«Un día luminoso» de Montse Fillol, de Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos adentra en la obra «Un día luminoso» de Montse Fillol en esta nueva reseña.

Aún sopla en mí la optimista esperanza de hallar el puente transitable entre los límites y el infinito”

Alejandra Pizarnik

Los cuentos que contiene el libro de Montse Fillol, titulado Un día luminoso, nos permite leerlos con el corazón y la imaginación de retrotraer pasajes de la niñez, de aquella en que se lee con deleite la imaginación fantástica de cuentos que despiertan los sueños e ilusiones de vivir. Montse los transforma a la realidad de vida de un ser que ha crecido y que vive su propia realidad. Es su propia luminosidad ante la realidad que nos circunda. Contienen temáticas distintas, pero todos están encausados a la mente humana que conserva esos ideales felices que le reportan vivencias reflexivas. Veamos algunas de ellas.

El terrible negativismo de los seres que, se manifiesta en su accionar, parecería ser que nadie está de acuerdo con lo que tiene o es. Si se nació con un órgano menos, seguro que la naturaleza sabia la sabrá reemplazar. La ciencia se ha valido de este autoengaño y hoy se enriquece con trasplantes y reemplazos que manifiestan satisfacción perentoria. Somos tan imperfectos que hacemos de nuestra mente también imperfecta. En el caso de mi perro parece otro. Camina erguido con el rabo tieso. se acerca a los gatos, que perseguía con furia. Les olfatea las orejas, para luego ignorarles. Ellos a su vez, hacen lo mismo, o le maúllan, en el orificio del oído, dejándole paralizado.”

La insensatez de años inseguros, simples, sin lógica, muestran con los años el compromiso firmado, que se creyó que jamás se podría cumplir. Aquella insensatez se torna en dolor y estupor cuando la razón muestra que se deben cumplirlos a cabalidad: “Repasa la letra pequeña, su caligrafía de hace años era prolija. Lee estupefacta. “Si me caso con él, te pagaré la apuesta con un pan cada día”. La mujer coge, en silencio, uno de la estantería y se lo envuelve en silencio, compungida. Empieza una letanía, contando los años que no la veía, haciendo en voz alta las cuentas de cuántos panes le debe. Doce mil. El pan de cada día es lo de menos, piensa mientras le sonríe, lo raro será volver a verla todos los días.”

La fantasía e imaginación son propias de la mente infantil, que va desapareciendo cuando va formándose la lógica que tomará su lugar, cuando nazca la madurez respectiva. Vivir la fantasía es vivir en una eterna ilusión, la utopía de seguir imaginando que el príncipe azul de cuentos infantiles podrá hacerse realidad y despierta a una catastrófica realidad, casi siempre tarde y se debe vivir con la ilusión petrificada: “En efecto, no podía ser otro, era tal como lo había imaginado. Alto y azul. Había descabalgado y la esperaba con los brazos abiertos. limpiándose el sudor, corrió hacia él. Pero a medida que se acercaba, su figura se desvanecía. Primero, los pies morenos, luego el cuerpo enfundado en la chilaba, y al final, la cabeza de ojos brillantes, que no llegó a besar.”

La búsqueda de la felicidad es el falso mito que se repite tiempo a tiempo, muchos han sido los conceptos e ideas que han querido desentrañar ese sentimiento que se experimenta de cuando en cuando, pero sabemos que la felicidad es efímera, no es un estado continuo y es parte de nuestra cualidad humana experimentar toda una variedad de emociones y sentimientos, mientras vivimos, son momentos, sensaciones, estados del ser, que llega y conforme llega, se va: “Las plumas de mil perdices muertas volaron por la ciudad pegándose a las narices de sus habitantes. Solo los amantes afortunados, que recogieron una pluma de aquellas aves, no desearon nunca más comer perdices, ni probarlas, sino más bien, ser felices de otra manera.

