Entrevista al escritor Alberto Sánchez Argüello; por Yu’i Páez

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Yu’i Páez entrevista a Alberto Sánchez Argüello, autor de ‘Costuras Silentes’, incluida en la Colección Digital de Microficción Iberoamericana de la Editora BGR, 2022.

-¿Podrías hablarnos del libro que estás lanzando en la Editorial BGR? ¿Cómo nace y cuál es el resultado?

A finales de mayo de este año el escritor Homero Carvahlo me invitó a formar parte de la colección digital de Microficción Iberoamericana de la Editorial BGR. Dicha invitación tuvo como resultado “Costuras silentes”, una colección de minificciones escritas entre los años 2012 y el 2022, un recorrido textual a través de los tópicos que me han obsesionado en una década de cultivar la narrativa breve.

-¿Cómo firmás tus trabajos?

Alberto Sánchez Argüello -mi madre insistió en que debía usar los dos apellidos, por algo me trajo a este mundo-

-¿Dónde naciste, donde estás viviendo?

En Managua, la capital de Nicaragua, dónde resido.

-¿Cómo descubriste la escritura, cómo fueron tus inicios?

Mi padre es un arquitecto al que le gusta la madera, la piedra y los libros. Su casa, una especie de cabaña enterrada en un espacio urbano en las afueras de la capital, tiene libreros encima del comedor, la cocina, los cuartos, la sala. Viví más de veinte años en aquel ecosistema bibliotecario con colecciones de libros de arte, ciencia ficción, horror y realismo mágico. Mi madre por su lado cultivó en mí la lectura con cuentos con la enciclopedia del cuento (un libro antiguo que había heredado de su abuela) cuentos bellamente empastados de Hans Christian Andersen, la enciclopedia Quillet para niños, entre otros. Aquellas lecturas, más una afición al cómic francés y belga de la biblioteca de mi escuela, el cine y a la radio con sus cuentos de caminos, llenaron mi mente de las historias que empecé a escribir a mis catorce años. 

-¿Qué tipo o género de literatura hacés?

Comencé escribiendo cuentos de ciencia ficción con algo de influencia de Isaac Asimov y Stanislaw Lem, después fueron cuentos neofantásticos con pretensiones filosóficas bajo la influencia del Borges, hasta llegar a mi primera novela juvenil publicada en el año 2003, inspirada en los programas de radio teatro con cuentos campesinos que escuchaba en los años ochenta. Para el año 2011 -smartphone en mano y mucho tiempo viajando al interior del país- comencé a experimentar con la narrativa breve antes de saber que existía algo llamado minificción, microrrelato o microficción. A partir de ese momento no paré de escribir minificción hasta contar en la actualidad con “Mitología mínima” publicado en México por La tinta del silencio; “Naufragio de botellas” por Quarks Ediciones Digitales en Perú; “Miniaturas voraces” por El Taller Blanco ediciones en Colombia, “Diario del caos” por Ediciones Sherezade en Chile; el propio “Costuras silentes” con Editorial BGR y por publicarse con Anamá Ediciones “La vida en diminutivo”. En paralelo he seguido publicando obras infantiles en Costa Rica, España y Corea del Sur y mi primera novela para adultos “El monstruo de mi madre” con Anamá Ediciones.

-¿Sos autodidacta o tenés alguna formación académica?

Como dije anteriormente comencé a escribir cuentos a los 14 años. Eran relatos de ciencia ficción y horror que imitaban a mis autores favoritos. Después tuve diversos ciclos en los que dejaba de escribir para dedicarme más a dibujar historietas, hasta que llegó mi etapa de escribir narrativa breve. Fue hasta el año 2021 que le dediqué tiempo a mi formación como escritor con una Maestría en estudios avanzados de literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Barcelona. Así que se puede decir que soy autodidacta: mis lecturas me han formado.

-¿Cuánto tiempo le dedicas a escribir?

Una pregunta dura la verdad: mucho menos de lo que debería. Por temporadas me he dedicado más tiempo la escritura y luego me he detenido. Actualmente diría que le dedico dos horas al día, muy poco.

-¿Crees en la inspiración?

Sí. Hay momentos en que cierto ánimo o energía me lleva a la necesidad de escribir, de crear. A veces es la visualización de una premisa para un relato. Cuando me ha pasado lo aprovecho, intento no perder esa inspiración ese momento.

