«Territorio de signos», de Andrés Canedo; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos acerca en su columna a la obra «Territorio de signos», de Andrés Canedo

La vida no es un problema a ser resuelto, es una realidad a experimentar”

Soren Kierkegaard

La novela Territorio de signos de Andrés Canedo, nos introduce en la vida del narrador, contada en primera persona y con descripción minuciosa de su vida, desde dos aspectos: su vida amorosa y su actividad en el teatro.

¿Qué es signo? es el entorno manifestado, determinado como un hecho, una realidad que se vive y se exterioriza en la vida del ser humano y establece esa vivencia como algo determinante en su propia vida. y, ¿cuál es el territorio de signos que vive el narrador? es su alocada vida, sus intrincadas interrogantes que, aunque le permiten llenar sus días, unos satisfactorios y otros, tristes y desolados, son circunstancias que marcan el transcurrir de las etapas de la vida.

La obra está dividida en capítulos que enmarcan las vicisitudes de una vida plena de aventuras, como de sinsabores, propias de alguien que busca y encuentra el destino que le muestran los caminos, por los que, generalmente debemos recorrer los seres humanos. Tiene tres capítulos un tanto extensos y otros tres breves, como quizá los que transcurren el final o el desenlace de una vida: “Ahora, mirando el techo de la habitación de este hotel, trato de descifrar si ha llegado el tiempo de la redención, si al construir una nueva historia podré borrar la anterior o si, por el contrario, detrás de cada acción para rehacer la alegría, permanecerá inalterable la herida que se nutre a sí misma, que se reconstituye a pesar del tiempo que, hasta ahora, nada cura.

El protagonista es Carlos, un joven apasionado por la vida porque, así como vive el sentimiento de un amor profundo que lo enfrenta con la muerte, también se enfrenta a otro amor, insondable, pero aciago e insensato. Su primer amor es Mariana, mujer sencilla que, al igual que él , ama el teatro y juntos recorren con este arte que los enfrenta a un público, no siempre halagador, unas veces son premiados con aplausos y felicitaciones y, otros con críticas severas que los desaniman: mirando el cielo raso algo descascarado, bus­cando inútilmente evadirme en esas formas, procurando con los ojos, que tan prematuramente han visto tanto, la distrac­ción para olvidar todo el horrendo conocimiento adquirido aquellos días. Pensaba en el destino, pensaba que en el entre­vero de los días llegué una vez hasta La Paz para conocerla y amarla. Que luego la llevé conmigo para transitar sus caminos y recorrer con ella tantos otros caminos y días.”

Carlos vive, junto a Mariana, los momentos de amor correspondido. Ella es bondadosa y tolerante porque, él, es enamoradizo y nunca desoye una palabra, menos una mirada femenina. Sin embargo, son marido y mujer, tienen un hijo y es el amor que es privilegio y admiración de los compañeros de teatro, lo mismo que por la familia de ambos. Este romance no tendrá un final feliz porque, Mariana fallece y, Carlos vive una tremenda desazón en su vida. El dolor le persigue y nada, lo consuela: Recorrí tantos días y tantos azares para llegar hasta ese momento que se volvió perpetuo. Lo sé, no me es ajeno el sentido de eternidad después de cinco años de deambular procurando borrar esas imágenes. No hay arte, no hay ternura, no hay orgasmos ni eyaculaciones que puedan borrar la mácula indeleble de la muerte.”

El teatro será una distracción y mejor ocupación, aprende muy bien el desenvolvimiento escénico y todos los intrincados artilugios que la puesta en escena que este arte exige, hasta hacerlo un excelente actor y, luego director de obras que lo presentan como una promesa del arte escénico. Él es médico, pero nada el atrae más que una actividad de teatro: “Creo que una de las claves está en el amor que le pongas a la cosa y en la fe en que tu espíritu de artista se im­pondrá finalmente a todos los obstáculos. Tú eres un artista Carlos, la gente que te quiere te dice poeta… esa creatividad y el manejo de la técnica que poco a poco vamos aprendiendo, van a hacer que lo logremos. Algunas cosas requieren de tiem­po, tiempo Carlos, tiempo…” eran las palabras de Mariana para incitarlo a continuar con algo que le apasionaba.

Junto a siete actores le permitió recorrer escenarios en la ciudad, en el país y en el mundo entero. Con el teatro visitó países, asistió a Festivales nacionales e internaciones, donde no siempre recibieron apoyo. Muchas veces pasaron hambre y durmieron en sitios donde sintieron frío e indiferencia, inclusive expresiones de menosprecio, pero, nada lo desanimó: ¿Qué significa? Chambones, ineptos, actores aprendices. No podíamos competir con la calidad de otros grupos, con actores experimentados, con más recursos; aunque sus obras tampoco fueran una maravilla. Eso produjo desánimo, pesa­dumbre, porque en realidad no entendíamos bien lo que pa­saba”

Después de más de cinco años de su duelo de dolor por la muerte de Mariana, conoce a una muchacha extranjera que le llama la atención y cree enamorarse. Como es apasionado, se siente atraído y piensa que al amor, asomó a las puertas de su corazón y en pocos días le propone matrimonio. Está muy enamorado, le atrae el físico de la mujer. Ella es Amalia, sin embargo, todavía siente en su ser muchas dudas, que lo llevan a constantes divagaciones sobre el verdadero sentido del amor y el entendimiento razonable: Tal vez Amalia es la proyección de esa necesidad y soy apenas un conquistador con los pies de barro que busca un mundo razonable, un placebo para engañar a mi soledad. Esta es tam­bién una navegación en aguas tormentosas, como tantas otras, como toda la vida. Navegar es necesario, así sea hacia la nada. Navegar… navegar…”

Nada lo detiene y vuelve a contraer matrimonio con Amalia y, al poco tiempo conocerá las dudas y desatinos de la mujer que solo demuestra indiferencia y reproches inusitados. Carlos abandona el teatro y consigue otras ocupaciones que le permitan llevar una vida mejor; paro nada es del agrado de la mujer. Su amigo le recrimina: Soñador, iluso, ingenuo, quimerista, cándido, utopista. (…). La utopía, la otra, la de la justicia y la libertad, un sueño al que no le pusiste cojones. Alma pequeña a pesar de la magnitud de este dolor que ahora te ahoga. A pesar de esta navegación en tu laguna, en tu charco tormentoso, en tu vaso de agua. Pero es mentira: no hay vaso de agua; el amor es un mar inmenso y desconocido y por él llevas a tu alma navegando en medio de la tempestad.”

Toda esa amargura de sus amores frustrados solo es compensada con el teatro y vuelve a él, donde vuelve a triunfar y ser ovacionado. Está convencido que este arte que lo compensa todo y le hace vivir situaciones de entretenimiento, amor por lo que hace y seguir soñando con dar a los demás, horas de júbilo: Creía que desde la emoción era más fácil alumbrar la verdad en el pensamiento que a la inversa. Las emociones son eternas y universales, las ideas, en cambio, son permanentemente superadas por otras nuevas, más actuales y, por lo tanto, revolucionarias

Amigo lector una novela que te llevará a reflexionar sobre el sentimiento real de las emociones y el lugar que ocupa en la vida, lo que amamos hacer y la entrega que debe conducir hacia un final feliz. Me solidarizo con el religioso Gordon B. Hinckley que nos dice con mucha convicción La vida es para ser disfrutada, no sobrellevada”.

Equipo de Redacción

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