“Me levantó del suelo cogiéndome del brazo con fuerza e intenté soltarme. Al darle la espalda me agarró del pelo con furia y tiró de mi cabeza hacia atrás, lo que hizo que me cayera al suelo, mientras con los dientes apretados y muy cerca de mi cara me decía que no pusiera las cosas difíciles…”

Lluna Vicens (Badalona, 1969) es una gran apasionada de la lectura, la fotografía, la escritura, el cine en versión original y la buena música. Desde 2019 es subcomisaria y dirige, junto al escritor José Luis Muñóz, el festival literario que se celebra en Val d’Aran, Black Mountain Bossòst (BMB). Es miembro del colectivo Lee o Muere. Hizo su primera incursión en el mundo literario en 2019 con el libro de relatos Doce días, una vida (Parnass). En 2021, ha publicado la novela Mercancía robada (Grupo Tierra Trivium).

Se lanzó a la narración con el empuje y la profundidad que la caracterizan, con esa fuerza que la lleva a ser una mujer intensa que necesita expresar y compartir lo que siente de manera apasionada.

Cuando Lluna Vicens comenzó a escribir Mercancía robada no tenía ninguna idea preconcebida. Se lanzó a la narración con el empuje y la profundidad que la caracterizan, con esa fuerza que la lleva a ser una mujer intensa que necesita expresar y compartir lo que siente de manera apasionada. Así, al estructurar de manera natural sus propios recuerdos, sus vivencias, volcó al papel una historia realista y testimonial que estremece al lector desde las primeras páginas.

Mercancía robada es una novela con estilo propio, directa y contundente, que refleja el punzante camino que vive la protagonista en un mundo de esclavas sexuales, de mujeres aterrorizadas, engañadas y explotadas.

¿Cómo ha sido el proceso de escritura de Mercancía robada?

Después de treinta y tres años guardando silencio, la historia no se había desdibujado en mi memoria. Escribir ha sido introducirme por el túnel del tiempo y aparecer como una espectadora ante mis propias vivencias. Cuando llegaban los momentos más duros del relato, tenía que dejar el ordenador, levantarme, encerrarme en la habitación, llorar… Me tranquilizaba y volvía otra vez. Pero no me hizo falta, en ningún momento, inventar. Lo que es, es lo que vais a leer. No hay ni una lágrima de exageración. No es una novela cruda por mi voluntad. Es la realidad. No hay dramatismo.

La novela está escrita en primera persona. ¿Tuviste en algún momento la tentación de interponer a un narrador?

Escribir en tercera persona me hubiera supuesto mucho más esfuerzo. Es mi primera novela y no sabía muy bien qué iba a pasar. Mi sorpresa fue cuando José Luis Muñoz, mi maestro y mi mentor, me felicitó y me dijo que tenía en las manos una novela negra. Me quedé sorprendida y la dejé reposar. Después me centré en los diálogos, sin florituras. Todo el relato es muy directo.

En este libro todas tus emociones están a flor de piel…

Mis emociones, junto a personajes como el de mi madre, son el vínculo que me ató a la tierra. Representan el eslabón con todo lo que soy y no quiero perder. De hecho, creo que fue lo que me mantuvo en pie y me hizo tener fuerza para intentar marcharme y conseguirlo.

Estamos hablando de la trata, de la esclavitud sexual, de la prostitución desde la vivencia y sin adornos… ¿Qué crees que se va a llevar el lector con Mercancía robada?

Pues, si me conocen, recomiendo que me lean intentando no verme. Cuando escuchamos en las noticias que se ha desmantelado una red de esclavas sexuales, que se ha levantado una red de prostitución, no conocemos a las víctimas. Parece que no nos toca. El tema viene cuando una persona que conoces, que ha comido contigo, que es tu amiga, te suelta una historia así. De repente, se convierte en una superviviente y la miras de otra manera. Yo me considero muy afortunada por haberme podido marchar, por tener los padres que tuve y por las personas que actualmente tengo a mi alrededor, antes y después de decidir contarlo. Ellos juegan un papel muy importante.

