La nueva normalidad de los Festivales de Poesía, de Annabel Villar

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Parafraseando a Gustavo Adolfo, respondo a la propuesta de Beatriz Giovanna Ramírez, ¿qué es un festival de poesía?

Parafraseando a Gustavo Adolfo, respondo a la propuesta de Beatriz Giovanna Ramírez, ¿qué es un festival de poesía?

Y respondo, un festival de poesía es muchísimas cosas diferentes.

Un festival de poesía puede ser internacional porque agrupa a poetas de diferentes países, pero también puede ser llamado internacional por sus organizadores simplemente porque se desarrolla en Barcelona e invitan a una poeta peruana que vive en Zaragoza. Esta por supuesto es una simplificación inventada por mí para ilustrar que a veces los festivales pueden ser un poco engañosos. El apellido “internacional” era muy útil para conseguir subvenciones, en la época en que las había. Porque ahora, al igual que la verdad es la primera víctima de las guerras, la cultura es la primera víctima de los recortes, las crisis, las pandemias, y todas las catástrofes naturales o artificiales que pueden ser utilizadas de excusa para no invertir ni un euro en la cultura.

Julio Pavanetti y yo, directores del Liceo Poético de Benidorm, hemos organizado y dirigido durante tres años, 2016, 2017 y 2018, el Festival Internacional de Poesía “Benidorm y Costa Blanca” (FIPBECO), que en cada edición nos proporcionó satisfacciones por la calidad personal y poética de los más de 60 poetas de todo el mundo que nos visitaron. Y además nos permitió confirmar que el trabajo serio y apoyado por autoridades municipales involucradas con la cultura, hace que el festival cumpla sus principales objetivos de difundir la poesía y también dar a conocer la comarca en la que se desarrolla.

Como asistente a festivales de poesía por todo el mundo, esa es la enseñanza que he recogido: para disfrutar a tope de la experiencia y aprender de la “otredad” es fundamental asistir con la intención de pasarlo bien, conocer otros países y culturas y sobre todo, hacer amigos.

Pero más importante aún, huir como de la peste de los super egos que nunca faltan en estos eventos para no dejar que te arruinen la experiencia.

¿Y qué es lo que está pasando ahora con los festivales y encuentros en época de pandemia?

 Obviamente, se han suspendido todos los encuentros y festivales presenciales, no podemos volar ni aglomerarnos y entonces la solución que han encontrado los que tienen mono de estas actividades son los encuentros telemáticos, vía zoom, vía audios o vídeos, vía revistas digitales o en antologías mundiales con decenas de poetas que envían sus poemas para ser incluidos en las páginas web o blogs de quienes se toman la molestia de generar un compendio de obras que nos hagan sentir un poco menos solos, aislados y alejados de la poesía.

Dice mi buen amigo el poeta y activista cultural turco Mesut Senol, delegado del Liceo Poético de Benidorm en Estambul:

“…los eventos culturales, educativos y literarios realizados telemáticamente ofrecieron una línea de vida para casi todos, pero para los intelectuales en particular. Esto fue así, porque escritores, poetas, eruditos siguen ocupándose de los trabajos creativos que antes habían sido su rutina. Y lo más importante, los poetas y escritores que solían viajar, participar en eventos nacionales e internacionales se encontraron en un vacío. Por lo tanto, su necesidad fue abordada de alguna manera por innumerables eventos en línea y / o algunas publicaciones en el proceso. Los festivales reales fueron sustituidos en este período por encuentros virtuales y otro tipo de eventos.

Curiosamente, esta supuesta pandemia desafortunada podría habernos ayudado a todos a ser más adeptos a las tecnologías de la información y los ejercicios de creación de redes creativas e innovadoras.

…Creo que nosotros, los poetas, deberíamos ser más optimistas y más creativos que el resto de las comunidades en las que vivimos. Ya que nos tildan de magos del mundo, ser chamanes o magos modernos podría ser una buena alternativa.”

Admiro el coraje y las ganas de mi amigo Mesut o de otros grandes gestores culturales como mi amigo Aminur Rahman, magnífico anfitrión en su Bangladesh natal y magnífico organizador también de múltiples encuentros telemáticos durante el año que llevamos de pandemia.

O como en el caso de los organizadores de los clásicos y multitudinarios festivales de poesía de Medellín en Colombia o de Granada en Nicaragua, que también han tenido que apelar a los encuentros virtuales.

Yo misma he recibido múltiples invitaciones para participar en todos ellos, pero debo reconocer que, en lo que me es personal, este último año no he estado demasiado activa en las redes. Reconociendo la resiliencia que significa no darse por vencido y acudir a la tecnología para sustituir la presencialidad, he preferido aprovechar la pandemia para la introspección y para alejarme un poco de la frenética actividad de cara a la galería de los últimos años y buscar mi propia “nueva normalidad” en el confinamiento.

Equipo de Redacción

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