Los cuentos infantiles, aquellos que hacen vibrar de emocionantes situaciones de vida y, sobre todo del sentimiento de amor, sensación ineludible para todo ser humano. Las sirenas, existen por la versión de muchos que dicen haberlas visto, pero a excepción del cuento, nadie ha dado versión de conversión o transformación. El juego de la verdad y la fantasía, es el juego literario de la ficción la que nos conduce por ese sendero de indagar por la verdad: “Además con su familia ya había tenido suficiente en el fondo marino como para seguir teniendo que verles los domingos. Lo de convertirse en espuma para desaparecer, había sido una excusa que ella misma se había inventado, para que al príncipe no se le ocurriera irla a buscarla. El mar y la tierra debían estar separados, por siempre jamás.”

De qué manera, los cuentos infantiles nos despiertan la imaginación y nos permiten transformar aquellas manifestaciones, cuántas veces de terror y de poderlas reescribir dándoles el tenor de versiones que estén de acuerdo a nuestras vivencias y sentimientos que son muy diferentes de épocas antiguas, como son los cuentos de “Las mil y una noches”: “Barba Azul cayó fulminado llevándose la mano al corazón. Su boca se torció como la cola de un lagarto. Lo último que vio fue a su cuarta esposa descolgarse, y ponerse a bailar con la matrona. Las dos mujeres tomaron las riendas del condado y repartieron entre las familias de las desdichadas, las mejores tierras y parte de las riquezas de Barba Azul. ”

Los medios tecnológicos, cada vez más sofisticados y difíciles de adentrarse, hacen que el ser humano se sienta solo y abandonado a la sola compañía de un aparato que si no se lo sabe manipular, seguro se aislará del mundo. las máquinas son frías, incapaces de darte el abrazo necesario, la voz de aliento que requieres para saberte acompañado: “Ella: A mí me puedes llamar. / Él: Mejor no. No te creo. Seguro que ya estás con otro. / Me he comprado una tele de setenta y cinco pulgadas. /Ella: Sigo con la que me regalaste. Casi no se oye. /Él: Mejor así, te aburres y me llamas.”

La vejez, para mucha gente es un estado no deseado porque pareciera ser que es la etapa de la soledad y el abandono, tanto de sí mismo, como de aquellas personas que acunó con amor y desinterés. las arrugas de la piel parecen ser la oquedad sin límite, percibir la tersura de la tez que se va agrietando de manera cruel, tanto que no quiere el espejo porque le devuelve una realidad imprecisa y desleal: Sueño que estoy a medias cruzando una de mis arrugas. Trincheras que se abren, y allí me encuentro con otras mujeres. Hablamos sobrevolando con la mirada sobre las muchas y pocas cosas que nos han pasado, que nos han resarcido, resabiado, o dolido. Cuando atravieso ese surco,dejo que el absurdo haga su obra. Hablo antes que pienso para seguir la corriente.

La vida del ser humano ha sido comparada con un laberinto, no en vano se tiene mitos acerca de este fenómeno, la del fauno, por ejemplo, Borges y la torre de Babel, que no son, sino los contratiempos y el destino de los seres humanos en sus vivencias con el mundo. El laberinto de la vida que no siempre encuentra el sendero correcto, pero está la flor de la buganvilla que es la flor de la esperanza que jamás abandona: “En una época no paraba de fantasear con visitar su torre de Babel. Una especie de castigo o un premio, según se mire. Llega la tarde y con el último rayo, veo al rey con su toga de samaritano que me pide que le siga. Me lleva fuera del laberinto. Voy hacia él, para agradecerle el gesto pero desaparece. Me alejo sin mirar atrás.

Amigo lector sigue con muchos más cuentos apasionantes, recordemos la voz del escritor uruguayo Mario Benedetti, cuando dice: “Los años corren, simulan que se detienen y vuelven a correr, pero siempre hay alguien que en medio de la oscura perspectiva alza una antorcha que nos obliga a ver el lado íntimo de las horas”.

Equipo de Redacción

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