-¿Le temés a la hoja en blanco?

No le temo. Siempre que estoy frente a ella se me abre una ventana como la que menciona el personaje de Paul Sheldon en la novela Misery. Para mí la literatura esuna fuente de entretenimiento, el acceso a otro mundo.

-¿Tenés un ritual o escribís cuando tenés ganas?

Si son premisas que me llegan de improviso trato de convertirlas de inmediato en un texto sin mayor preámbulo, pero si son proyectos de largo aliento, selecciono un género musical o autor que dialogue con lo que quiero escribir, me pongo audífonos y fluyo.

-¿Quienes son tus escritores favoritos, qué tomaste como influencias de cada uno?

De Michael Ende aprendí que la imaginación es un universo infinito de posibilidades; de Stanislaw Lem que la crítica social puede estar impregnada de humor e ironía; de Stephen King que la narrativa no tiene que ser compleja para ser penetrante; de Borges la posibilidad de crear belleza con el lenguaje de manera sobria; de Mario Levrero que el absurdo es un continente por descubrir; de Ana María Shua las maravillas que encierra el humor negro al vincularse con la ficción más fina; de Samantha Schweblin las maneras de navegar la oscuridad humana con un cámara neofantástica.   

-¿Tomás notas de la realidad o hacés una investigación sobre el tema a desarrollar?

Depende de la premisa y el tema que estoy abordando. Mi novela juvenil “Chico largo y charco verde” me tomó casi un año de investigación sobre las leyendas mesoamericanas, mientras que mi novela para adultos “El monstruo de mi madre” provino enteramente de mis memorias familiares.

-¿Planificas las historias al detalle antes de escribirlas o las dejas surgir sobre la marcha?

He leído que existen dos tipos de narradores: arquitectos y exploradores. El primero construye la trama y usa a los personajes como instrumento para desarrollarla; el segundo construye al personaje y avanza junto a él, descubriendo la trama. Yo me ubico en el segundo tipo: en mis proyectos narrativos de largo aliento cuento con una premisa, un personaje y empiezo mi viaje sin saber realmente como terminará.

-¿Has cambiado algún final después de escribirlo?

Muchas veces, sobre todo en la minificción en la que me permito hacer ediciones casi al mismo tiempo que estoy creando el texto.

– ¿Tus obras para quienes están pensadas?

Cuando abordo la denuncia social, el terror o la fantasía monstruosa, seguramente el texto terminará dirigido a una audiencia adulta. Cuando me obsesiono con una microserie sobre seres fantásticos o un personaje infantil que describe al mundo de acuerdo a sus propias percepciones interpretaciones, estoy creando textos dirigidos a primeros lectores.

-¿Tenés obras publicadas en papel o preferís la publicación digital?

Tengo en papel y en digital. Cada formato tiene sus pros y contras: el impreso permite cierta presencia y prestigio se podría decir, pero su alcance es poco; la digital permite romper fronteras y llegar a lectoras y lectoras en el mundo entero. En mi experiencia combinarlas es la mejor idea, es decir, tener una publicación impresa que también cuente con su versión digital, es el caso de “Miniaturas voraces” que está de venta en Bogotá y se puede descargar gratuito en el sitio web de El Taller Blanco ediciones y “El monstruo de mi madre”, que está de venta en las principales librerías de Nicaragua y para Kindle desde Amazon. 

-¿Qué opinás de la autopublicación o preferís confiar tu libro a una editorial?

En el año 2012, cuando estaba en uno de mis picos creativos, comencé a autopublicarme con un sello que llamé “Parafernalia ediciones digitales”. Con los años dejé de publicarme a mí mismo y empecé a publicar autoras. Creo en la autopublicación como un paso inicial para mover tu obra, pero creo que también es importante trascender ese paso y buscar oportunidades con editoriales que critiquen tu trabajo y aprecien tu trabajo.

-¿Cómo pensás que debería ser en este momento la mejor forma promoción de una obra literaria?

Creo que una combinación de actividades presenciales y virtuales en las que el autor o autora pueda interactuar con sus lectores, comentar las obras y compartir críticas e impresiones.

– ¿Qué proyectos tenés para el futuro?

Dos novelas: una juvenil relacionada a la memoria e identidad y un experimento metanarrativo con toques neofantásticos.

-¿Se puede vivir de la literatura?

Creo que ella vive de uno en todo caso y muy bien, además.

Equipo de Redacción

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