«Las crónicas del Kong», de Ernst Kraft; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque reseña para Gafe.info la obra «Las crónicas del Kong», de Ernst Kraft

Somos mucho más fuertes cuando nos tendemos la mano y no, cuando nos atacamos, cuando celebramos nuestra diversidad y, juntos derribamos los poderosos muros de la injusticia”

Cinthia Mckinney

Una reunión y tertulia, no es una reunión cualquiera, es única y muy importante. Son animales que viven en Kong, una región del África porque son animales que tienen su hábitat en aquella región. “La tertulia para charlar, cotillear, para ver y ser vistos. ¡Caramba!, cómo zumban los rumores en el aire caliente” no quieren ser ignorados, quieren ser observados, tomados en cuenta, ser parte de esa sociedad que los alberga

¿Solo observados? No, porque el volumen de sus cuerpos no lo permite no pasan desapercibidos. son: una cebra, un antílope, una jirafa y un avestruz; también se acerca un león, De lo que sí, se cuidan es de no asistir, sin antes no haberse alimentado “Por si acaso” advierten. Será porque en aquella región el hambre se extiende peligrosamente, tanto que pronto alcanzará carácter mundial.

El cotilleo o el chisme no tiene compasión de nadie y se expande como reguero de pólvora. Es como en las redes, al minuto ya ha dado la vuelta al mundo y la ponzoña de la serpiente es capaz de envenenar la fragilidad del ser humano: “¿Puedes guardar un secreto?”, la dromedaria habla en voz baja, “El elefante está saliendo con una chica”. “Seguramente con la Flaca”, dice el antílope. ”¿En serio?”, pregunta la jirafa a la cebra. “Ssss”, sisea la víbora, “Ya viene la trompa”.

Las crónicas del Kong de Ernst Kraft es una crónica fabulada, que, desde su creatividad original, nos comunica sus inquietudes, propiamente humanas, como son las de narrar, de escuchar, de elaborar historias más allá de lo real o, lo que consideramos realidad, para ello se nutre de herramientas estratégicas, que en este caso son los animales, a los que confiere atributos humanos del hablar y de la reflexión, en su ideal de visibilizar vicios, actitudes dañinas de los defectos morales de los seres humanos: “¿Sabes algo de los jabalíes?” “Se están machacando unos a otros” “En los bosques, siempre hay algo”, dice la hiena, “Son guerras tribales, opina el león, no sin cierto desdén”.

La obra es una ficción distópica que se refiere a una sociedad que lejos de brindar alegría y felicidad, le produce infelicidad degradándoles a una situación irreversible: “’¡Ay!, qué pandilla formábamos’, piensa el jabalí con melancolía, ‘Yo con mis hermanos, cuánto disfrutábamos el comienzo del invierno.’ – De niño, todos me querían, pero luego me llamaron bastardo o guarro rayado. Pero ¿a mí qué me importa que unos chulos y tontos me insulten? Yo era feliz con mi familia. La familia es lo más importante, ¿verdad? Si hubiera quedado sólo en insultos.”

La propuesta de un nuevo estamento de vida familiar, no la que regía hasta ahora, no más unidad, no más amor, menos solidaridad entre sus miembros, negativismo que se extiende a la destrucción de lazos de amor y tolerancia. qué lejos se encuentra el valor de mantener a una familia unida en torno a la igualdad, los presenta contrarios al valor del respeto y la humildad. “Con golpes y mordiscos, me lesionaban y me humillaban. Eso sólo era el comienzo, ¿cosa de jabatos? No creo, había un plan detrás, estoy seguro.”

La sociedad en el mundo está resquebrajada, dividida, solo existe libertad de acción para unos pocos, a los que les llega toda clase de beneficios y tienen acceso a vivir muy cómodamente y disfrutar de favores del poder que ostenta ser el amo del mundo: “Llegaron las prohibiciones: entradas vetadas, asociaciones desmanteladas, comidas restringidas y delicias prohibidas, ¡Uf! las trufas eran exclusivamente para jabalíes y cerdos “hidalgos”. ¡Cómo presumían los farsantes con ese título!”.

Con un lenguaje fácil y accesible, lleno de dolorosas reflexiones, pero asequibles: “(…) Cuando me dijo: “Oink”, mi corazón dio un salto. Es que Oink, para nosotros es mucho más que un simple OK” El libro conseguirá la atención de todo tipo de lector porque son situaciones de vida, muy actuales, donde el poder se va extendiendo y los maltratos, injusticias con niños y mayores son las ediciones de la prensa diaria. La literatura tiene el poder de atraer y formar opinión, como en esta ocasión: “Pero yo era joven, me creía inmortal, capaz de vencer el universo entero, y me enamoré de una guapa cerdita. ¡Qué dulce su hocico! (…) tropezamos con la valla. “Alto”, nos dijo el cerdo-gorila. “Tú no puedes entrar”, me dijo a mí. “Pero ¿ella? sí!”, y se reía. “Ella si puede entrar, ¿no cierto?”, preguntaba el gorila a su secuaz con un guiño del ojo”.

La obra es un mensaje enérgico al capricho y la dominación a la que nos dirigen los poderes del mundo, Las palabras emitidas nos recuerda que las personas pueden ser corrompidas y de qué manera los gobiernos totalitarios son perjudiciales para una vida en común satisfactoria, estas arbitrariedades inducen a la migración de sociedades enteras que buscan lugares donde pudieran ser tenidas en cuenta y vivir con mejores oportunidades de seres humanos: “Los ‘hidalgos’ separaron a los jabalíes y cerdos ‘vulgares’ de los ‘nobles’. Nos concentraban en establos abandonados. Al alba nos sacaban para realizar trabajos forzosos en el campo.”

La manipulación de la dignidad del ser humano y el chantaje a que se los somete, con la finalidad de proporcionarles alimento diario, con la única finalidad de mantenerlos ocupados, pero siempre con hambre son la preocupación del autor que, a través de su observación y mejor reflexión, desde la intervención de actitudes de los animales que sufren vejámenes son la mejor explicación de estos desajustes humanos “¿Habrá algún chivato?» “Vengo del Reino de la Bestia, donde el animal no tiene valor.» “Un tenso silencio se extiende sobre la llanura del Kong”.

Desde el punto de vista de Kieth M. Booker, la literatura distópica se utiliza para “proponer nuevas perspectivas sobre las prácticas sociales y política problemáticas que de otro modo podrían darse por sentado o considerados natural e inevitable” el autor Ernst Kraft, no desea que la situación inhumana que se extiende por el mundo siga creciendo, pide reflexión e intervención para detener esta situación que conducirá a la destrucción del ser humano o, lo peor transformarlo en un robot por el hambre y que, las necesidades vitales le obligan “¡no!, la trufa de verdad es una seta deliciosa y escasa. Es difícil de excavar, porque crecen por debajo de la superficie; escondida en la maldita tierra rompe-pezuñas. Ahora me pregunto: ¿Dónde está este Mercado que vende las trufas de sangre? ¿Quiénes compran?“.

La respuesta está en la voz del jabalí que sufre y se pregunta constantemente el porqué son tratados de esa manera despiadada y cruel y dice: “Los campos laborales pronto se llamaron huertos de la muerte. Eran tantos los que morían por el trabajo inhumano, las ejecuciones, el hambre, o la peste porcina, que ni siquiera se les daban un entierro digno”.

Con la familia destruida, se destruirá el amor y la confianza de vida, quienes sentimos la necesidad urgente de mantenerla e impedir su disgregación debemos actuar: “Yo era feliz con mi familia, pero de un día a otro, en el cole, se creó el rumor de que yo no era hija de mis padres, que era huérfana, y adoptada. Me sentí confusa, ¿era mentira mi felicidad? Pero no puede ser, pensé, nos parecemos tanto, o ¿no tanto?, y me entró la duda”.

Amigo lector he ahí una bellísima obra que nos involucra en la difícil tarea de trabajar en conjunto por la salvación del tesoro más preciado, la familia y el amor que ella nos conduce en el mundo. Nos dice Richard Bach, escritor estadounidense: “El vínculo que te une a tu verdadera familia no es el de la sangre, sino el del respeto y la alegría que tú sientes por las vidas de ellos y, ellos por la tuya”.

Equipo de Redacción

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