Tiempo de memoria, de Chelo de la Torre; por Isabel Rezmo

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Isabel Rezmo reseña la obra ‘Tiempo de memoria’ de la autora española Chelo de la Torre.

Rescatar lo perdido. Puede que sea ese el sentido de toda una vida, o la percepción de los acontecimientos que van discurriendo frente a nosotros.

Nuestro espejo puede afectarle el hecho de que el tiempo aunque pueda medirse por cálculos y por medidas o parámetros concretos, le afecta nuestras actitudes. Nuestra manera de pensar. Estoy convencida que nosotros cambiamos esas variables, de una forma afectiva o emocional, y que eso, es la única verdad por la que discurre toda nuestra vida.

Todo es ahora.

Se alargan las ideas, las palabras, tu sombra,

y se abre la espiral.

El tiempo es el sentir de la razón,

la mirada del ayer, la hoja caída,

el limonero de casa de mi madre,

el chasquido de mis huesos, tus gafas.

El puente, el agua.

Los poemas de Chelo de la Torre son un vaticinio. Recuerdo a la poeta argentina Olga Orozco, que en una entrevista decía: cada poema te llega como un oleaje de acuerdo a la época que lo escribiste. Por eso hay series de poemas que se dan como un único tema, con alusiones a las cosas que sucedieron en determinado tiempo. Son los que configuran cada libro. El tiempo y la memoria, juegan un papel permanente.

Chelo de la Torre

La memoria actualiza todo; todo es presente; va corrigiendo inclusive a través de las cosas que nos van sucediendo, les va dando otro olor a pasado. La memoria interpreta, percibe y trasforma. Su fin es permanecer eterna y perpetua.

El poeta tiene más sustancia en la virtud de callar, que en lo que escribe. Aunque quizás sea la sabiduría de la poesía, la que extrae en nosotros la sensibilidad necesaria para convertir las tres líneas temporales: presente, pasado y futuro, en un recorrido de silencios, porque para escribir es preciso tener el sentido de la nada. Y la nada es todo un maremágnum de inteligencia y valor.

Porque solo sé escribir

de mis geometrías rotas,

sigo escribiendo poemas.

Y ella, se deja en el primer bloque de este libro la pregunta que todos nos hacemos: ¿Por qué y para qué escribir? El sentido de la poesía es para ella algo, transcendental, metafísico y matemático (no olvidemos que Chelo ha sido profesora de matemáticas). La poesía es un símbolo, es un tesoro o una bella escultura que está enterrada dentro de nosotros, y con la exactitud de la geometría, y del ángulo perfecto, absorbe su hambre para disparar y descubrir sus huellas:

…y un reloj hambriento que se come las horas…

….y el poema que no se escribió, y tú y tú y yo y el reloj que se come las horas…

Dice el poeta y prologuista de este libro Enrique Gracia Trinidad, que este libro habla de nosotros. Es una evocación constante del ser humano. En tiempo de Memoria a poesía habla de niñez, de adolescencia, de aulas, de pasillos, de la madurez (que todo lo asienta). Habla de la mujer, del resentido, del cautivo, de la guerra, de los oprimidos. Porque todo se absorbe, todo se convierte en una necesidad de ser expresado.

Y en el último bloque la paciencia, la madurez ha condensado los años en una botella. Y la poeta se ve a sí misma en un tiempo fugit.

En el chasquido que convierte en pasado todos los presentes efímeros. Son los años que han convertido a Chelo en lo que es, a partir de su jubilación. De dejar la tiza y la pizarra, y sentarse a devorar la escritura.

A ser simplemente lo que la vida ha hecho de ella: poeta.

…para llegar a los setenta

hay que morirse muchas veces

Equipo de Redacción

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