Los libros decorativos; por Maurizio Bagatin

0

Maurizio Bagatin reflexiona sobre los libros usados como mera decoración.

“…la imitación siempre ha sugerido pretensión, ha formado parte de un mundo del parecer y no del uso”

Roland Barthes

Acabo de leer en el Facebook un post en el cual una influencer preguntaba si sabíamos dónde podía comprar “libros decorativos”. Libros que sirven para decorar.

Vuelvo atrás con los años, de cuando andaba buscando un libro de Riccardo Bacchelli, Il diavolo a Pontelungo (El diablo a Pontelungo), novela narra con ironía el intento fallido de los revolucionarios Michail Bakunin y Carlo Cafiero de llevar a cabo una insurrección anarquista en Bolonia en 1874. Ninguna editorial se había preocupado en reeditar, y muchos lectores estaban a la espera. Y me lo encuentro, bien expuesto, en un mueble minimalista en el living de la casa de un amigo, me acerco y sin pedir el permiso lo saco – hay voluptuosidad en tocar, en oler un libro, hasta un cierto fetichismo: alguien me contó que hay mujeres que se enamoraron de un hombre solo con el ojear los títulos de los libros presentes en su biblioteca – y ¡Plop Condorito!, el libro no era un libro, no era el libro de Bacchelli sino una imitación del libro, un cuerpo hecho de un material sintético que, junto a otros seudo libros, fungía de decoración en un mueble símil IKEA, al lado de un florero kitsch con flores metálicos.

¿Que fue entonces de la ilustración? Encerrada y “aislada en grandes cubos ad hoc” – como nos ilustró Pablo Palacios – y llevada a un monstruoso embrutecimiento. Objeto muerto en la contemplación espectacular, habría dicho Guy Debord. A pesar del Renacimiento en Italia se lee siempre menos. El objeto muerto estaba ahí, sosteniendo el vacío de un ambiente en el cual dos cuadros abstractos colgaban de una pared. Letras de oro recubrían el lomo del libro decorativo, y su cuerpo deshabitado acompañaba otros títulos inermes, fríos pero soberbios en ocupar aquel espacio. Una luz proyectada sobre ellos quería evidenciar su presencia. Al lado, en el estante a su derecha, un televisor, un Hi-Fi, un reproductor VHS últimos modelos y originales.

Intenté desplazar con mis dedos los otros “títulos”: Gide, Flaubert y Zola entre los franceses, Manzoni, Malaparte y Svevo defendiendo el suelo patrio, un Steinbeck y Hemingway (su pasaje por esta región: Adiós a las armas) y el frente ruso: Bulgakov, Tolstoj y Dostoievski. ¿Quién habrá escogido los autores? ¿Algoritmos que ya decidían el destino, azar de una imperdonable ruleta rusa muy bien ilustrada? Nunca lo sabremos. Pero, ¿qué es el libro decorativo? ¿Amor platónico de la letra? ¿Fuga de la realidad? ¿O, simplemente, el nihilismo que se ha infiltrado en el nonsense de nuestra especie, el maquillaje pequeño burgués al delirio de la alienante cotidianeidad?

Amazon los llevan a tu casa, junto con las comidas para tus mascotas y los cartuchos para defenderte del nonsense de tu vida…seguidamente los pintores y los escultores actuales, industriales y comerciantes han descubierto que los artículos de su comercio tenían una belleza intrínseca, por fuera de sus funciones practicas o decorativas (Walter Benjamin).

Equipo de Redacción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *