Poesía española contemporánea: Luis Luna

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Ha llegado el mes de julio con la primera entrega de poetas invitados por nuestra editora. Nuestro primer poeta es Luis Luna.

La fuga está en la rama. La sílaba es nutriente (2010)

Perfomance

Una estrella de ocho púas, alambre de púas sobre la tierra. Confinado el libro, comienza la fuga. Celan es el poeta-voz de la barbarie, el visionario de la certeza.  Su lengua es la lengua de la roca, tiene largos eones. Por ello era necesario organizar la procesión hasta la piedra y colocar piedra sobre piedra, hasta enterrar aquello que nos nutre. El monte del calvario no es privativo de nadie. Es un deslumbramiento ante aquello que nace.

Pero no explicar al pájaro y la nube, contemplarlo; ascender por la escala hasta el centro. Y allí donde todo es geometría y áspero tacto excavar con las manos, con la pala, con el objeto-altar que nos permite la llama y el derrame. Una sombra en la sombra, ascenso en el incienso del pino y sus aristas.

GEOGRAFÍA DEL LENGUAJE. TERRITORIOS

Cualquier piedra que levantes-
desnudas
a los que piden la salvaguardia de las piedras:
desnudos
renuevan el entramado desde hoy.

Cualquier árbol que abatas-
armas
el lecho en donde
las almas nuevamente se acumulan,
como si no temblase
a su vez este
eón.


Esto dijo Celan. Esto está dicho. Sea.

En esta performance  los asistentes formaron una comitiva fúnebre, portando una escalera con una vitrina de cristal que contenía las obras completas del poeta homenajeado y el plantón de un pino. Por el camino se recitaron una selección de poemas finalizando el recorrido en una estrella de ocho puntas, realizada con alambre de espino e inscrita en un cuadrado de 8 metros de lado. En su centro se depositó el libro en un hoyo, se cubrió de tierra y a continuación se plantó encima el pino.

La fuga está en la rama. La sílaba es nutriente (2010)
Luis Luna

Esto dijo Celan. Esto está dicho. Sea.
Luis Luna

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POEMAS DE LUIS LUNA

La palabra abandono
como un pájaro oscuro
posado sobre nieve y bajo la tormenta.
La palabra abandono.
Su intemperie


De algún modo te acostumbras al hambre como se cede al frío, casi en la somnolencia de los convalecientes. Y sin embargo atesoras en la mano una cuchara, una cuchara con la que puedes ver la nube y tanta lluvia. Por eso, por la sed, a la que llamas horror u holocausto, o puente astilla o tal vez una flor de óxido y de herrumbre, colocas la cuchara afuera y te comes el agua a dentelladas y te mojas la boca a la espera del resquebrajamiento, de la fisura que te ayude a ver, a contemplar más allá de la lluvia.


I. Apuntes de ornitología

Ensayo en cada pájaro mi vuelo

y mi caída
mi sazón y mi agraz en cada fruto
mi memoria en la nieve.
He cifrado mi nombre en el paisaje.


Tiras la piedra

al centro del estanque
y no alcanza tu vista a ver los círculos.
Lo que importa es la imagen
que nace en tu memoria
la respuesta que vibra
en el hueco vacío de tu mano.

De Cuaderno del Guardabosque


Pedagogía de la llama

Te sorprende el calor, la incertidumbre de la llama, el lenguaje del humo. La lumbre te propone/aprendizajes/que luego no se olvidan. El diálogo tenso del frío y la penumbra con los cuerpos cercanos a la luz, impelidos a ella como el pájaro al canto. A ella convocados no por la fuerza de la necesidad ni la costumbre sino por la belleza. Y la belleza también posee lo oscuro, lo que queda/escrito de algún modo/ en la ceniza.


Las líneas de la luz

Permaneces inmóvil.

La penumbra, el objeto
se vuelven transparentes
en su fondo de aire.

Tu identidad con ellos
permite ese vacío.

Se aproxima el temblor
las líneas de la luz
el principio limpísimo del día.

De Territorio en penumbra


Con el cuchillo dulce / del silencio / la sílaba / apuñalas.

Sangras la voz.

Para que duela.


Sabes que esta línea que los días se trazan no te sacia ni puede describirte. De qué sirve esperar, nombrar lo separado. Convocar la memoria.

Bajo los mismos pájaros.


Entre el ojo y la mano la verdad de los desheredados, esa forma de hacerse en cada gesto. Y cada gesto es un brazo que se extiende hacia el frío de las casas, hacia los arcones vacíos donde recoges sombra.


Sobre las botellas apiladas, sobre el descendimiento de la luz en los vidrios la mirada del ciervo como un puñal de flores, un ojo que penetra y rodea lo obvio de belleza. Es esto lo que mueve acaso la mañana y la impulsa a seguir hacia adelante. Es cierto que rodeas ese cuerpo animal con tus brazos quemados por un fuego de aceros y de yunque, de errancia con sus culpas. Y tal vez ella signifique la lluvia, el asombro incipiente que limpia e inicia la germinación. Este  comienzo seminal de la mirada. 


Equipo de Redacción

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