«Literatura y tabú»; por Maurizio Bagatin

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Nuestro columnista Maurizio Bagatin reflexiona sobre los hechos morales, ideológicos, políticos que hacen que ciertos sectores de la sociedad rechacen obras inmortales de la literatura. Habla sin nombrarla de la llamada cultura de la cancelación, reflejo de una sociedad cada vez más inmersa en la banalidad y en la ignorancia.

No leen Lolita porque dicen que es un libro escrito por un pedófilo, no leen Paradiso porque lo escribió un homosexual, no leen a Vargas Llosa porque es liberal, a García Márquez porque fue comunista, a Céline por antisemita, a Bukowski por borracho. El costo de la gran literatura es siempre elevado, a Sócrates le hicieron tomar cicuta, a Giordano Bruno lo quemaron en Campo de’ Fiori, a Gramsci lo encarcelaron.

No leen a Julio Cesar por haber sido dictador, a Burgess por su Naranja mecánica, a Alcides Arguedas por racista, a Mario Benedetti no los leen los hombres, a la Yourcenar son los hombres los que más la leen; discriminamos lecturas, leemos mal, a Borges porque fue izquierdista y luego fue liberal, a Octavio Paz y a Fernando Savater por haber visto con anticipación dónde se iba la izquierda.

No leen a Henry Miller por demasiada pornografía, a Peter Handke por apoyar a genocidas, a Solzhenitsyn por nacionalista, la palabra por recia, la poesía por tediosa, la metáfora por incauta, la novela de Knut Hamsun porque la escribió uno que apoyó el nazismo, y a Bob Dylan porque es un cantautor. Así también al Marqués de Sade, a Pier Paolo Pasolini y a Fernando Vallejo.

En sus países de origen muchos autores fueron censurados, crucificados, borrados de los espacios literarios y culturales. Ignorancia, intolerancia y dictadores fueron el auto de fe de mucha poesía, de fuertes pensamiento. Como en un tabú -que al parecer no es el freudiano- el hombre desde siempre ha ido intentando borrar la idea de otro hombre, quemar sus escritos, eliminar su lenguaje. Un duelo que sabe a batalla entre Aquiles y Héctor sin serlo, la poesía siempre encontrará una grieta por donde salir, una luz donde brillar; Heidegger amaba la casa del ser y tuvo que alejarse, Wittgenstein hizo del lenguaje la razón de su vida, Nietzsche enloqueció.

Quedan testimonios que aún no hemos descifrado, Marco Polo con sus exageraciones, Bruce Chatwin y sus mentiras, autores invisibles, Thomas Pynchon, Elena Ferrante, la miseria de palabras escritas en lugares tétricos, las palabras que nos son el lenguaje, los pispajos que nos invaden cuando desearíamos la poesía escrita en la arena, susurradas al oído, lanzada al viento. Libre.

Maurizio Bagatin

1 de mayo 2022

Maurizio Bagatin

Pordenone, Italia, 18 diciembre 1966. Columnista Revista Gafe. Lee su columna «El morbo de Gutenberg»

Nacido por azar en Italia, viajó un poco y escribió un poco, en la búsqueda de conjugar la huerta con la biblioteca, sigue regando jardines y cultivando palabras. Tiene textos inéditos y mucho otro material en el ciberespacio.

Lee su última obra «Para darle nombre a Sudamérica». (Editora BGR, 2021) Colección Narrativa Móvil.

Equipo de Redacción

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