“Caóticos”, de Sara Coca; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos adentra en su reseña semanal en la obra «Caóticos» de Sara Coca.

Nada duele más que una injusticia, nada hace sentir más impotente a una persona que la tropelía en un sumario”

Abelardo de la Espriella

El diccionario define la palabra caótico/ca como concerniente al caos, como desorden, alboroto, confusión, desconcierto o enredo consigo mismo o con el medio exterior. Tomando en cuenta esta definición se puede observar que en las microficciones de la obra Caóticos, de Sara Coca, cada uno de los cuentos son acciones conscientes o inconscientes, que nos invitan a inmiscuirnos en las esferas más íntimas de la mente humana, de alguna manera producto de vivencias, unas veces agradables y muchas otras desagradables, que admiten reacciones lógicas o, por el contrario, manejar el cerebro en reacciones de naturaleza caótica, como dice la propia autora. En este caso la imagen que percibimos será oscura, maléfica, cuya reacción será muchas veces de sangre y agonía. “El mundo es un lugar de juguete. Un parque de atracciones donde triunfan los espejos deformes. Los niños lo saben, pero se olvidan cuando les crece el miedo con el tiempo.”

La ausencia de comunicación entre los miembros de una familia que tiene consecuencias nefastas en la conducta de seres que no se desarrollan de manera lógica y de acuerdo a los cánones en que se rigen sociedades y personas, comúnmente llamadas equilibradas. Los mismos títulos de los cuentos, no solo dejan intuir, sino que manifiestan el significado de una realidad distorsionada, como La Resentida: la mujer que no perdona la traición, que, en la medida en que avanza el tiempo, va acentuándose, cada vez más el rencor que alberga en el alma y es incapaz de perdonar:A veces entre las redes atrapa alguna criatura con torso de hombre y cola de pez. Seres abisales que gesticulan con sus bocas sin parar hasta que los devuelve de nuevo al mar; los machos no le interesan. Y sin perder la esperanza, aguarda a que por fin caiga en sus manos esa otra que le robó lo que era suyo.”

Son rencores, temperamentos desequilibrados, apasionados, Que hacen que la mente reaccione de manera violenta: “Todos sus cachivaches ardieron una noche de San Juan. Ese fue su último conjuro, del que nadie habla. Tampoco nosotras lo contamos, aunque la vean levitar por error en cualquier parte y acaricie el lomo a las escobas. Sería tirar piedras contra el propio tejado. Y nuestra mala fama lo es todo” o, por el contrario pueda sonreír a la vida y permitirse un solaz, por pequeño o intrascendente que sea, aunque, para ello les hayan obligado a callar: “Anoche unos que decían ser policías llegaron a casa para preguntarnos por él. Madre volvió a santiguarse sin parar mientras nosotros quisimos contarles la verdad: que aparece algunas madrugadas y se marcha antes de que despertemos, pero resulta muy difícil hacerse entender sin boca”.

Una familia caótica es aquella donde sus miembros viven en desacuerdos y conflictos frecuentes, porque la falta de comunicación y el respeto no están presentes y las dificultades de vivir armónicamente se acentúan y despiertan situaciones de tristeza y ansiedad que pueden derivar en autoritarismo y la ausencia del hábito de vivir en libertad: “la escudriñen con la mirada. A mi hermano y a mí, en cambio, nadie parece vernos pese a que alimentamos al ganado, cortamos leña y sembramos la tierra en primavera. Solo descansamos cuando papá se olvida de darnos cuerda.”

La visibilidad del ser humano, sea en el seno familiar o social, es importante porque somos seres que vivimos en comunidad y dependemos de ellos. Sentirse ignorado es sentirse desplazado, no aceptado que es como sentirse expulsado del grupo, lo que lleva a sentirse indefenso y menospreciado: “Tal vez un jueves cuando llegas a casa y no ves a nadie. Y te acostumbras a estar en medio del páramo de la angustia si todos hablan de ti como si ya no estuvieses. Cuando simulan que no existes y solo los gatos te miran.”

Sabemos que somos poseedores de una conciencia o entendimiento sobre la vida interior sensible y mental y de cómo actuamos en consecuencia con nuestro entorno. Al mismo tiempo, el nivel de conciencia que tengamos hará posible despertar sentimientos genuinos y crear imágenes mentales por la acumulación de recuerdos vividos o experimentados; esta conciencia producirá una situación caótica que no siempre será grato en la vida: “Procuro espantarla, incapaz de mirar para otro lado que no sean sus ojos glaciares. Le grito que se marche, que se busque a otro porque ambos sabemos que el vecino nunca regresará. Pero la gata sigue ahí, con sus ojos que vigilan mi insomnio día tras día para que nunca escape de lo que hice.”

Ser niño es sinónimo de felicidad, alegría, jugar, reír, cantar, es vivir con la ilusión de sentirnos aves que vuelan y se remontan en aras de la imaginación y de la fantasía remontarnos a territorios ignotos donde existe la alegría y el solaz pero qué hacer si: “Ser niño es aterrador. Por eso nos dan cucharadas de realidad en el colegio. Así superaréis la enfermedad de la infancia, aseguran los mayores. (…) Pero a mí me cuesta más. Dibujo leones alados y mujeres con cola de pez. Se me pasará, asegura, madre, aunque por si acaso reza cada noche a unos seres invisibles para que me cure lo antes posible.”

Qué sentimiento de tristeza cuando la presencia de los abuelos es ignorada, es como si fuera solo un soplo de vida, es el aire que recorre los rincones de la casa que un día la habitaron y muy pronto se convierten en muebles pesados, inservibles, molestos: “En casa de los abuelos habita el viento. Juega con las cortinas y mueve portarretratos cuando se aburre. A veces se asoma a las ventanas para llamar la atención con su letanía de aire comprimido. / (…) Por eso sopla sin fin mientras espera que padre se haga cargo de su herencia. Aún desconoce que el viejo es más terrenal y prefiere venderla. Mi hermano y yo, sin embargo, queremos ver cómo arde la vieja casucha con todo ese aire dentro.”

La niña – mujer que se va desarrollando por su naturaleza, sin embargo ante los ojos del padre permanece el ser – muñeca, es manipulable, no piensa porque no la deja pensar, ese ser -muñeca se anquilosará y jamás crecerá en libertad, menos en personalidad independiente: “Su padre solo pinta personas. (…) La muñeca también tiene sentimientos, aunque él no lo crea. La escucha gemir en la oscuridad y amanece con los ojos de cristal encharcados de lágrimas. Ya no tienes edad para mojar las sábanas, repite su madre incapaz de comprender la realidad. /Por eso cada mañana la coloca en el estudio. Solo allí la muñeca sonríe y posa como la mejor de las musas. (…)”

Amigo lector, ahí tienes otra gran obra analítica del subconsciente, de aquello que no es visible a los ojos externos pero son situaciones caóticas que se viven y sienten personas que sufren la ambición y el autoritarismo de sus mayores. Será una lectura apasionante y aleccionadora. Acércate a estas páginas de dolor y comprensión. Reflexionamos con el gran filósofo griego Platón cuando expresa: “La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo”.

Equipo de Redacción

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