Música y poesía, las dos caras de un mismo prodigio. Nombrar para que exista; por Odalys Interián Guerra

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La crítica literaria Odalys Interián hace una disertación sobre «Música para un arjé» de Antonio Arroyo Silva y establece que esta obra va más allá de la filosofía en busca de una poética de los orígenes.

Sólo el canto sobre la tierra celebra y santifica.

Rilke

Nombrar el mundo cuando arde, /arder como nombrar para que exista, nos dice Antonio Arroyo Silva en versos de Música para un arjé. La propia expresión es reveladora en sí, una especie de conjuro poético, o una declaración de principios que nos acerca al «fiat lux» del momento creativo. El nombrar que instaura, que restituye las cosas y las llena de realidad. Sabemos que la poesía, al nombrar, funda lo que nombra, y la palabra como medio de encuentro funda también la presencia de lo invisible. Fundar los poetas lo hacen todo el tiempo, crean lo permanente, según Hölderlin, son nombradores, creadores de imágenes, de símbolos con los que intentan identificar algo que hasta entonces carecía de identidad conocida, o como quería Huidobro, un pequeño Dios que añade a los reinos del universo su propio reino. El libro, más allá de su intrínseca e innegable calidad poética, sigue la búsqueda ontológica, es un volver a la composición de los orígenes, al tiempo primigenio. Poesía que se funde con el logos, que es verbo, acción transformadora, soplo necesario, vida.

Antonio entiende la poesía como un acto de creación permanente, como un medio de cognición del mundo y del ser, y precisamente su aprehensión consiste en crear y conocer. Según Lezama: la poesía ayuda asimilar lo desconocido. Asimilar, en la profundidad, es dar respuesta. El mismo que diría muchas veces: La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua, como recalcando el matiz irónico de esta no definición, reconocía la Poesía del conocimiento, la poesía como un instrumento profético, una vía efectiva de revelación de los secretos del mundo, y de la existencia. Y de Lezama es la cita que escoge para abrir el libro: Así como pueblos primitivos conocieron la visión completiva, por encima de toda unidad visual, existe también la sonoridad completiva por encima de toda sonoridad abandonada al tiempo… La sonoridad que no escapa al poeta: pero cómo no escuchar /el canto de la luz, la sinestesia /de un pájaro encendido por encima /de las voces del mundo… el libro es una invitación a escuchar esas voces, o la voz de la poesía, que también es música verbal, ritmo, canto, canción, el flujo perpetuamente creador del que hablaba Paz: el poema es un caracol donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal.

Novalis aconsejabaescribir libros como quien compone música, las palabras -decía- son la configuración acústica de las ideas, parael poeta alemán cuya obra constituyó un canto a la integración mística de espíritu y naturaleza que tanta influencia trajo al romanticismo: cuando un poeta canta estamos en sus manos, él es el que sabe despertar en nosotros aquellas fuerzas secretas; sus palabras nos descubren un mundo maravilloso que antes no conocíamos. Antonio es el hombre puntual que canta desde sí y hacia el universo, no entrega su viva voz, y su canto es una expresión de magnificación de la realidad y de la propia vida. Bébete el agujero y el musgo /azul de la mareta antes de saber /lo que es el agua, antes del ahogo /y la asfixia amarilla de la luz. Enuncia, ordena, advierte, nombra, nos adentra en las riquezas de lo inesperado, en la sencillez de la cotidianidad, en el tic de una voz, un tac /que no llega a sonar en la clepsidra /ni roza el infinito de las flores. Poesía de un discurso que dialoga con la vida y con nosotros porque nos incluye, con la realidad que busca desentrañar, que salta por la abertura ancha para mostrarse palpitante, conocedora, ligada al misterio y la perfección, embridada al pulso que la sostiene y conduce por los caminos de la palabra y sus muchos aciertos. Sobresale la cadencia interna del libro, el tono, y el uso de un lenguaje dinámico, incisivo que no se separa de la emoción:

Olvidarse la última palabra

para que todo venga ya sin ti,

con la visión de ti —con el espejo

quebradizo de ti— que tiene un árbol

o un pájaro que de pronto se extrañan

de verte y te descubren tan inútil,

tan débil, como el frío de la noche

que sigue al movimiento del ocaso.

