«Un paseo por lo mínimo» de Maruja Salgado; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque analiza la obra «Un paseo por lo mínimo» de Maruja Salgado

En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza y, al acostarnos, pensemos que amanecerá«

Noel Clarasó

Hermosas deducciones sobre la esperanza de vida, son los cuentos reflexivos sobre lo que se consigue y se pudiera conseguir, a lo largo de nuestros días, pensando, siempre pensando en lo que pudo ser y no fue o, lo que podría ser, si nos aferramos a una realidad de vida. La colección de cuentos Un paseo por lo mínimo deMaruja Salgado nos introduce a mínimas deducciones, como ella dice, pero de gran importancia cuando nos damos cuenta que, en lo pequeño, en lo intrascendente se aloja toda una filosofía de lo que pudo ser y no fue, precisamente por esa escasa importancia que le damos a las nimiedades que nos suceden:” Pero, ¿has probado a expresar sentimientos con palabras? ¿Has pretendido verter en ellas la angustia, la frustración, tus más ocultos anhelos? Tal vez exista la palabra precisa, profunda y certera. Tal vez espere expectante a que seas capaz de encontrarla; a ella, y no a la sucedánea que deforma tu realidad al pronunciarla. La desesperación, la impotencia, te embargan entonces y culpas a las palabras de tu falta de acierto. Las acusas de que, una vez más, han hablado por sí mismas.”

Se siente esperanza cuando se tiene la certeza de que algo sucederá, unas veces para bien y, otras, por el contrario, para mal, pero no dejan de hacer sentir ese cosquilleo interior que nos provoca la satisfacción de que algo sucederá. Cuántas veces se pasa por malos momentos, sea cual sea el momento vivido, sea en la salud, el amor, el aspecto laboral o profesional, nos aferramos a una brizna de esperanza, que pueden manifestarse casi de inmediato, o bien, pasado un tiempo, pero la esperanza se mantiene intacta: “Desde el rincón anodino de nuestra pandilla, se me partió el pecho al ver las sonrisas caer de tu boca; tu gesto crispado, tu desolación. Y no fui capaz en ese momento de gritar tu nombre; me quedé parado, sintiendo en mi cuerpo todo tu dolor. / Hoy nos hemos visto, ya peinamos canas, mis ojos dijeron al fin lo que, cobarde, mi voz aquel día no pudo articular: Te espero.”

La vida y el progreso actuales nos desengañan y nos quedamos con la esperanza frustrada que un día podría volver a ser, pero la vida continúa y no retrocede, por lo que solo quedará en el recuerdo aquello que nos hizo vibrar de emoción, ya no más poderosos hilos de felicidad: “Una vez penetró en las casas un olor caliente y negro y las chiquillas salimos entusiasmadas a contemplar la máquina humeante, como si se tratara de un juego nuevo. El manto espeso y pegajoso que escupía fue cubriendo las zanjas ya taponadas, heridas que arrancaron los callaos de mi calle. / Había llegado el progreso y el campo se apartó para siempre de la ciudad.”

El recuerdo de los gratos momentos que se vivieron entre risas, chistes y chismes de la juventud vuelve a hacerse realidad cuando, sin a veces planificarlo, retornan con sus caritas sonrientes del ayer. La amistad que perdura y perdurará por siempre. Vuelve la esperanza de los mejores días vividos en compañía y la felicidad que nos acoge con placer, mientras somos jóvenes:” El tono de las voces sonaba un pelín menos agudo, y los decibelios habían bajado de intensidad cuando, a las 7 en punto, se abrazan. El “nos vemos”, fue preludio de las excusas que llegaron por whatsapp a partir de la noche del martes.”

