«Prosas ensimismadas y trastornadas» de Lilián Costamagna; por Angélica Guzmán Reque

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«Prosas ensimismadas y trastornadas» de Lilián Costamagna, reseñada por Angélica Guzmán Reque

Solo hay dos maneras de vivir tu vida. Una de ellas es como si nada fuera un milagro. La otra es como si todo fuera un milagro”

Albert Einstein

Los microcuentos Prosas ensimismadas y trastornadas, de la escritora Lilián Costamagna, donde el mismo título es ya muy sugerente porque, cada uno de los cuentos manifiesta esa sensación de ahogo que produce la sola imagen de los desaciertos que proyecta la sociedad en su conjunto. Analizado el concepto de la palabra ensimismado quiere decir: la actitud que adopta quien se desentiende del exterior para concentrarse en asuntos internos o en su intimidad; sin embargo, en los cuentos que nos ocupa, son más bien situaciones del mundo exterior que sofocan la forma de sentir del yo narrador de la obra.

Así, el eterno problema del trato que recibe la mujer, la niña en el caso del cuento En la barranca, un acto criminal que nunca ha sido atendido desde su origen y, aquellos patibularios viven en la más absoluta ignominia y pasean su crimen entre risas y satisfacciones: “Dos bultos entre el ramaje y un puñal, brillan iluminados por un pedacito de luna. Se esconde entre los matorrales, sube y sube, tropieza con un tronco podrido y cae sobre la hojarasca húmeda. Como desde tiempos inmemoriales, el canto rodado sigue deslizándose. Un cuerpo inerte y las prendas ensangrentadas sirven como testimonio. Abajo, ya comienza la faena del puerto fluvial”

Vivimos en un mundo completamente trastornado de alevosía y de injusticia, parece ser un tiempo cada vez más egoísta e individualista, sin embargo, el yo narrador parece no querer volver a reaprender a vivir y se aísla más, parece querer desaparecer y hundirse en el olvido, en esa salobre vivencia, que lo va sofocando hasta un hundimiento más y más solitario, enfermizo, donde no cabe, sino la podredumbre, hasta quizá convertirlo en uno más de esos elementos: ”El público calló de estupor. Un charquito de lágrimas ya se estaba tiñendo de rojo. (…) Caminó hacia un lado y otro de la grieta, hasta que se cansó y cayó al abismo. No lo vimos más. Anduvo por los senderos en busca del horizonte, por los caminos polvorientos, por veredas de cemento y brillo. Recorrió las superficies de banal inconsistencia. Decidió hibernar en el silencio interior de la tierra. Como las lombrices, cavó en los vericuetos escondidos. Hoy es ya compost.”

Cuántas veces se quiere abandonar ese estado de trastorno al que conduce la visión de hechos con los que no se está de acuerdo, que son objeto de su malestar, de su agobio, de esa soledad perniciosa que parece conducirla hacia un abismo, quisiera abandonar y sentarse a meditar sobre el optimismo que antes la acompañaba, por eso le hace expresar: “Alimentar el alma y el cuerpo. Esa es mi consigna.”; pero… ”No puede avanzar. Si mira hacia arriba, la altura lejana lo marea; si mira hacia abajo, un círculo concéntrico quiere tragarlo. Se tensan los músculos hasta la extenuación. Luego, una mano se desprende y lo hace girar hasta golpear la cabeza en la pared circular. Se toca la frente ensangrentada y sudorosa. Arriba, la luz se está tornando opaca. Nuevamente se derrumba y cae en la profundidad oscura. Quiere descansar… Se revuelve sobre la almohada. Se prende a la boca del brocal.”

Es increíble y, peor para un alma sensible, cómo en pocos segundos puede trasformar la vida misma del ser que lo sufre y hace propios los males que aquejan a la humanidad de nuestros días que, parece que nadie los percibiera, pero ahí está el escritor, aquel que le duele el alma y protesta y desea hacer un alto en su vida y sentir aquella desazón que le hace sangrar el intelecto y sus emociones cambian, se transforman y vuela a ese otro mundo que sin haberlo planeado, deriva en el ensimismamiento y encuentra las palabras que van a ser la fuerza propulsora que, de manera espontánea secuestra a la mente y obliga, no a resolver, pero sí, alertar sobre esos problemas, esas vivencias que impiden pensar en una libertad plena de acción “Mientras fue posible, alegré con mi colorido el pasear de los transeúntes que me admiraron. En mi copa cuneiforme hubo elípticas aves que llenaron mi cabeza de quimeras. Eso no bastó, sin embargo, hasta que una fuerza poderosa me soltó para viajar donde mis sueños me llevaran, en completa libertad. / Hoy no soy más una Santa Rita. Hoy soy el tronco enorme, rugoso y oscuro de un fuerte roble que escarba buscando las raíces más profundas, y la humedad. Ya encontró las cepas que alimentaron sus nervaduras, ya dispuso sus semillas primorosamente y ahora, bien aferrado, ve pasar la vida sin flores, sin pájaros y sin sabia. Y lloro… ¿o es el rocío de la madrugada?”

