«Colores Tramposos», de Patricia Rojas de Leunda; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos acerca a la obra «Colores tramposos» de Patricia Rojas de Leunda (Colección Digital de Microficción Femenina Breves y contundentes, Editora BGR)

En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”

George Orwell

Qué son los colores, son imágenes que se oponen al blanco o al negro y se manifiestan con imágenes de alegría, por eso la visión de las flores nos permiten alegrar el alma, al igual que la coloración variada de las aves. La autora Patricia Rojas de Leunda nos habla de Colores Tramposos, lo que se puede entender como aquellos colores nada reales, sino engañosos, al igual que las personas que se presentan con una máscara que nos dificulta saber si lo que dicen es verdad.

Son 49 microcuentos que nos involucran en el quehacer diario de vivencias que, de alguna manera, nos conciernen. En el diario vivir nos encontramos con muchas cosas, como por ejemplo el supuesto afecto de las personas, el aprecio por algo o alguien. Así, cuando habla de amores furtivos, aquellos que se esfuman en el azul del cielo, apenas engañoso, confundido con el azul del mar que, escasamente te aproximas el color desaparece: “Es un hecho irrefutable que los bandoleros somos amantes efímeros con el corazón azulino en los pies para correr, correr y correr”.

Muchas veces el engaño por cosas aparentes, refleja su sentir que obnubilan el entendimiento, no todo lo que brilla es oro, y las apariencias engañan. La niñez es crédula y sencilla, pero siempre busca la verdad. Pero no los dejes llegar a tu habitación, no consientas que se adentren a decidir tu suerte. / Alerta con ellos, siguen siendo tréboles.“

Está claro que después de la muerte no hay más, pero mientras tanto qué hacer porque a la amenaza de matones, la autoridad que debe enfrentar a un criminal, qué respuesta les da: Al denunciar la Asociación de Maestros esta situación a las autoridades, el alcalde les pidió tranquilidad y mostrando una sonrisa de dientes podridos, solemne les advirtió: / —Sí los matan, muertos se quedan y de ahí no pasa la cosa.”

Las vicisitudes de la vida nos retan a las complejidades de los senderos, unas veces apetecidos, otras de resignación cuando contemplamos senderos ajenos, no siempre idóneos a nuestras ambiciones, como el de ser autoridad superior o no: Para el general todo había acabado. Una vez que se llevaron el cuerpo, el sargento, con respeto, se sentó en la silla del difunto y se sirvió un whisky con harto hielo. /Quería saber cómo miraba él desde allí la vida. Fue entonces cuando vio entre las migas de pastel, las pepitas coloreadas de arsénico. / Esta vez se alegró de no ser él el elegido.”

La sola contemplación de un objeto puede despertar impresiones profundas, donde se alojan los verdaderos, los que, tal vez, alguna vez, fueron objeto de daños irreparables o de diabólicas pasiones del mal. Hará falta la presencia del bien y la belleza para mitigar los malos sentimientos: Leonardo lleva a la mesa el tenedor metálico de tres dientes. / Ludovico, tragando sin masticar, lo observa. El utensilio incita sus neuronas asesinas. / Beatrice decide comer sin guantes. / Las comidas ganan en elegancia, menos sangría y maestría diabólica con el uso del tridente.”

Cuántas veces, el amor se deja manejar y, difícilmente quiere ver la realidad, cuando lo hace, ignorando la reacción del otro, se da cuenta que se perdió la cordialidad pretendida y tiene que huir, antes de caer, también derrotado: Ella se enfureció todavía más y te insultó de mala manera. / La noche se ahuecó, se hizo humo. /Colérico, y con el corazón vinolento, desapareciste antes de que trajeran al muerto. / Al salir te quejaste de no poder tirar la toalla, en este duro trabajo que tienen los insomnes enamorados.”

La ilusión de alcanzar una vida plena de placeres lujosos, de enredarse con la belleza de mujeres de escaparate, de las que lucen majestuosas y dignas mujeres de un sultán con demasiada riqueza, capaz de costear los caprichos más caros y esplendorosos, Solo una utopía que se esfuma como el humo que se confunde con la neblina del día: “Él las buscaba bellísimas, con éxito, con estilo, es decir, mujeres «poderosas»./ Con esas mujeres, él podía desayunar en la cima de la pirámide de Keops, comer en el ático del mayor rascacielos de Dubái (…)./ Pero, a la hora de la verdad, ellas se zambullían en un universo de cremas, esencias, (…), que lo dejaban embadurnado, (…) y en espera de ese polvo cósmico que aquellas señoritas tan «curiositas» no sabían darle. ”

La engañosa vida que se ofrece a los niños huérfanos, la soledad y el hambre a que son sometidos, sin compasión, menos amor, haciendo de ellos, solo máquinas que reportarán ganancias para seres sin corazón. La soledad y el frío que les trasmiten a través de la ignominia y la mentira: Nos sacaban de malas maneras a la calle una vez que terminábamos nuestro trabajo. (…) Siempre teníamos hambre, temor y frío. /«Quiubo, niños, dejen la bulla, dejen dormir», se quejaban los vecinos. /Entonces, nos rejuntábamos para darnos calor (…) hasta que, queditos, imaginando sin color, nos quedábamos dormidos. ”

De esta manera, Patricia Rojas, nos involucra en distintas situaciones de vida de la gente que todavía cree y vive la vida engañosa a la que nos sometemos o, nos someten quienes saben engañar y vivir una utópica vida de desdén y falsedad. El engaño es habitual en muchas de las interacciones humanas, por eso creo que es necesario conocer los matices con los que se presenta este fenómeno en manifestaciones muy habituales de la comunicación, muy oportuno el pensamiento del que fuera Presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, cuando expresa Puedes engañas a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos, todo el tiempo, Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Equipo de Redacción

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