La vida es la flor de la que el amor es la miel.

Víctor Hugo

 

La obra El niño del pelo blanco de Beatriz Giovanna, nos introduce en el reconcomio del amor, ese sentimiento que no escapa a ningún ser mortal y que, unas veces nos conduce por senderos de paz y alegría, otras, por el contrario, puede mostrarnos un sendero recargado de pedregones que no son nada halagüeños. Beatriz nos dice “Este libro va dedicado al niño del pelo blanco.” Y, ¿quién es ese niño de pelo blanco? es su espiritualidad, aquella que no crece, que se mantiene incólume en el alma que, hasta que nosotros lo decidimos, seguirá siendo un niño que juega inocentemente con nuestro entendimiento, por eso, Beatriz insiste “Allá, dondequiera que estés, amigo mío, gracias por esa realidad inventada, en la que el amor siempre existió.”

 

Nos dice Charles Baudelaire que El amor es el anhelo de salir de uno mismo y creo que es así porque el amor no se queda en nosotros, el amor nace por alguien, a quien hacemos partícipe de nuestros anhelos de sentirnos importantes para ese alguien, con quien compartir nuestros más caros sentimientos y el empeño de trasmitir lo que el corazón y el alma sienten. Así, por ejemplo, Beatriz, que ama la literatura, la hace parte del amor de su vida. “el amor que vivía era pura literatura.” Porque el don de escribir o de leer nos permite adentrarnos en palabras de otros, pero que sienten y expresan las mismas sensaciones de amor por el o los que ocupan nuestras esperanzas de seguir existiendo. Nos dice Voltaire, escritor, historiador, filósofo y abogado francés que “Hay que saber que no existe país sobre la tierra donde el amor no haya convertido a los amantes en poetas.”

Y, el amor en cada una de nosotros es compartido con muchos propósitos de vida y de los quehaceres que nos ocupa. Uno de los esenciales es el que sentimos por nuestros progenitores, cómo no amarlos, si gracias a ellos estamos presentes en el mundo, especialmente la madre, en quien depositamos el más puro amor y predilección: “Madre, cuando seas grande, te cuidaré como la hermosa niña que eres. (…) luego podré contarte que yo fui tu bebé.

Las expresiones y microcuentos de Beatriz están escritos a través de un lenguaje sutil y preciso, donde las emociones que la embargan parecen cobrar vida y se leen con deleite, haciéndonos partícipes y reaccionamos con el mismo sentir que nos suspende el alma. Son palabras sencillas, pero que tienen el don de penetrar muy profundamente en cada uno de los poros del sentido del tacto y, trasmitir a todo el universo de nuestras pasiones e ideales.

 

Cada uno de los textos es un nuevo sentimiento de amor, los hay, también de egoísmo y desolación: Fue el más grande amor de su vida. Cada día, se amaba más y más.Entendido, quizá, desde una ambigüedad. Uno debe amarse y respetarse, sin llegar al narcisismo.

 

Para aprender a amar se tiene que vivir porque, un ser que posee toda la energía repercute en los otros, Nos dice Mahatma Gandi. Extraordinario pensador:  dirigente más destacado por la no violencia. “El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.” Solo ante los demás podremos demostrar nuestra verdadera naturaleza y el poder que podemos ejercer con y en los otros. Nos dice Beatriz: Aprendió que el amor es un sistema de signos que se va construyendo día a día. Cada signo amoroso es una señal inequívoca de entrega y libertad.

El elemento de la libertad debe ser uno de los principales complementos en el amor, sin libertad se tiende a someter al otro, asfixiar hasta el cansancio. El amor es compromiso de dos, pero respetando que ambos necesitan la libertad necesaria para actuar y no ser sometido: ““El amor, ni duele, ni quiere cadenas.” Qué fácil fue comprenderlo. Así recuperaron la vida para amarse sin hacerse daño.”

 

El amor no solo se vive en pareja, está el amor por la vocación, por lo que se enorgullece de hacer y se ocupa de engrandecerlo, de hacer patente lo que es genial y lo descubre, lo sabe, por eso su tiempo está dedicado, casi por completo a escribir, a leer, a pensar y a crear. Ése es el amor por reflejar el don que descubre está con ella misma y no debe esconderlo, sino más bien manifestarlo, dar a los demás ejemplos que, seguro, muchos lo agradecerán y seguirán: “Se manchaba continuamente las manos con literatura, amasaba historias buscando refugio.” Y ese refugio está entre las palabras expresadas con todo el amor que se encubre y envuelve entre pasiones, emociones y ansias de libertad permanente imbuidas del sortilegio de la esperanza con que son trasmitidas en cada palabra, frase que enlazadas bullen de amor y entrega.

 

El amor nos puede hacer muy fuertes para enfrentarnos a cualquier embate que en el huracán de nuestras vidas pueda estallar, pero, también nos hace frágiles títeres que podemos desfallecer en cualquier circunstancia, sea esta buena o mala, donde el más fiero guerrero caiga abatido por la espada y escudo del contendor más débil. Somos fuertes mientras la energía sutil, pero vitalizante nos brinde su fortaleza de entusiasmo y conquista del corazón: “Pese a la imagen de fortaleza que tenía, habitaba en su interior un niño frágil que lloraba en silencio.”

 

Dejo a todos ustedes grandes lectores, este hermoso libro de Beatriz para su deleite y gozo espiritual. Expuse algunas de sus exquisitas expresiones de las muchas que tiene todo el libro que consta de 94 títulos que los harán soñar y vivir en la esperanza de sentirnos amados porque estas muestras de expresiones no son, sino una muestra del cariño de Beatriz a su mundo lector. Seguramente ustedes encontrarán otras frases que animarán su espíritu. El escritor y dramaturgo español Jacinto Benavente nos legó su sentir acerca del amor “El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.”

Equipo de Redacción

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