«Nosotras somos humanas» La hermosa cuentística de Carmen de la Rosa; por Elena Villamandos González

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Se incorpora en la revista Gafe la escritora Elena Villamandos González. En su primera columna, nos presenta, el libro de Carmen de la Rosa «Nosotras somos humanas».

Los nueve cuentos que conforman el volumen con el que Carmen de la Rosa se alzó en el año 2021 con el Premio de Relato Corto Isaac de Vega, convocado por la Fundación Caja Canarias, son una muestra estupenda de la obra de esta autora de amplia y aguda visión. Sus escritos se mueven entre la crítica social, la fantasía, el realismo mágico y el mundo onírico, sin perder su enfoque feminista y su ironía habitual para resaltar aspectos oscurecidos y silenciados de las realidades vividas por las mujeres. La autora retoma aquí la tradición de la cuentística clásica donde perfila un personaje con una maestría artesanal y, desde la perspectiva del mismo, nos muestra lo que de él se quiere narrar. Con un delicado engranaje, con esa sobriedad que Carmen maneja muy bien y que le confiere tanta fuerza y vigor a las escenas, los personajes se completan en pocas páginas al igual que sus testimonios. Historia y protagonista son indisolubles y la escritora los lleva de la mano con la precisión del relojero. Añadir elementos a cada uno de estos cuerpos narrativos sería innecesario a todas luces, quitarle elementos, sin embargo, los haría incompletos, por lo que podría decirse que cada cuento es un universo en sí mismo, el resultado de una metalurgia literaria minuciosa e inmejorable.

Las imágenes están acertadamente escogidas para definir la acción, economizando los recursos gracias al empleo de unas comparaciones altamente escrupulosas en el detalle. Nada está ahí por nada, todo elemento persigue el único fin de aportar algo al texto. Maneja las descripciones de tal forma que siempre sitúa al lector en la mirada del personaje y la cámara se encuentra vinculada a su experiencia, justo en el centro de su conciencia. Esto le confiere fuerza, vitalidad y credibilidad a la escena. También transmite un enfoque muy personalista pues nunca se sale de la percepción del protagonista, consiguiendo así la empatía por parte del lector.

Por otro lado decir que su tratamiento de las formas verbales es estupendo. Los desplazamientos temporales, tanto dentro de la acción como en la mente de los personajes, están magistralmente llevados. En definitiva, que se mueve por el tiempo narrativo como pez en el agua y esto es importante pues le da coherencia al texto y lo carga de la impresión de agilidad que toda buena ficción requiere.

El volumen arranca con el relato Origen en el que, a través de la contemplación de una pintura, la mujer actual se fusiona con la ancestral. Aquí nos hace ver la facultad de transgresión del arte y el empoderamiento de la mujer gracias al reencuentro con su desnudo y con su yo más íntimo.

En el segundo cuento, Polaroid, Carmen toma elementos del realismo mágico para hablarnos de cómo la memoria puede filtrarse y ocupar espacios a través de sucesos fantásticos sobre mecanismos que manejamos pero cuyos resultados no podemos controlar del todo. También representa una alegoría acerca de la manera en que nuestra memoria, nuestras experiencias, modifican la forma en que observamos las cosas y el mundo. Se distinguen aquí claros paralelismos con los cuentos de Julio Cortázar y con el movimiento del boom latinoamericano.

En el tercer relato, El cuarto de la azotea, la ambientación es fundamental. Se trata de una historia de príncipes, princesas y castillos, narrada al mejor estilo gótico. Usando los elementos típicos del cine Disney, como La bella y la bestia, es en realidad una crítica mordaz a los obsoletos, casi feudales, sistemas patriarcales, y a la necesaria transgresión de los mismos. La casa se describe como el personaje más importante y es la que lleva de fondo todo el peso de la historia. La acción se centra en el incumplimiento de la única norma impuesta por el patriarca. La descripción que la autora hace del salón, de los gatos y del patriarca, un catedrático de heráldica, es exacta y perfecta. La vemos en esa primera escena, al estilo cuento gótico tradicional. Solo en esa descripción inicial, un párrafo que no llega a las veinte líneas, hallamos la ambientación del cuento que, junto con el título, sugiere la historia completa. En este sentido el empleo que hace Carmen de los arquetipos en la caracterización de sus personajes es excelente, pues logra con ellos el equilibrio perfecto entre lo universal y lo personal con lo que consigue la ambientación deseada sin sacrificar ninguna de las características particulares de cada personaje. Este cuento nos habla del empoderamiento de las mujeres que vulneran las normas patriarcales y se establecen como amazonas en el espacio que antes fue del hombre, renovándolo y actualizándolo, la caída del antiguo sistema patriarcal. He encontrado aquí paralelismos con el cine de Hitchcok, algunos de cuyos filmes fueron sacados de cuentos de Jhon Collier, especialmente en su cadencia narrativa y con la literatura mejicana, autores como Rulfo o Carlos Fuentes, donde el entorno, el paisaje, juega un papel fundamental.