Se podría asegurar que nuestro cerebro posee elementos misteriosos para maquinar y expresar las respuestas que tiene con relación a lo que se observa y siente, deja pasar unos, pero se aferra a otros, a veces de manera aparentemente caprichosa, de tal manera que nos permite ocuparnos de otra realidad, de modo que no se puede decir que este aspecto del ensimismamiento, no puede ser calificado como positivo o negativo, sino que tiene, para sí, una gran relevancia que sí, será objeto primordial durante un tiempo, aunque después pueda abandonarlas. “Fue un tiempo largo, me acuerdo, pero para el final me voy olvidando, como se olvidan los ancestros, como se olvida el mundo de sí mismo, de a poco, cada vez más borroso, hasta que queda sólo una niebla, que cubre, salvadora, la semilla que quedó enterrada allá lejos, miserable, pero que brotó y hoy crece fuerte hacia el futuro. / Y así, como la brújula, que irracional busca el norte, vivimos a diario, tratando de salvar un poquito de nosotros, de rescatar un pelo, una gota de sudor, una mirada, un amor, una sonrisa. ¿No?”

No todo es negativismo en las expresiones profundas a que nos somete la lectura de estos sentidos cuentos, hay en ella, pinceladas de felicidad, de alegría de vivir y de sentir, así como es el amor, sentimiento presente en todas y cada una de la vida del ser humano.

”Como la albahaca él es piel salina y es sabroso, suave al tacto, macizo cuerpo de untuosos músculos. Me dejo llevar. Mi mano se desliza por toda su anatomía fuerte. Nos embriagamos con el excitante aroma a albahaca y ahora es áspero sabor de sus labios sedosos, hasta que los cuerpos quedan exhaustos de amor y reposan. / Los amantes que yacen en silencio. El verde de sus ojos está tornándose azul intenso cuando la noche los cubre.”

Ama la vida y le hace proferir palabras de ensueño y de bienestar, anhela la paz, no solo de su ser, sino del mundo entero, sobre todo de aquella que vive la fragilidad, lo efímero de la vida. Ama lo que ve y sus sueños se remontan a un Retrato diferente de la vida, de su vida “¿Y si imaginamos un sitio de ilusión, donde la paz ya no sea una utopía, donde haya rostros fulgurantes de miradas tiernas, de manos que se entrelazan? / Finalmente, una caravana de seres en perfecta armonía parte, el sol alumbra su camino y embellece sus ojos; avanzan despacio por un sendero de luces y caminan cruzando por aguas cristalinas rumbo a la paz.”

Ese narrador de la paz y la felicidad no pudo olvidarse de la libertad, no la que se ve entre muros y rejas, sino aquella plena libertad que le muestra el sabor dulce de la vida, Aquella que se siente al aspirar el aroma penetrante de la naturaleza, de los caminos, del abrazo de los amigos “– ¡143! ¡Sígame! / El llamado lo sobresaltó, a la vez que interrumpía el silencio musical del aire… el aire ya no estaba contaminado, cuando se limitó a beber la fragancia de todo lo vivo, a tragar bocanadas y expulsarlas laxamente. / Y la luz, de sagrada belleza enmudeció al sol; la iridiscente placidez llegaba hasta herirle las pupilas. Dejaba atrás, al fin, el dolor y el encierro. Hasta el hielo de los barrotes se estaba derritiendo. / Se oían los ladridos de los perros. El crujido de la nieve helada en cada pisada, estaba dando testimonio. No era magia, era una contundente verdad, su libertad.”

Ese narrador omnisciente se siente capaz de expresar lo vivido porque su vida no fue sencilla, tuvo que pasar por muchos altibajos y contrariedades que le hicieron ver un mundo de intensa niebla, así como de diáfana mañana, Eso mismo le ha dado experiencias que le ayudaron a equilibrar el concepto de la vida, el solo hecho de nacer y tener existencia “De larva, a oruga, a ninfa, a crisálida, a mariposa multicolor, he fisgoneado en un alfalfar y en los campos de margaritas. ¡He visto tanta belleza en mi largo andar! He mutado en mariposa nocturna para pasar inadvertida en los rincones y en el submundo de las escaleras. He vagado en torno a sitios ignotos. He leído sonetos; he escrito odas y elegías y he viajado en canciones. Me he camuflado para huir de las fumigaciones y las toxicidades, en un enjambre de mariposas, que, “en un corte y una quebrada”, en giro y contragiro, hemos bailado un allegro molto e vivace o un vals de las mareadas… y aún perduramos.”

Querido lector tiene mucho más que descifrar en esta lectura, son cuentos que le harán reflexionar de qué manera vivimos y pensamos, sobre todo sentimos. Estoy segura que se sentirá tan extasiado, que le abrazarán el alma. Nos dice Soren Kierkegaard, filósofo y teólogo danés, padre del existencialismo: “La vida no es un problema a ser resuelto, es una realidad a experimentar”, a experimentar a través de la lectura.

Equipo de Redacción

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