Poemas para la poeta mexicana Susana Chávez; por Antonio Arroyo Silva

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El 11 de enero de 2011 la poeta y activista Susana Chávez fue violada y asesinada en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, en el norte de México, informaron autoridades locales.
Chávez, de 36 años, exigía que fueran esclarecidos los asesinatos de mujeres en esa localidad fronteriza, considerada la más violenta del país.

EL PRINCIPIO DE LA SOMBRA

(A la poeta mexicana Susana Chávez)

Escribir no es deporte.

O se mata uno en cada línea

de su vida, o no escribe.

Marguerite Duras.

Aquí estás, embalsamada,

casi real entre los árboles.

Susana Chávez, Ocaso.

Sangre mía, sangre del alba,

sangre de luna partida,

sangre del silencio.

Susana Chávez, Sangre.


SUSANA CHÁVEZ

Susana Chávez:

mutilada la mano que escribe

la cabeza embutida

así como un desecho como si

quedara en una bolsa remirando al verdugo

desde todos los frentes del matadero desde

el hálito la cordura el adiós el más nunca

Como si la poesía fuera inmune al hollín

de Ciudad Juárez

y a esa mano falaz de los llamados justos

diciendo las mentiras del odio a la que canta

sobre los girasoles tirados en la calle

Lo sabías Susana: no asirás

el asma de los viejos cronómetros

Sabías que esta vez los poetas

llorarían por ti por tu roja sutura

pero no fue por eso sino porque jugarse

la vida en el poema es la única verdad

que se queda en la tinta

y que el amor fue herido desmigajado roto

más allá de los mudos bulevares

donde el goce no existe

y el aullido no existe porque

alguien echó a rodar su corazón de piedra

Susana Chávez:

la sangre de esa luna partida por los náhualts

la que se fue al silencio de verse derramada

en un rincón tan sola para llorar a gritos

esa astilla de luz

Le echaron una bolsa de plástico a la poesía:

no más la mutilaron

le dieron alas


LA RABIA

La rabia

la innecesaria rabia que incita

la incitación que rabia en el grano

la impar granulación en el poste allá lejos

colgando de sus hilos con historias infames

Alejarse la sílaba de otra sílaba el hueco

de su caja de música el no ser la palabra

la entonación señera para decir hoy somos

la única voluntad de escapar de este bache

la rabia

la que trota y revienta la sangraza en el páramo

la luz de los caballos inflamando los belfos

detrás de las pupilas si bien miras al fondo

y encuentras la razón vertida en oropéndolas


EL ODIO

Cuántos huesos

posee el corazón en su coraza cuántos

diseminados tiene el pecho del corazón

para ignorar su frío

Todos los huesos

su métrica en el cántaro azulado de sangre

que se enciende se apaga fertiliza o hiberna

Todo el carozo

los ramajes que roza las piedras que sostiene

el armazón tenaz sostenido a su vez

por un cielo de carne insegura y perpleja

Toda la segmentación de huesos sin historia

Todo un lago de cal petrificando el árbol

que un día le dio sombra a toda la inquietud

de los desamparados


LA TRAICIÓN

Judas y el que levanta el dedo

para acusar a Judas

que después fue vendido y conservado el dedo

en alcanfor por alguien disfrazado de oveja

Llenar la realidad de indicios que señalan

anáforas que increpan la propia discrepancia

de los usurpadores y llevar al primer centurión

noticia del naufragio

a cambio de una nota al pie de alguna página

o al solaz de una higuera

Judas y el que le dijo a Judas y al que desdijeron

todo escrito y fechado desmentido después

guardado en la vasija que a los textos apócrifos

les destina el olvido


EL OPROBIO

Primero amenazaron con callarla

de una vez para siempre: le echaban las notitas

debajo de la puerta le colgaron un gato

en medio del alféizar para que su ventana

se cerrara de asfixia

Ella siguió luchando contra el odio

lo encaró con su verso y dijo ni una más

con el dolor a cuestas por todos los cadáveres

de la tierra y el cielo

Ella limpiaba heridas y descolgaba gatos

de alféizares y cruces o acaso tachonaba

el vacío y la sangre con poemas celestes

Segundo: amenazaron con la ignominia incierta

y ella lloró por todas

las muertes silenciosas de media humanidad

desde su verso altivo

No es cierto que al final la devorara el lobo

que protege su estirpe más allá de noticias

y pruebas fehacientes más allá de secuaces

y causas oculares

©Antonio Arroyo Silva.

De Casi luz.

Véase Poesía Solidaria

Equipo de Redacción

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