Ada Soriano en el ciclo «Alimentando lluvias», del IAC Juan Gil-Albert

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El próximo 15 de junio de 2023, a las 19 H. , en la Casa Bardin (sede del Instituto Alicantino de Cultura Juan-GilAlbert), Ada Soriano hablará de su poética, su vida, su manera de entender la poesía… Una sesión íntima con la autora que finalizará con una lectura de poemas elegidos.

“Alimentando lluvias”, palabras tomadas de un verso de Miguel Hernández, es un ciclo poético organizado por el IAC Juan Gil-Albert que se ha realizado en anteriores ediciones –y que se recuperó en 2022- con gran acogida por parte de la comunidad literaria. Pretende, desde una perspectiva de encuentro y cercanía, poner de relieve el amplio panorama poético del que goza la provincia de Alicante en la actualidad. Desde una visión amplia, el ciclo recoge una muestra de la creación literaria que se desarrolla en Alicante y todas sus comarcas.

Por ello, en ocho sesiones de carácter mensual desarrolladas a lo largo del año, da voz a autores de diferentes generaciones y estéticas, algunos con largo recorrido y otros que, a pesar de tener menos trayectoria, tienen proyección en el mundo de la poesía. Poetas que escriben desde diferentes enfoques artísticos, incluso interdisciplinares. Además, el proyecto incluye la presencia de poetas que se mueven dentro del underground alicantino y que tienen un largo bagaje, con la intención de ampliar la perspectiva oficial y acercarnos a la realidad de la ciudadanía.

El próximo 15 de junio de 2023, a las 19 H. , en la Casa Bardin (sede del Instituto Alicantino de Cultura Juan-GilAlbert), Ada Soriano hablará de su poética, su vida, su manera de entender la poesía… Una sesión íntima con la autora que finalizará con una lectura de poemas elegidos.

Ada Soriano nació en Orihuela el 30 de diciembre de 1963. Dedicada desde temprano a la actividad cultural, fue codirectora de la revista de creación literaria Empireuma y redactora de la revista socio-cultural La Lucerna. Ha publicado las plaquetas Anúteba (Edición de autor junto a José Luis Zerón, 1987) y Alimentando lluvias (Diputación de Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 2000), así como los libros de poemas Luna esplendente o sol que no se oculta (Empireuma, 1993), Como abrir una puerta que da al mar (Biblioteca Pública Fernando de Loaces, Generalitat Valenciana, 2000), Poemas de amor (Fundación Cultural Miguel Hernández, 2010), Principio y fin de la soledad (Cátedra Fernando de Loaces, Universidad de Alicante, 2011, y reconstruido por la autora en 2021), Cruzar el cielo (Celesta, 2016), Dondequiera que vague el día (Ars Poetica, 2018), Línea continua (Ars Poetica, 2023), y dos volúmenes de entrevistas a poetas bajo el título No dejemos de hablar (Polibea, 2019 y 2022 respectivamente).

Poema

Monólogo de una mujer

                        A las mujeres que sufren o han sufrido maltrato.

Yo elegí estar aquí, no elegí la soledad, pero

iba implícita, y estar es todo lo que me queda.

Ana Becciu

Me he quedado sola.

Las estrellas se aletargan

en esta noche invernal

donde habita el desamparo

y mi tristeza alcanza

las cumbres más sombrías.

Nadie me consuela,

así que me he unido a la noche,

la noche sin límites.

Por mi ventana asoma la luna

en su máxima plenitud.

Derrama su blanco perfume

en el ángulo donde me hallo.

Es el vientre redondo y firme

de la mujer fecundada.

Me he quedado sola, sí,

pero no me vence el sueño,

la irresolución de sus ciclos,

ni el golpe de la intemperie

que penetra por las rendijas.

Tengo las entrañas encharcadas

de tanto llanto vertido.

En la humedad de mis ojos

se refleja el cansancio

de quien lo ha perdido todo.

Yo me asomo a contemplar

la crecida de la hierba,

pero no me atrevo a pisar

la alfombra mullida.

Yo me asomo, sí, a veces.

Los almendros floridos y quietos

recuerdan el tamaño del fruto

que un día llegará.

Yo quedo sumergida en mi cáscara

como la lluvia contenida en el charco.

Callada, inútil, paralizada.

Todo esto me digo.

No confío en mí.

Las plantas son frágiles.

Muchos hombres lo proclaman.

Me tomaste de la mano.

Tu ofrenda era adentrarnos

en una complicidad imperecedera,

pero solo fueron vibraciones

de un sueño imperfecto.

Ya se enderezan los primeros brotes

del amanecer.

El alba blanquea la oscuridad

de mi insomnio.

En la quietud de la piedra

se comprime el silencio.

Yo permanezco recostada

abrazando a un niño que no tengo.

Quiero acontecer mientras observo,

descubrirme de nuevo ante el espejo,

horadar mi cuerpo y asistir al alma

que ha quedado muda.

Me he quedado sola, sí,

con el vientre vacío

y un manojo de palabras.                                               

Del libro Principio y fin de la soledad

Equipo de Redacción

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