Esta novela está muy bien arropada, avalada por grandes escritores de novela negra. ¿Cómo viviste ese momento en el que tú la das por terminada y la compartes con ellos antes de su publicación?

Fue difícil para mí. La compartí con Guillermo Orsi, Gustavo Abrevaya y José María García Sánchez. Se la mande y, por ejemplo, Gustavo no supo hasta el final que era un hecho verídico que yo había vivido personalmente. Cuando la acabó fue cuando se dio cuenta de que yo era la protagonista. Me hicieron varias recomendaciones, me apoyaron y me acompañaron. Me dieron ánimos para que diera el paso hacia la publicación. Aparte de empujarme, ellos forman parte de esa fuerza que me hace seguir en pie.

Eres subcomisaria en el Festival Black Mountain Bossòst, que dirige José Luis Muñoz, un festival que aúna al núcleo duro de la novela negra desde el principio. ¿No te ha dado miedo meterte en el género?

No, y te diré por qué. Porque desde un principio sabía que si la novela no era buena, José Luis no me dejaría seguir. Él no se casa con nadie. Es muy exigente. Sé que no iba a permitir que un hecho tan duro se presentase mal. Por lo tanto, mi confianza en su criterio hizo que no tuviera miedo. Lo que sí me ha asustado es todo lo que ha venido después.

A veces, la historia tiene tanta potencia y es tan intensa que le puede al propio libro.

La verdad es que sí. Esta es la primera entrevista, y te lo agradezco, en la que se habla de mi libro y no del hecho del libro. Verdaderamente, estoy muy contenta con las ventas. Dudé entre publicarlo como hecho real o ficción documentada, por el conflicto de no saber si se iba a comprar como obra literaria o por el morbo que supone lo que cuento. Da cierta rabia. Construir este libro me ha supuesto dolor, un gran esfuerzo por mi parte al recordar y revivir. Las editoras y la editorial también han realizado un magnífico trabajo para que esto saliera adelante. Jimena Tierra y Albahaca Martín han apoyado este proyecto desde el primer momento, han facilitado todo lo que implica la publicación. También ha sido muy importante el apoyo de mis hijos, que han significado el último empujón para que la novela sea una realidad.

¿Qué ha supuesto sacar a la luz esta historia?

Es muy bonito, después de tantos años, mirarme al espejo y poder decir “Yo salí de ahí”. Hay que ser muy fuerte y muy valiente. Los monstruos regresaron al pensar que podían buscarme. Yo salgo muy poco por la calle y, aún así, viví con mucha intranquilidad abrir la caja de los demonios. De nuevo empecé a dormir mal, a despertarme de noche con pesadillas… Creo que mi fragilidad actual tiene algo que ver con esto. Si hubiera tenido niñas hubiera sufrido mucho, las hubiera intentado proteger tanto que hubiera creado un problema. La sociedad no está preparada para tener mujeres al frente de nada, y es una lástima. Se sufre mucho y se pasa pánico.

Mercancía robada es una novela con estilo propio, directa y contundente, que refleja el punzante camino que vive la protagonista en un mundo de esclavas sexuales, de mujeres aterrorizadas, engañadas y explotadas. La cotidianidad que muestran algunos pasajes, las anécdotas del día a día y la coexistencia con la violencia y el control estremecen e invitan a la reflexión. Lluna Vicens narra, al desnudo, sin odios, lo que aconteció, lo que sintió; cómo se amarró a su propia esencia para sobrevivir a la inacción social, a un mundo de injusticias aceptadas. Dice José Luis Muñóz en el prólogo: “estamos ante una novela con mayúsculas, bien escrita, sin imposturas, que avanza como un soplo aunque duela, y mucho, al leerla”.  Las páginas de este libro son un espejo a través del cual debemos mirar, ser conscientes de un mundo que está ahí, cerca, a la vuelta de la esquina, que nos aterra y que nos llena de impotencia. Salir de ese infierno es posible. Sí, duele leer, y mucho, pero leamos.

Equipo de Redacción

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