Poesía e inmanencia en el poeta venezolano Reynaldo Pérez Só; por Antonio Arroyo Silva

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Dice el poeta venezolano Reynaldo Pérez Só que la poesía es tocable, y no hay figura retórica en esta afirmación. Si acaso hay un proceso de interiorización que procede nada menos que de la poesía mística.

Reynaldo Pérez Só

(Caracas, 1945) Poeta, traductor, cofundador y director de la revista Poesía, editada por la Universidad de Carabobo. Ha publicado Para morirnos de otro sueño (1971), Tanmatra (1972), Nuevos poemas (1975), 25 poemas (1982), Matadero (1986), Fragmentos de un tallerars poética (1990), Reclamo (1992), Px (1996), Solonbra (1998), Antología poética (2003), entre otras.

Dice el poeta venezolano Reynaldo Pérez Só que la poesía es tocable, y no hay figura retórica en esta afirmación. Si acaso hay un proceso de interiorización que procede nada menos que de la poesía mística.

Al respecto, Vicente Hernández Pedrero, en el prólogo de su libro Ética de la inmanencia. El factor Spinoza, nos aclara que «fenómenos tales como la conciencia moral, la capacidad de razonamiento o la libertad de decisión de los seres humanos no tienen su origen en fuerzas ocultas ajenas a la conciencia material de las cosas, sino que son resultado de un fondo de naturaleza del que nuestro ser participa activamente, fondo natural que va desde la materia y energía oscuras del universo hasta la sorprendente e intrincada estructura neuronal del cerebro».

Si poetas barrocos como Quevedo hablaban de la transcendencia del ser más allá de la muerte, y esta idea que influyó tanto en el romanticismo deriva en un nihilismo que de una manera profunda impregna los movimientos literarios del siglo XX, dada la debacle del sistema de valores impuesto por una sociedad burguesa que había acotado la realidad a sus intereses ideológicos, veremos cómo la filosofía de Spinoza va a influir en el pensamiento contemporáneo (independientemente de que muchos filósofos reconozcan esa influencia o no). Se trata de un pensamiento de lo transcendente a lo inmanente: de una subjetividad, digamos, geocéntrica a otra antropocéntrica, donde el hombre se reconoce como una parte de la creación. Y, por supuesto, esto nos lleva a replantearnos el sentido de la mística.

Según Thunghedat, lo místico es una actitud humana que no se refiere a algo sobrenatural, sino a una actitud del ser humano de recogerse en sí mismo y de hacerse consciente al mismo tiempo de la totalidad del mundo, ganando una conciencia de su insignificancia y, por tanto, no egocéntrica ni negativista como las del nihilismo. Es pues una actitud que se puede explicar desde un punto de vista antropológico y, por consiguiente, materialista.

La relación entre estas ideas filosóficas que el profesor de Filosofía de la Universidad de La Laguna Vicente Hernández Pedrero matiza en su estudio y el movimiento literario que surge en Venezuela en los años 70 en torno a la revista Poesía  es evidente en el contexto de la poesía hispanoamericana, incluso en el europeo. La poesía entonces campaba entre dos bandos: de una parte, un barroquismo producto de la fusión de una visión puramente periférica con unos movimientos de vanguardia que en ese punto dejaron de ser revulsivos contra el sistema lingüístico y social para convertirse en una serpiente comiéndose la cola de tanto repetir fórmulas; de otra, la poesía que en sus contenidos promulgaba y defendía la revolución cubana. Todo esto sin menoscabo de los grandes poetas que estaban a un lado u otro del panorama, ni siquiera a los que hacían una síntesis de ambas tendencias.

El caso es que los redactores de la revista Poesía veían ambas tendencias como algo que había que eliminar para evitar así que la poesía terminara asfixiándose, en el caso de la primera, o bien que acotara la realidad a un poder determinado, en el caso de la segunda. Todo debía estar sujeto a una constante revisión, sobre todo la realidad que va más allá de lo tangible, la realidad que va más allá de lo aparente, lo onírico más cercano a la realidad de lo que se pensaba.

En este contexto surge el poeta Reynaldo Pérez Só. Como se apunta al comienzo de este trabajo, este poeta ha mantenido una relación especial con Canarias. Primero, por haber sido oriundo de esta tierra y, sobre todo, por la relación epistolar que mantuvo con la poeta canaria Dulce Díaz Marrero .

Al parecer, los padres de Reynaldo se exiliaron tras o durante la guerra civil a Venezuela. La isla canaria de La Palma había sido un hervidero de tendencias liberales y humanistas. Había en la isla templos masónicos y sinagogas (Breña Baja, Puntallana…). Fue la última isla canaria que se rindió al tremendo empuje del movimiento fascista y, por eso mismo, sus habitantes lo pagaron caro: primero el asesinato en masa, después la eliminación moral de la persona. El padre de Reynaldo era rabino, y, como tantos, se exilió a Venezuela.

No es de extrañar que nuestro poeta escribiera su poemario Solonbra en esas dos variedades que son el español estándar  y el ladino, un ladino especial teñido de canarismos, incluso guanchismos como la palabra baifo. Pero dejemos este tema para futuros y minuciosos estudios y centrémonos, para concluir, en esta ya mencionada inmanencia en la poesía de Pérez Só.

«Tú que eres grande concédeme valor para cortarme la lengua intención descaminada bájame la cabeza despreciable».

He aquí un dramático sondeo en el que Reynaldo Pérez Só, desde su fragmentarismo y la desnudez estilística, indaga en la dispersión y el despropósito que en más de una ocasión balbucea el alma. Una poesía en la que el silencio es el regreso a las fuentes mismas de la palabra. Regreso al silencio: un planteamiento de la llamada mística canónica de San Juan de la Cruz de escribir con palabras pero desde ese silencio, y llegar a un verbo poético –como diría Rimbaud– «accesible a todos los sentidos» y, por tanto, a ese vértigo necesario para comunicarse con ese ente especial, llámese Dios o conciencia de una totalidad. De ahí esa postura de contemplación interior volcada en la blanca superficie del papel y en la brevedad del verso.

Antonio Arroyo Silva

Equipo de Redacción

1 pensamiento sobre “Poesía e inmanencia en el poeta venezolano Reynaldo Pérez Só; por Antonio Arroyo Silva

  1. Mi padre, no fue rabino, aunque si criptojudio, mejor dicho, marrano, como toda mi familia. Gracias por su apreciación de mis textos. Lamentablemente estuve seis años viviendo en Tenerife sin muchos contactos con los poetas, dedicado fundamentalmente a la medicina, la lengua en especial la palmera. Antonio Arroyo, vuelvo a agradecer sus palabras tan llenas de profundidad.
    Actualmente algunos libros y publicaciones míos han salido, en Monte Ávila editores y en la revista POESIA.
    P.s. Sigo siendo judio y poeta de la Palma.

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