«El Teorema de Pitágoras y otros enredos forenses» de Alberto Hernández; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque analiza la obra «El teorema de Pitágoras y otros enredos forenses» de Alberto Hernández, de la Colección Digital de Microficción Iberoamericana (Editora BGR, 2022)

La obra que ahora nos ocupa es El Teorema de Pitágoras y otros enredos forenses, del escritor venezolano Alberto Hernández, escritor y periodista de gran trayectoria literaria. La obra en sí, es la narración de microcuentos con un lenguaje singular y preciso, enmarcado en la reflexión de la relación de nosotros mismos y de nuestras vivencias en un mundo matemático, casi sin apenas darnos cuenta. Desde mi punto de vista, la primera parte es el sinónimo de vida en su evolución, desde Pitágoras, como origen del desarrollo y alcance a que se ha llegado gracias a la matemática y la relación numérica, enmarcada en la tecnología y la física cuántica y rematada en el análisis de la muerte del ser humano, pero no de la intelectualidad. De ahí el interés de Hernández y la reflexión matemáticas de sus cuentos.

La primera parte, como el título manifiesta se refiere a la relación numérica y a los términos matemáticos que rigen esta disciplina. Como en su primer cuento se refiere al científico. La ciencia que no acaba de interrogarse sobre la relación existente entre lo natural y su posible explicación humana, posteriormente la imposibilidad de encontrar respuestas inmediatas, nos dice: “una ecuación cabe en la boca de un sapo”, como si se refiriera al mito del fuego que entre las culturas chiquitanas fue el sapo que mantuvo el calor del fuego en su boca, para luego trasmitirla entre los seres humanos.La vida continúa inmarcesible y confiada a la intelectualidad humana.

Suma y resta es igual a resta y suma porque las veces que vas sumando, inmediatamente se puede hacer la operación inversa dará los resultados que se esperan, de modo que: “pudo darse cuenta de que si suma las veces que la aguja le dio vueltas a la esfera del reloj, también puede restar las que le faltan para dejar de respirar y abrir de nuevo el libro.” Siempre en el mismo afán de todos los días, empecinados como estamos, sin darnos cuenta que llegaremos a los mismos resultados. Las leyes naturales de la vida y la naturaleza de ser no han cambiado, pese a los siglos vividos. Pitágoras formuló su primer problema acerca de la relación matemática entre la existencia del ser y su devenir, sin embargo, sigue sumando y restando, como se lo hiciera hace siglos; y no solo se refiere a la potencialidad numérica, porque la suma y la resta o la resta y la suma, aplicada a la vida, hay acciones humanas que son lapidarias, como la lengua porque si no tiene control puede restar la estabilidad emocional de las personas. Mirar muy bien es observar con detenimiento, antes de abrir la boca. “El ojo suma. La lengua resta.”

Los números, de acuerdo a quien los utilice, pueden ser muy generosos Hay naturalezas, como en el caso de las pulgas, a que alude el autor, que no necesitan preguntarse por la naturaleza de su progenie, tampoco lo hacen por su alimentación. No eligen ni determinan, solo aparecen y desaparecen: “La matemática ha sido generosa con mis pulgas.” El uso o desuso que hacemos de losnúmeros depende de nosotros mismos, unas veces sumamos, las más de las veces restamos porque el mismo ambiente nos permite la división entre pobres y ricos, entre los que, no solo suman, sino multiplican, mientras los más, generalmente restan o dividen.

La ecuación y su magnífica resolución, dicen que no hay ociosos sin suerte y, parece que es así. El tsunami salvará el inquietante desatino, pero ¿salvará también la vida? “Miro por la ventana en el último instante, en el último en que trato de romper la hoja del examen y veo con mucha alegría la llegada del tsunami.”

La inercia es una función física que tiene que ver con la resistencia que oponen los cuerpos a modificar su estado de movimiento o de quietud, es lo que le sucede al protagonista cuando, casi sin darse cuenta cambió su inercia por la ley física del movimiento y, apenas pudo advertir que había llegado cerca de la vida etérea del infinito, no por amor, sino por rabia. “Y ella me empujó. (…) una mano poderosa me haló y me dejó caer suavemente cerca del cielo.” La vida y la muerte. El bien y el mal que nos aqueja.

