que aún no está

Habla el silencio
puede leerse
siempre es verdad
no ocupa espacio, sí tiempo

Hay silencio y silencio
el que va antes y después del silbido, volviéndolo importante
el que llega detrás de la hecatombe, y ayuda como poco a sentir la desolación
el de antes de la ola que todo lo arrasa
el silencio de justo después de la muerte… total… absoluto
El silencio que perite oír el eco

El que va en la parte fuerte del tiempo para dejarnos cojos o caminando en el aire
El que mejor hacer para que ocupe felizmente el lugar de la mentira
El silencio prudente
El de “no sabe/no contesta”
El silencio en respuesta a la pregunta estúpida
El de no saber qué decir
El de querer decir nada
El de quedarse en blanco

Hay silencio en la radio
En la tele no hay silencio

Silencio en la noche, ya todo está en calma…
Silencio frágil de domingo a la tarde que podría romperse con un tiro

Silencio plácido, fláccido, líquido, lúbrico, ácido, tímido, incrédulo… lúcido

Silencio que se puede cortar con un cuchillo… Afilado
de miradas perdidas que no saben qué hacer ¡pobres!
Creen que deben hacer algo; cualquier cosa para llenar el silencio, que recuerda tristemente y tantas veces al vacío
Pobre silencio; vapuleado, ninguneado, denostado, que nos recuerda a la muerte, que se confunde con ella…

El silencio no miente
y no existe el silencio frenético

Angustia el silencio; da miedo… será arma tal vez (?)

Silencio; calma, zozobra, ausencia, vacío, nada

Silencio feliz, de regocijo, orgulloso silencio
Silencio después de haber hablado

Silencio madre. Silencio creador del sonido verdadero. Silencio perfecto

Silencio

Me callo

Equipo de Redacción

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