En el cuarto relato, Tenías tantas cosas que contarme, los elementos del cuento gótico se intercalan con algunas referencias del cine de suspense para tratar un tema como el desconsuelo que nos deja la muerte y el intento de llenar el vacío, a pesar del sacrificio y la disolución del yo que esto conlleva. La ambientación de cubículo fumadero de opio es espléndida. De nuevo esa combinación de sueño y realidad, esta vez el sueño forzado por una especie de droga que hace conectar con la memoria de la persona fallecida y así recuperarla. Una historia que rescata el espíritu romántico de algunos textos de Edgar Allan Poe. El personaje esnifa los recuerdos de su abuela fallecida hace cuatro días, cada vez que esnifa visualiza un recuerdo. Existe también aquí un paralelismo con las ficciones de H.P. Lovecraft y otra vez de Jhon Collier.

El quinto cuento, Amanecida, sugiere una historia de Juego de tronos ambientada en la playa de la Tejita. Esa carrera de criaturas para la que sus personajes se visten a lo Tron, el guerrero electrónico, esboza una mezcla de juegos electrónicos y competiciones surferas. Las criaturas a las que montan no dejan de ser algo sórdidas. El ambiente es, desde el principio, sórdido y desconcertante y resulta interesante el contraste entre la luz de la playa en el amanecer y lo perturbador de la carrera y de sus criaturas. Sin embargo lo que realmente quiere contar es aquello que no se dice aunque se insinúa en cada línea, ese conflicto motivado por el trato desigual en el que se criaron los hermanos que suscitó los celos del hermano mayor de la protagonista. Carmen nos hace ver cómo la desigualdad asienta, a la larga, relaciones tóxicas y conflictivas que, de alguna manera, conducen al establecimiento de relaciones de poder y de culpa entre las personas, a pesar de que se estimen. También habla del amanecer de la protagonista al, finalmente, eximirse de la culpa y desmarcarse del pulso competitivo al que la ha arrastrado su hermano desde su infancia.

En el sexto cuento, ¿Por qué a los cuarenta y cinco una mujer es una bruja y su marido George Clooney?, Carmen hace una crítica al mundo científico por cómo se han invisibilizado las realidades femeninas, tanto en los trabajos desarrollados por mujeres, como en el hecho de que en las investigaciones médicas no se hayan tenido en cuenta las diferenciaciones que conllevaba pertenecer al sexo femenino. Hace aquí una analogía con las ratas hembras y dice así: “Efectos del estrés crónico sobre los animales de experimentación: pérdida de peso, agresividad, debilitamiento del pelaje, desinterés sexual, insomnio, apatía”. Intencionadamente previsible desde su título, el relato que asienta sus bases en el diálogo entre sus personajes, diálogos, por cierto, maravillosamente construidos, explica muy bien por qué las mujeres nos quemamos antes que los hombres y el síndrome de la superwoman que padecemos la mayor parte de las adultas inmersas en una sociedad donde el machismo continúa siendo una realidad con la que debemos lidiar.

El séptimo cuento, Mano Verde, nos habla del poder curativo que poseen algunas personas mayores. Este cuento, que la autora dedica a su abuela, evoca una de esas historias de nuestra infancia en las que una niña entra en el jardín de la buena hada que la cura y la recompone con sus comidas y sus infusiones de hierbas sacadas de su propio jardín. El don sanador de nuestras abuelas y esa ternura altruista que despliegan es la emoción latente y Carmen la revela de manera hermosa, sin más ambición que la de expresarla y compartirla.

En el octavo cuento, Cuadernos de caligrafía, se nos describe el ambiente retrógrado, petulante y decadente de una aristocracia que se enaltece con los libros, la cultura y el saber pero que vive de espaldas a la realidad de la clase menos favorecida, representada esta última por Olvido, la criada, que ha venido de Alicante para trabajar en la casa. Carmen critica los sistemas familiares patriarcales y conservadores, donde el hombre es la autoridad y las relaciones se siguen sustentando en el poder de las élites que han tenido la oportunidad de estudiar, leer, escribir, publicar y tener cierto reconocimiento social. Pone aquí de manifiesto las desigualdades en el acceso a los libros y el despertar que supone para la persona el aproximarse a los mismos. También la prepotencia y frivolidad de los grupos que ostentan el poder intelectual frente a los otros, configurando lo que podríamos llamar el caciquismo cultural en los tiempos actuales.

El noveno cuento y último, Tiempo de Boleros, es una historia de malos tratos. Su protagonista sufre malos tratos desde su infancia, primero con su madre y después con su marido. Como todas las historias de Carmen, tiene un final esperanzador, de puertas abiertas. La protagonista se recompone y halla las fuerzas para liberarse.

Nos encontramos ante un libro hermoso que recupera la tradición del cuento, siguiendo las corrientes tanto de la escuela latinoamericana como de las norteamericanas y europeas. Fusión de las formas más clásicas con las más innovadoras, tocando temas contemporáneos y universales y haciéndolo desde la perspectiva del protagonista que cobra vida propia. He disfrutado muchísimo porque hacía tiempo que no caía en mis manos una manera de hacer cuento tan solvente y precisa. No siempre puede una decir que los premios son merecidos, en esta ocasión sin embargo lo digo y bien alto. Léanla, es muy buena.

Equipo de Redacción

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