Poemas que dan fe de la riqueza de toda la creación que nos circunda, pero lo que en verdad maravilla, en el decir de Pavese, es esa nueva realidad que ha sido iluminada: Trazo círculos allá /donde el ojo no gira y el ojo es la manzana/que vi cayendo ayer sobre el césped /y subió nuevamente a su manzano… Viene del verso la súbita claridad que nos permite percibir otra cosa desconocida, esa intuición del Más de las cosas que nos deja perplejos ante la dimensión que alcanza el entorno. Poesía que nos gana por su luz y calidez, por su carga de afectividad. Antonio jamás pierde el sentido del humor, ni cuando escribe, lo asiste el talento al que añade el don (la fuerza de la Sympátheia, el duende Lorquiano, o el ángel de La Jiribilla de la vocación al que se refería Lezama). Cuando leemos, se hace evidente el desenfado que caracteriza al poeta canario, la diafanidad estilística de poemas también conjugados con la diafanidad temática que acompañan sus textos, esa disposición para las palabras y el asombro, el juego y la ironía. Nada nos coge por sorpresa: el bien es un secreto a voces; pero el mal es la avenida azul por donde pasan los corderos a ser/degollados. Con hambre de nacer escribe, pero más que nutrirse de una tradición, más allá de los diálogos literarios, la gran raíz que alimenta su escritura se encuentra en la propia realidad. No importa que construya su obra desde la cultura poética, hay una conciencia de escritura vivida muy sólida que se sustenta en las experiencias del autor. Escritura que va asemejándose a la vida. Reflexión y poesía son expresiones aquí, contrapuntos del canto. El hombre reflexivo y el hombre sensitivo cantan al unísono sin que desentonen, se percibe claramente la interrelación entre el logo poético y el logo filosófico, el punto donde convergen o se distancian: Todas las cosas tienen /sus orígenes en el fuego. /Fuego eres y al fuego volverás—nos enseñaba Heráclito—. El fuego es la dinámica del logos, /nada se mueve sin el fuego, /nombrar el mundo cuando arde, /arder como nombrar para que exista /una casa, una cárcel, en la mente. Hasta donde nos lleva esta magnífica parodia, Antonio retoma la ideología especulativa de la filosofía solo para ir más lejos.

En el principio

fue la chispa; en el verbo, la chispa;

en el amor, la chispa; en el odio,

la chispa; en el sentido, la chispa;

en todo movimiento, la chispa;

en todo, en todo, la chispa;

en la nada, la chispa que produjo

el todo. Pero el caos, ¿dónde está

el caos que no fue tiempo? ¿Y dónde

la mente que inventó el caos para

prender el resplandor?

El propio Novalis, que ahondaba en los límites del conocimiento, planteaba que la filosofía debe ser superada mediante el arte, pues el sentimiento siempre es más clarificador que la reflexión. Lo mismo cree Antonio, porque su poesía nace del anhelo universal de ir más allá, superando la mera sucesión contingente, y lo que más parece interesarle es el hallazgo poético, la verdad que está en la esencia de la propia poesía. En torno a la fogata solo cabe /danzar, el calor de los pies/mueve el mundo. Para él,la poesía es la verdadera realidad absoluta, es arjé, música, rapsodia latente, un sitio lleno de sucesos, de acontecer. Todo tan firme y vigoroso que, /de pronto, se te va de las manos /lo que eleva castillos y argumentos, /lo que empuja a vivir y ahora es muerte… Leer su poesía es siempre una experiencia jubilosa y no puede ser menos ante su autenticidad, su hálito de frescura, el perfecto equilibrio que recorre todo el conjunto, la precisión, -que ya se sabe es la piedra de toque del arte- el testimonio profundo y abierto del verso. Como si la poesía fuera ese gran oído atento que espera absorber toda la música del cosmos, la de la dispersión, la música de Dios, los rumores del mundo, las voces de los que han hablado y ahora están completamente callados, y empezara a traducirlas.

La poesía sin duda se ha enriquecido con esos pájaros que viven en la sal y la nieve del aire, con el abedul con forma de azar, y la luz que convida a fugarse en la vigilia, y esas mariposas (que)/buscan agujeros de gusano /por la boca del iris.

Celebremos la incandescencia que deja en el aire la sílaba que completa una palabra, la memoria que fijan las palabras, el nombrar que nos ha convertido en lo que somos. La lucidez de una poesía que siempre encanta por su vigor, y la exuberancia de las imágenes. Nada digas, /deja que tu lenguaje sea un pez, el ojo que quiere ver el infinito en un llano de amapolas, poesía que prefiere los eriales donde la flor posible siempre está a punto de nacer, la mirada que descubre todos los detalles del cosmos circundante, hasta los más insignificantes, porque nada se le escapa al poeta, ni el relamer las luciérnagas, su melaza de luz, ni el animal que sigue el paso de la lluvia ensimismado, ni la suma de instantes efímeros (que) /trae al amor su roja eternidad… nada que haya vivido o sentido, sus poemas son una ventana abierta donde nos asomamos a mirar con él, para contemplar la belleza de la vida y de la poesía.

Miami, marzo de 2023.

Equipo de Redacción

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