Una semana, una poeta: Dora Castellanos

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Dora Castellanos (1924, Bogotá) fue una destacada poeta y periodista colombiana. Trabajó con ministros, en telecomunicaciones y fue diplomática en Caracas. Primera mujer en la Academia Colombiana de la Lengua, tiene una copiosa producción literaria, con temas de vida, amor y muerte, premiada y publicada incluso póstumamente. Realizó lecturas en Taiwán y su obra se distingue por su profundidad emocional y temática variada.

Foto tomada del Blog Pasión Creadora: https://www.pasioncreadora.info/ensayo/mundo-plural/5-d-o-r-a-c-a-s-t-e-l-l-a-n-o-s/

Dora Castellanos nacida en 1924 en Bogotá. Es reconocida por ser una famosa poeta y periodista colombiana. Dora fue secretaria privada de trece ministros de Economía, relacionista de una empresa de telefonía, diplomática en Caracas y gran promotora de la vida cultural. Fue la primera mujer llamada a la Academia Colombiana de la Lengua, y además ejerció el periodismo y se siguen publicando sus numerosos libros inéditos, después de ostentar una amplia bibliografía que la ha colocado entre las escritoras colombianas más conocidas nacional e internacionalmente.

Dora realizó una breve pero importante visita a la República de China y fue durante su estadía en Taiwán que presentó lecturas en la Universidad Tamkang, en la Universidad Fu Jen y en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Ella comenzó a escribir desde muy joven, cuando apenas tenía unos quince o dieciséis años, cuando publicó «Clamor», su primer libro de poesía, siendo autora de veinte libros.
Ella además de escribir poesías, se dedicó al periodismo y durante mucho tiempo escribió la Columna Dórica en el principal diario de la capital colombiana, también colaboró en otros periódicos y revistas con columnas como «El Cofre de Pandora», la «Columna de Granito», y «Cromosomas», ésta última noticias cortas sobre sus viajes.

Su poesía cuenta temas que giran en torno a la vida, el amor y la muerte, siempre ha tenido gran aceptación y recibió varios premios en Colombia, tales como el Premio Simón Bolívar, por sus servicios distinguidos a la cultura.

Fuente: https://www.biografias.es/famosos/dora-castellanos.html

POEMAS

Algún día

Un día llegarás;
el amor no espera.
Y me dirás:
Amada, ya llegó la primavera.

Un día me amarás.
Estarás de mi pecho tan cercano,
que no sabré si el fuego que me abrasa
es de tu corazón o del verano.

Un día me tendrás.

Escucharemos mudos
latir nuestras arterias
y sollozar los árboles desnudos.

Un día. Cualquier día.
Breve y eterno,
el amor es el mismo en primavera,
en verano, en otoño y en invierno.

Amor, como los ríos

Oculta fuerza de agua soterrada,
nos sorprendió el amor tan de repente,
que al mirarse a los ojos hondamente
se desbordó el amor en la mirada.

Y brotó aquella fuente enamorada,
con fuerza tan vital y jubilosa,
que fue en verdad y amor la más gozosa
en que jamás me viera arrebatada.

Fue aquel amor, pasión tan verdadera,
-¿era tierna o sensual, dulce o ardiente?-
¡ya nunca más sabremos cómo era!

Que tus labios juraron en los míos:
vivirá nuestro amor eternamente,
y nuestro amor pasó como los ríos.

Hacia mi sombra

Vuelvo a la oscuridad donde he vivido.
Tu claridad de mi dolor se aleja
y sobre el alma trémula me deja
un tenue resplandor de luz y olvido.

Soy un ciego que busca el bien perdido;
ya su amor en mi amor no se refleja.
De la noche sin término se queja
el que la luz de Dios ha conocido.

Perdí tu amor, en plenitud y lumbre.
No sabes que tu fe resplandeciente
iluminó mi abismo hasta la cumbre.

Quizá vuelva a encontrar tu estrella clara
porque otra llevará sobre la frente
la luz que alguna vez me iluminara.

Hay algo en ti que nunca he conquistado…

Hay algo en ti que nunca he conquistado;
vana sombra que no me pertenece,
algo que me conturba y me estremece:
flor de amor que jamás he deshojado.

Es algo indefinible, atormentado;
noche que no se acaba ni amanece;
cual sórdido cilicio permanece
entre la carne viva, soterrado.

Algo entre la locura y el espanto.
Grito que va a llegar y nunca llega,
cercano al resplandor, próximo al llanto.

¡Oh trágico dolor de herida ciega!
Amor por quien suspiro y me levanto,
hay algo en ti que nunca se me entrega

La roca viva

Gracias, Amor, por esta dulce herida
y la blandura de mi sufrimiento.
Por la risa y el gozo y el lamento,
en tanta plenitud desconocida.

Bendito siempre, Amor, porque te siento
crecer en la ternura compartida
y por las aguas de tu mar sediento
que arrasa las orillas de mi vida.

Hoy sé que los rigores de tu fuego
consumió en llamaradas mi sosiego
y mi paz se hizo llanto y quemadura.

Ahora voy como barco a la deriva.
En los escollos de tu roca viva
rompió mi corazón su arboladura.


Equipo de Redacción

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