Mirarme al no-espejo de “Los No Amados”; por Antonio Arroyo Silva

0

Manuel Rico en la contraportada del reciente poemario del poeta Juan Cobos Wilkins, Los no amados, nos aclara que el no amor no es sinónimo del desamor. El no amor supone un vacío, algo que nunca ha existido o algo que ha sido borrado de un plumazo de los estereotipos relacionados con el amor. En cambio, desamor supone un caso de ausencia y, por ende, presencia. Los antónimos, como la vida, se contaminan entre sí.

Estamos hablando de poesía y poéticas y de ruptura de las imágenes sagradas por parte de un poeta que bien sabe, como ángel caído, que seguir con más de lo mismo es una pura ilusión y un óxido en la poesía futura, un desgaste. Como el tema del amor no va más allá de la muerte (hasta los ángeles se suicidan), sino se queda en la inmanencia de Spinoza y como la poesía que se repite muere, entonces al poeta solo le queda romper. Poeta iconoclasta, como los expresionistas alemanes, como los destructores de imágenes de Bizancio.

El libro está articulado en tres partes. La primera, que le da título al libro, Los no amados, donde nos presenta el tema: Alguien llega a tu vida/ y tú no estás. Es la manera de presentar ese no-amor, quizás un giro de dados de aquel verso de Cesare Pavese «Vendrá la muerte y tendrá tus ojos». También una descripción de esa nada del amor, que desarrollará en la segunda parte.

Al final de esta sección ya nos presenta a un Dios ateo con alzheimer: …haz memoria, repite/ una y mil veces, / ateo dios con alzheimer, / mi nombre:/ tu nombre/ repetido en el nombre de todos los no amados, / porque la vida llega / y nadie está. El no amor, la no vida, lo cual supone una vuelta al planteamiento anterior, que rompe con aquel amor-vida-Dios tradicional.

Así entramos de lleno en la segunda parte, 1+1: 0. Entramos de lleno en el quid de la cuestión. Si Francisco Delicado en su obra La Lozana Andaluza, en innumerables páginas hacía buena cuenta de los tipos de prostitutas que existían en Roma en el siglo XVI, ahora Cobos Wilkins hace un recuento de las clases de amantes y todos, los más afortunados incluso, los más desheredados terminan en el cero que resulta de la suma que indica el título de esta sección: 2+2: 1/1+1: 0/ Esto suman los exámenes/ amantes. / Esto restan. /Son esto. Pero todos ellos son los amantes más acá de la muerte: Pero son/ los que niegan /el amor constante más allá de la muerte [Quevedo]. /Los que nunca escribieron los versos más tristes de la noche. Los que no se lo dicen también con el olvido.

Y entramos en el broche de Los no amados, In nomine: son las dos primeras palabras que se pronuncian al hacer la señal de la cruz con la que se termina una oración y, por añadidura el poemario; es más, como si las dos partes anteriores fueran la oración y esta última parte una homilía muy especial. No es la primera vez que Juan Cobos parafrasea La Biblia ni es este libro ni en otro anteriores, aunque el poeta realmente increpa a un tú que es la sombra de su yo. In nómine es un poema de 5 páginas de extensión. Se utiliza la segunda persona del singular, quizás también emulando el tono sentencioso bíblico: Escribes/ en el nombre de todos los no amados/ y alguien llega a tu vida/ y tú no estás. Aquí encontramos el mismo tono de apertura de la primera parte.

Vemos a lo largo del poema ese concepto establecido de no amor que halla desprevenidos e indefensos a los seres humanos (¿ángeles caídos?). Un poema pletórico de imágenes donde quizá la más recurrente es la del río. Ahí fluyen los amantes desnudos de recuerdos y sus cuerpos nunca desembocan: Toda el agua/ que puede, por amor, desahogar tu sombra,/ tanto amor/ que por sublimación contiene sin ahogarse el amado//El no amado.

En resumen, Los no amados, como ocurre con los buenos libros de poesía, crecerá en múltiples direcciones tras la lectura que vayan a hacer ustedes, lectores. Pero lo que importa aquí es la rotunda unitariedad del conjunto, aparte de un estilo poético pleno de recurrencias léxicas y semánticas. Nada sobra, nada le falta.

Leer a Juan Cobos Wilkins a veces es mirarme en el no-espejo: el mundo de la poesía temblará necesariamente, desde los cimientos hasta la cima. Desde la sima hasta la cima. La poesía del mundo quedará impune, incluso agradecida

Equipo de Redacción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *