«El aula vacía»; un relato de Luis Alberto Serrano

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Presentamos un relato de Luis Alberto Serrano. Autor de la novela «Las tres reinas».

El aula vacía

Presentía que algo no iba bien cuando el chófer que me fue a recoger al aeropuerto se limitó a saludarme y nada más. No es que tuviéramos mucha confianza, pero yo ya había impartido clases magistrales en esa universidad varias veces y habíamos llegado a tutearnos. Al llegar a la puerta, me recibió el secretario del director, muy serio. Ya deduje que algo fallaba. “Sólo se ha apuntado una persona a tu clase”, me dijo preocupado, antes de preguntarme si la quería suspender. Me negué en rotundo. Una persona merece el mismo respeto que cien, contesté sin dudarlo.

          El director, más sonriente, me agradeció la deferencia y alabó mi determinación. Sospecho que pensaba que yo estaba fingiendo y que la decepción la llevaba por dentro. Nunca había dado una charla a menos de cincuenta personas y eso era lo único que me preocupaba. ¿Sabría desenvolverme y hablarle a una persona sola como cuando lo hacía para cientos? Aunque, a decir verdad, lo que realmente me estaba incomodando era ver a todos tristes y, más aún, las muestras de condescendencia con las que intentaban alegrarme. Como si les diera pena por lo que ellos calificarían de extremo fracaso el tener un aula vacía.

          Yo decidí tomarlo en positivo. Se me estaba dando la oportunidad de probarme una faceta nueva. Me tomaría la charla en serio, para que esa persona se fuera de mi disertación con la sensación de que había valido la pena haber pagado por ella. Qué menos.

          Como soy un poco supersticioso, me encerré un rato conmigo mismo para hacer mis rituales: meterme bien la camisa dentro del pantalón, soltarme un poco el cinturón para que no me apriete, mojarme el pelo para que se quede bien repartido, colocar en el bolsillo mi bolígrafo de la suerte, etc. Y allí que me fui. Expectante, excitado, seguro de que iba a ser una clase que no olvidaría nunca. Entré en el aula y allí estaba esa persona sentada mandando mensajes con el móvil. Desde que me vio entrar, lo apagó y lo guardó con prisa. Y yo, me puse nervioso como nunca.

          Era una joven rubia de mirada dulce. Por su tópico físico no pegaba en una charla sobre la ausencia de lluvia en los procesos eruptivos. Pero ahí estaba. Empecé hablando de los distintos tipos de magma atendiendo a su composición mineral con una torpeza inusual en mí. A trancas y barrancas, terminé y la chica solicitó hacerse una foto conmigo. Cosa que agradecí y acepté con la condición de que me la mandara por wasap. Nos dimos los teléfonos y nos dispusimos a salir. El director, que venía con su esposa, me pidió que le acompañara a comer a un restaurante cercano. Accedí y le pedí a Irene que si se apuntaba con nosotros. El nombre me encantó cuando me lo dio al darme el número de teléfono, porque se llamaba igual que mi abuela.

          Al año siguiente tuve que volver a la universidad a dar otra charla. La cara que puso el chófer al venir a recogerme al aeropuerto y verme salir de la mano de Irene. Me sonrío, me abrió la puerta, me tuteó y me trasladó; sin parar de hablar y de lo mucho que me admiraba. Yo no entendía el porqué de tanta devoción. Me explicó que en primer año que nos habíamos conocido le di un consejo: “trata siempre de disfrutar el éxito y de transformar el fracaso en una nueva oportunidad”. Y yo, le había demostrado que soy de los que cumplo mis propios consejos.

Luis Alberto Serrano

Luis Alberto Serrano es titulado en Realización de Audiovisuales y Espectáculos. De su faceta artística ha cosechado premios y éxitos tanto con sus cortometrajes, como en los musicales y obras escénicas que ha dirigido, y que han llenado teatros en tres continentes. 

          Ahora, afronta el nuevo reto de la escritura con su primera novela “Las tres reinas”, basada en la historia de las tres esposas de los reyes magos () y dando conferencias del su proyecto de Relatos Cortos FOTO+RELATO en el que, fotógrafos de todos los confines del mundo, han enviado sus fotos para que las convierta en historias y/o reflexiones. 


          Fiel al estilo que ha seguido en todas las disciplinas en las que ha dejado su sello: contar la realidad más cercana y, sin moralizar, dejar que el público la asuma y saque sus conclusiones.

Reinventándose durante esta pandemia, se estrena como articulista con su blog “Desde mi propia luna” y sus opiniones se publican en más de 40 medios de comunicación de 9 países.

Equipo de Redacción

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