La mujer que se casa con la ilusión de alcanzar una felicidad permanente, una felicidad que la cubre en el momento de aceptar su unión con el hombre que cree amar, siempre con la esperanza de un mundo mejor, de un amor, casi permanente, de sentirse amada, en el desconocimiento total de la persona cruel en quien confía y le brinda todo su amor que pronto, muy pronto es frustrado y perdido en un charco de sangre: ”Una alfombra líquida iba cubriendo de escarlata el damero blanco y negro del suelo, cuando la vecina la encontró y pudo captar todavía la mirada suplicante que había quedado en las pupilas de la muchacha, mientras su boca parecía proferir uno más de los gritos silenciosos que llevaba tanto tiempo emitiendo, sin que nadie hubiera sido capaz de descubrir en su rostro.”

La maledicencia de las personas que conviven en un mismo barrio o, en un pueblo de poca vecindad no perdona la conducta de las personas que dicen amarse, pese a cualquier contratiempo, lo que nadie entiende es la esperanza que los corazones de los que se aman y creen sentirse libres, cuando, en realidad son objeto de improperios de maldad, solo alguien que entiende la vida emotiva es capaz de defender esa conducta de amor:” Y así mismito ha sido. La vecindá no ha parado de darle a la taramela, ¡hasta que si se llevó la almohada! ¡Qué les importará!, pero yo defiendo a mi amiga, que nos criamos como hermanas. A la que se ponga con muchas, le digo: para trabajar todo el día sin beneficio ninguno, mejor trabaja solo para su hombre y encima se acuesta con él. Y la dejo calladita

Los años transcurren, se alejan. quisiéramos detener el calendario y evitar que se nos atraviese “otro año más”, aun sabiendo que no es posible, lo anhelamos, quisiéramos atraparlos en una urna de cristal, o como Pandora, liberarlo y que, aquella esperanza de una juventud eterna, jamás se diluya, pero el espejo nos devuelve el rostro de los años: Dicen que los años se van por el aire. Por más que llevo tiempo mirando para los celajes, no he logrado atrapar ninguno.”

Y, la esperanza prosigue, de días mejores, de amores ideales, de buenos augurios. Es esa esperanza que nos mantiene vivos y en espera de nuevos amaneceres, del calor del sol, de palabras halagadoras que sean capaces de hacernos sentir esa maravillosa mezcla de bienestar y nostalgia. Toda una vida de futuro promisor:” Tal vez algún día seamos capaces de vivir en una tierra sin fronteras, de compartir el disfrute y las riquezas del mar sin parcelarlo, sin verter en él nuestra inmundicia. Quizá lleguemos a ser capaces de amar sin poseer. Amar libremente sin sospecha ni daño, ¿llegará a ser posible? Será un mundo de iguales y los verbos mandar y obedecer perderán su significado. El género dejará de ser una barrera que encasille o discrimine. Se borrará definitivamente la relación entre tener y valer e incluso, el concepto tener caerá definitivamente en desuso.”

El amor de una madre jamás se detiene, tampoco reniega, aunque sí, le provoca sufrimiento. Sabe que los hijos son de la vida y que, ellos, como todos, responderán a ese llamado del destino de la vida, no siempre grato a la emotividad, pero la ley humana, al fin:” Pasan de las cinco cuando suena el móvil. Hola mamá, ¿cómo estás? Percibe el tono apagado y un temblor se apodera de su mano. Bien hijo, esperando tu llamada. De eso quería hablarte… Sé que te prometí hace meses que en Navidad vendrías con nosotros, pero es que mi suegra nos invita a su casa y a los niños les encanta estar en el campo… Volveremos después de Reyes… Iré a verte sin falta, te lo prometo. Adiós hijo, que lo pases bien. / La cuidadora viene repartiendo polvorones, Felisa, por no despreciar, acepta uno y lo muerde sonriendo apenas, pero es acíbar lo que llena su boca.”

Amigo lector ahí tienes este ramillete de buenas expresiones sobre nuestras vivencias y la esperanza viva de que, mientras el corazón nos responde, no todo está perdido. Se deleitarán tus sentimientos con las numerosas lecturas que encierran las páginas de este gran libro. Pensemos en las palabras del gran escritor bengalí, dramaturgo, músico, novelista, premiado con el Nobel, Rabindranath Tagore: “Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres”.

Equipo de Redacción

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