Otra función física es la de la energía cinética, que dependerá de la fuerza con la que imprime, para cambiar su propia energía. La fuerza de energía cinética que se desplegó para desalojar al perro de un zapatazo, fue reemplazada por otra fuerza cinética superior, la del terremoto, que no los dejó con vida, pero el abrazo final hizo que se les reconociera como los amantes que llegaron hasta la muerte. Una fuerza contra otra fuerza. Dice al final: “No quedamos vivos, pero fuimos reconocidos como unos grandes amantes.”

La geometría, cuyo significado es la medida exacta de los elementos que conforman la tierra, que no siempre se consigue en el momento oportuno, indudablemente produce insatisfacción y nos acoge en cualquier momento, mejor avanzar decididamente, ya el amanecer se encargará de atisbar con su mejor propuesta. “Al amanecer, todo era armonía y paz. La línea se había borrado.”

La trigonometría otra función importante de la matemática. Las resoluciones de los lados de un triángulo, pero un lado, solo un lado, aquel que parecería estar demás porque no tiene par, no tiene diálogo, como un monólogo sin final. Parece ser, que por eso mismo: “Los triángulos suelen ser muy exigentes.”, no requiere de un resultado del Mas o Menos, acaso ¿Se puede ser mitad de la nada? Toda mitad es parte de un todo. “Se es o no se es” Aunque Einstein encontró la solución en la relatividad de las cosas.

Y la relatividad continúa en una ecuación sin límites, como la misma vida y el tiempo, sin límites. Los acontecimientos pudieron haber sido, pero: “la relatividad es sólo eso, relativa.”

La teoría y la práctica del mundo matemático, no admite solo la teoría, debe tener la parte práctica, es decir la aplicación y el resultado, de lo contrario los hechos serán incompletos y el mundo no quiere tener los hechos a medias, no pretende que: “Acomoda el mundo a su gusto y deja pasar la praxis: después se echa a dormir y ve cómo el mundo se derrumba.”

Así como, tampoco se podrá aplicar solo la práctica o la praxis, sin antes no tener una teoría que manifieste el teorema y que exige una praxis que le dé la solución posible, porque de lo contrario: “se ha quemado en su propia hoguera.”

Como, seguramente se pudo advertir, la matemática se ha hecho imprescindible en la vida del ser humano, quizá por eso se repite de manera constante que, la ciencia y la tecnología, ya no deben enseñarse de manera parcelada, sino la unificación del pensamiento que es uno y mayor en el conocimiento y la relación de éste con el pensamiento democrático de un mundo global, como lo afirma el siguiente concepto: «Es preciso equilibrar la explosión del conocimiento científico y su inscripción social con el fortalecimiento y la actualización de las potencialidades interiores del ser humano y su presencia enraizada en una persona creativa, en un pensamiento colectivo inscrito a su vez en un proceso de democratización del saber». (Motta, 2008)”

La otra parte de estos bellísimos microcuentos se refieren a ENREDOS FORENSES, como los llama el autor. Es el análisis de la muerte de la parte material del ser humano. Lo hace a través del impacto que produce, sea en un investigador o en el mismo forense la presencia de un cadáver. Unos reflexivos, otros humorísticos que producen satisfacción al leerlos y mejor analizarlos. Empieza con una mirada atípica porque al observar el cadáver se da cuenta de que “El otro ojo, cerrado, no permitía objetar nada, detrás de los párpados estaba la muerte.”

El médico forense, el investigador, no siempre será veraz porque hay detalles que escapan a la observación, aún a la más aguda. Una tercera persona le advierte y le vuelve a su realidad, la limitación del ser humano en los detalles mínimos. Se da cuenta que: “sin entrar en más consideraciones, el cuerpo era la belleza despojaba de presentimientos.” Sin embargo, cuando advierte su equivocación: “No solté palabra alguna.” La dificultad de admitir su propio error.

