Una semana, una poeta… Anna Ajmátova; por Fran Picón

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Fundó, junto a los poetas N. Gumiliov (con quien se casó en 1910) y Serguéi
Gorodetsky, el movimiento poético ruso conocido como «acmeísmo», que constituyó
una reacción contra la vaguedad y el misticismo decadente del simbolismo, en favor
de las imágenes concretas y la realidad inmediata.

ANNA AJMÁTOVA
(Anna Andréievna Gorenko; Bolshoj, 1889 – Komarovo, 1966) Poeta rusa. Pasó su
infancia y adolescencia entre Tsarkoe Selo y Kiev. Al divorciarse sus padres en
1905, Ajmátova partió con su madre a Crimea, de donde partirá, a su vez, para
Kiev, al objeto de terminar sus estudios secundarios y estudiar Derecho. En San
Petersburgo, por último, seguirá los cursos de altos estudios de Literatura e
Historia.
Fundó, junto a los poetas N. Gumiliov (con quien se casó en 1910) y Serguéi
Gorodetsky, el movimiento poético ruso conocido como «acmeísmo», que constituyó
una reacción contra la vaguedad y el misticismo decadente del simbolismo, en favor
de las imágenes concretas y la realidad inmediata. De métrica conservadora, su
concepción de la rima es enteramente clásica, herencia directa de A. Pushkin, su
gran maestro. La poesía de Ajmátova es un perpetuo diálogo con la vasta tradición
poética en la que se inscribe Horacio, Dante, W. Shakespeare y el propio A. Pushkin
y con sus contemporáneos O. Mandelshtam y T. S. Eliot.
Sus dotes se revelaron muy pronto y sus tempranos versos se imprimieron en 1907. Su primer libro, Anochecer (1912), tiene como tema central el amor, con
versos breves, sencillos e intimistas, intentando constantemente el diálogo entre el
lector y la autora. Su estilo se perfeccionó muy pronto y apenas cambió en el
transcurso de su vida.
Tras la revolución comunista de 1917, en su obra aparecieron motivos cívicos,
patrióticos y religiosos, sin que ello incidiera en la intensidad y originalidad de su
voz. De este período destacan sus poemarios Belaia staia (1917) y Podorozhnik
(1921), por los que fue criticada y catalogada de burguesa y aristocrática. Tras la
publicación de Anno Domini MCMXXI (1921), dejaron de aparecer originales suyos,
hasta la edición de Iz shesti knig (1940), una compilación de su obra anterior.
Durante la guerra comenzó su largo y reconocido Poema bez geroia (1940-1962),
obra de extraordinaria complejidad que constituye una suerte de suma lírica de
toda la filosofía y la poética de Ajmátova, que no apareció hasta 1966. Su emotivo
ciclo en memoria de las víctimas de Stalin, entre las que estuvo su hijo Lev,
Requiem (1935-1940), está considerado una obra maestra y un monumento
poético al sufrimiento del pueblo soviético bajo la dictadura estalinista.
Después del «deshielo» en el ámbito de la cultura, que se produjo tras la muerte de
Stalin, Ajmátova fue parcialmente rehabilitada. En 1958 apareció un nuevo
volumen con su poesía y algunas traducciones de poemas de G. Leopardi y R.
Tagore. Dentro de su variada y vasta obra también destacan los poemarios Chetki
(1912) y Beg vremeni (1965). Escribió numerosos ensayos sobre Pushkin,
recogidos en el volumen O Pushkine: statí i zametki (1977). Publicó unas memorias
donde relata sus estrechas relaciones con A. Blok, Amedeo Modigliani y
Mandelshtam.
Sufrió la censura en razón de su «misticismo, erotismo e indiferencia política», y en
1946 fue expulsada de la Unión de Escritores Soviéticos. En vida fue objeto de
constantes ataques y sólo unos años antes de su muerte recibió la aprobación y el

elogio de sus contemporáneos en su país y en el extranjero. Su funeral, celebrado

en la catedral de San Nicolás, en San Petersburgo, fue multitudinario.

POEMAS

Llegué a visitar al poeta
A Alexander Blok

Llegué a visitar al poeta
Exactamente al mediodía, un domingo.
En el cuarto espacioso reinaba el silencio
Afuera, en la calle, hacía frío.

Un sol agradable se paseaba
Sobre el tupido humo grisazul…
El poeta me miraba fijamente,
En silencio, como un gran anfitrión.

Es mejor ser cuidadosa
Y no mirar nunca a sus ojos;
Son ojos tan extraños
Que jamás se pueden olvidar.

No olvidaré ese encuentro
Aquel brumoso mediodía de domingo
A las orillas del Neva
En una casa grande y gris.

(Versión de Jorge Bustamante García)

Para muchos

Soy vuestra voz, calor de vuestro aliento,
El reflejo de todos vuestros rostros,
Es inútil el batir del ala inútil:
Estaré con vosotros hasta el mismo final.

Y por eso me amáis ávidamente,
Con todos mis pecados y flaquezas,
Y por eso me entregasteis sin mirar
Al mejor de todos vuestros hijos,
Y por eso no me preguntasteis
Por ese hijo ni una sola vez,
Y llenasteis con el humo de alabanzas
Mi casa ya vacía para siempre.
Y dicen que más estrechamente ya no es posible unirse
Y que más irreversiblemente ya no se puede amar…
Como la sombra quiere separarse del cuerpo,
Como la carne quiere separarse del alma,
Así deseo yo que me olvidéis vosotros.

(Versión de María Teresa León)

Equipo de Redacción

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