De sirenos y deseos, de Dina Grijalva; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos acerca a la obra «De sirenos y deseos» de Dina Grijalva (Colección Digital de Microficción Femenina Breves y contundentes, Editora BGR)

Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse de lejos y no tomarse en serio. Después, el valor y la humildad, siempre que no sea ostentosa”

Jorge Luis Borges

Los microcuentos de la obra De sirenos y deseos de Dina Grijalva son la delicia de la ironía con humor sano, sencillo y sincero de un lenguaje perspicaz que mueve a la sonrisa que involucra a todo ser que sabe reírse de sí mismo y de la mirada socarrona, cuando se quiere despertar la alegría de vivir y de sentir todos los pormenores de vivencias, más que grotescas, inocentes actitudes de ser frente a los demás

Nos dice que abandona el género que le gustaba escribir, como era la novela, la cambia por el de la minificción; es también la ironía del cambio de género sexual, por la nimiedad de sentirse persona, tan de moda entre la gente joven: “Sépanlo de una buena vez: he asumido una nueva identidad textual: abandono la novela por la minificción.

La enseñanza y aprendizaje en el hogar, donde todos y cada uno de sus componentes mienten en las órdenes y consejos a sus educandos; cada uno actúa desde sus propios intereses y deseos mezquinos, sin entender que esas malignas enseñanzas repercuten en las vivencias posteriores y en contra suya.: “Su mamá le dice que siempre le cuente a ella todo. /Su abuela le dice que le cuente todo al cura. /Su papá le dice que no le cuente a nadie lo que le hace. /El cura también.”

Parece que la vida de hoy nos acostumbra a vivir con la idea de una dieta o, simplemente se contagian de las amigas y se decide seguir alguna dieta; lo triste es que nada funciona, sino lo haces desde la propia convicción o la misma forma de vida y de sentir, por eso, mejor, como dice la autora: “Después de probar todas las dietas -con pocas calorías, sin carbohidratos, sin grasas, de la luna, del sol, de las estrellas- decidió hacer la del paraíso.” que es lo mismo que aprender a vivir tu propia vida y, Sin manzana que es tentadora.

Si todos supiéramos que vivir en libertad de acción y de pensamiento que es saber vivir desde sí mismo, creo que el mundo cambiaría y aprendiéramos a respetar la forma de ser y de pensar del otro; las alas de todo ser, invisibles mientras no se manifieste el propio valor: “Desde que me brotaron alas me han querido encerrar. Me ofrecen un auto rojo, un empleo estable, un hogar ibídem, un puesto, una oficina, ¡qué se yo! /Todo me ofrecen. Por envidia a mis alas.”

La vida será colorida y fragante cuando aprendamos a determinarla desde la objetividad de vida, mientras, solo se podrá vivir de falsas ilusiones; nadie se ofende, nadie susurra en los oídos la ilusión que nos permita soñar y vivir conforme se repasa el propio sentimiento, pero cuando la realidad se interpone que sucede: “Cuando mi dicha es celestial, pinto de azul mis párpados. Hay veces en que mi cabello es de un rubio que resplandece con el sol. /Suena el despertador: mis cabellos retornan a su castaño natural y recuerdo que él se quedó con la casa, el auto y la cuenta bancaria; yo con los niños y el trabajo. Solo de noche retornará la dicha.”

Cómo se puede manejar nuestro lindo idioma cuando se tiene creatividad y agudeza en el decir, podemos hacerlo desde la irónica, pero feliz idea de poder reflexionar y, reír desde la travesura lingüística: “El pálido vástago de los Cáceres quería una libélula, una luciérnaga, un pájaro, una tórtola, un águila, un murciélago, un dóberman, un zángano, una nécora, ¡un ácaro!, un pelícano, una tarántula, una víbora, un crustáceo, un cetáceo, un tábano, un búfalo, un hipopótamo. / El diagnóstico médico fue paradójico (o un oxímoron): esdrujulitis aguda (y crónica). ”

La inocencia de la mujer, la de ser conquistada desde la honesta creencia de saberse amada y deseada; la que le dicta aquella vanidad generacional y enmarcada en el ser femenino, que puede ser conquistada sin preámbulos de duda o de capricho. Una linda manera de desenmascarar la ruindad del machista conquistador: “Cuando ella le susurró: mi corazón es tuyo, desconocía que él era traficante de órganos.”

Cuando la libertad se impone y cada cual se siente dueño absoluto de su personalidad naciente, de la única e irrepetible, de aquella que la conduzca por el sendero luminoso de su verdad y se ame con sus creencias, sus virtudes y defectos y vibre al unísono del viento que pasea su fuerza por donde descubra el camino de su realidad latente: “Al alba, llega a mí el canto de los pájaros de primavera y recibo en mi pálido rostro los rayos dorados de la hora primera del amanecer. Me siento libre, dueña de mí, de mi ser y de mi cuerpo todo, situado en el centro del espacio cósmico, vibrante al influjo de la magia siempre nueva del eterno deseo.”

La pandemia que sufrimos en todo el planeta y lo vivimos a consideración de la ciencia y al poder de los mismos que la elaboraron fue propicia para un sinfín de expresiones de toda naturaleza y, la literatura, tampoco quedó exenta, así nos lo manifiesta con una sonrisa nuestra autora Dina en el Placer Prohibido: El roce de un cubrebocas con otro es excitante… el peligro de contagio aumenta el placer.

No podemos dejar de lado a quienes dieron lugar al título de esta obra: Los Sirenos; son la contradicción de las Sirenas. Ellos son sensuales y propiciadores del deleita porque se manifiestan humanos de la cintura para abajo, siendo peces amorosos de la cintura para arriba, así y todo, seres muy apetecibles y conquistadores: “Porque los sirenos son lo opuesto de las sirenas: son viriles y hombres perfectos de la cintura hacia abajo y bellos peces del torso hacia arriba. Con lo cual podemos proceder libremente a nuestro antojo (sin instrucciones ni peticiones engorrosas) y obtener nuestro placer. Y, además de todos los deleites que brindan, dan besitos de pescado.”

Amigo lector como seguramente pudiste notar los cuentos de Dina son apasionantes y todos y cada uno son dignos de ser leídos y comentados. Son graciosas muestras de alegría y bienestar en su lectura; me hubiese gustado seguir con esta reseña, pero por factores de espacio debo impedir hacerlo. Tienes el libro y lo puedes disfrutar. Nos dice el ilustre escritor británico Julián Barnes, que obtuvo valiosos premios: “El sarcasmo era peligroso para quien lo usara, identificable como el lenguaje del saboteador y el destructivo. Pero la ironía – quizá, a veces, eso esperaba – podía facultarnos para preservar lo que valoramos, incluso cuando el ruido del tiempo se volvía tan fuerte que rompía cristales”.

Equipo de Redacción

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