Todo, una perfección en el trabajo de las suturas, inclusive, en la actuación teatralizada. Nadie llora por dolor, solo el interés de hacerlo: “Cuando llegaron los veladores, una mujer comenzó a llorar. En la mano derecha de la plañidera, un fajo de billetes.” Los sentimientos no siempre son leales.

¿Qué le había pasado al aseador de cadáveres? El miedo a lo desconocido, a la posibilidad de estar frente a una ilusión o a una realidad nada usual, abandonar una posible realidad sin antes averiguar o investigar el porqué de los hechos. “Logré entablar amistad con dos cuerpos vencidos por el tiempo. Los lavé con tanto afecto que uno de ellos sonrió. Pero me bastó ese gesto para renunciar.” El miedo a lo desconocido nos produce impacto de sentimientos nada cuerdos, al igual que El cadáver invisible que pronto se visibiliza y hace huir a todos los que podían verla, aunque hubo alguien que se quedó, no porque fuera valiente, sino “El único que se quedó fue Juan, que era tuerto y miope.”

El milagro de la resurrección, el último ojo que pudo ver, no solo con uno de los ojos, sino con los dos fue una maravillosa realidad ver la copa de un árbol al que le había dado vida. Aunque ese mismo árbol, luego la acompañaría en su camino hacia la eternidad. “la pupila se abrió y pudo ver la copa del árbol que había sembrado cuando era una niña. Días después el árbol se secó.”

No se olvida en el recuerdo de grandes obras y autores del mundo literario relacionados con la muerte, así la eterna pregunta del ser o no ser. La calavera sin cabellos, limpia y sin un atisbo de interrogaciones, aunque sí de un pasado glorioso que la historia la repite. El gran Hamlet – Shakespeare. “¿No es cierto, Oliver? -Ha de ser así, dijo el actor desde la tumba.”

O la del gran Rulfo y su inolvidable Pedro Páramo en ¡Silencio! Los recuerdos de una gran obra y un gran autor, lo extraliterario o la intertextualidad de un hermoso pasaje de Pedro Páramo. El hijo que fue y no fue. Comala, región de los acontecimientos casi inverosímiles, pero quedaron en el recuerdo de la verosimilitud literaria. “El hombre se volteó y regresó al mismo camino que lo había traído a Comala.”

No se olvida de pasajes tristes de la historia de la humanidad en el descalabro de muerte, cuando nos habla del contagio quepersiste a través de los años porque la historia nos recordará que, hay contagios que no desaparecen por completo y se hacen presentes cada vez que los virus renacen y desean multiplicarse. “Un lustro de muertes, hasta que la misma muerte se cansó y se retiró resignada, pero con algunos proyectos para el futuro.” Y el futuro se hizo presente y ¡de qué manera.!

Es que el fin del mundo lo vivimos toda vez que alguien se va, de manera etérea para no regresar. El fin del mundo nos llegará a todos, por igual, aunque no al mismo tiempo. “vemos un mundo que llega a su fin en la carne de los muertos que se pudre en el grito de una mujer desnuda abrazada por unos esqueletos.” Que es el cuadro que se cuelga en los hospitales de atención médica, como manifestando que la medicina trata de prolongar la vida, la que, de todos modos, sobrevendrá.

¡Qué gran filosofía de la vida, de la existencia, del devenir!, el paciente: “Se dio cuenta de que había muerto cuando descubrió que nunca amanecía.”

Todo ser vivo se descompone, se pudre, hasta desaparecer junto al polvo del lugar donde fuera enterrado. El único que nunca muere es el dinosaurio de Monterroso- el único olor que se percibe es el de la genialidad del que pudo poner la piedra inicial del cuento más corto, jamás redactado. No puede sentirse ningún hedor, solo satisfacción genial.

La autopsia del bebedor empedernido. El bebedor de una sola marca de su categoría, hasta el extremo de sellar la marca del whisky en su propio hígado que lo llevó al mundo etéreo. “Allá, cerca del hígado, el nombre de la marca comercial del siempre socorrido whisky.”

Equipo de Redacción

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