«Letanía» de Arecina Cruz; por Sergio González Quintana

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Sergio González Quintana, nos acerca en el ‘El rincón de Sergio’, a la obra «Letanía» de Acerina Cruz (Colección Poesía Móvil, Editora BGR, 2021)

Acerina Cruz (San Bartolomé de Tirajana, 1983), poeta. Licenciada en Historia del Arte y en Publicidad, publica el poemario Letanía (Colección Poesía Móvil, Editora BGR, 2021). El mismo se concibió como parte del proyecto “MAR: Mujer, Arte y Resistencia”, en colaboración con Alicia Pardilla (Las Palmas de Gran Canaria, 1981), artista interdisciplinar, licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona y doctoranda de segundo grado por la Universidad del País Vasco, y otras artistas, como Sandra González, Nira Rodríguez y María Valerón.

Sobre este proyecto apunta Alicia Pardilla 1 señala que “tenía como objetivo principal rastrear el interior de ciertos hogares del municipio de la Villa de Moya …, con el fin de buscar vestigios de imágenes reveladas o impresas en papel fotográfico que aún permanecieran en portarretratos”, que “la mujer, también de estas localizaciones, sigue siendo concebida como principal agente y protagonista de los cuidados, la responsabilidad, la transmisión de conocimientos y emociones. Hasta hace no mucho y aún hoy, este término, las emociones, siempre habían estado relacionadas casi en exclusiva con lo femenino, con la mujer y, por tanto, asociadas a la inferioridad, a la vulnerabilidad, a la debilidad y a la obstaculización del desarrollo y la maximación del individuo” y que “albergar un portarretratos en un hogar presenta, con toda convicción, un acto cultural que contribuye enormemente a fortalecer y mantener los vínculos entre la comunidad más próxima como puede ser una familia, hasta alcanzar una relevancia colectiva del cuidado. Representa un acto de resistencia frente a la obsolescencia de la humanidad”. Como nos dice Acerina Cruz al final del poemario, en “Nota de la autora”, el proyecto no “se logró materializar”.

Con la partición de dos talleres de poesía con las mujeres del municipio, la autora recoge las “confesiones” de las mismas y, tras “modelar libremente sus palabras según mis percepciones, a través de una experiencia afectiva de interacción”, elabora los poemas en prosa.

Acerina Cruz concibe su labor poética como “la oportunidad de rebelarme con bastante libertad”, además de una ser la poesía para ella “una puerta para ir descubriendo muchos aspectos de mí misma y de mi contexto, del tiempo en que vivimos y del espacio que nos rodea…”

y añade un aspecto que afecta a la concepción del metro y del contenido poéticos: “… a través de una nueva descodificación de imágenes que me resulta placentera, incluso adictiva”.

Más adelante, en la misma entrevista, dirá: “Nunca he tenido una métrica, salvo la que es estrictamente visual, que intenta dibujar una costa en el final de los versos a través de un ejercicio intuitivo. El poema es arena, lo que queda por fuera es mar” 2.

En Letanía, la poeta da voz a diez mujeres y, en breves pinceladas, como la pintora que elige los detalles más importantes para ilustrar una escena, consigue transmitirnos las dificultades que padecieron las mujeres en el tiempo de la postguerra (hablamos de la Guerra Civil en España, que padeció el país entre los años 1936-39): la pobreza, el hambre, la inmigración y la condición marginal de la mujer, una discriminación auspiciada por los poderes políticos y religiosos. El hecho de que estas experiencias de vida sean narradas con lenguaje poético permite observar la delicadeza, el respeto, el amor y la comprensión de la autora por unas vidas sobrellevadas con tantas penalidades, por un lado, y, por otro, ayuda a fijar en la memoria colectiva todas estas circunstancias narradas.

Todo esto forma parte de un compromiso vital por parte de la autora, que entiende la poesía desde una perspectiva social y reivindicativa, tal como demuestra con los poemarios publicados, una poesía preocupada por la degradación del medio debida a la especulación inmobiliaria y la sobreexplotación de la tierra, y por la discriminación de la mujer.

En el poemario Letanía es importante fijar el marco: un proyecto, unas coordenadas geográficas que corresponden a dos lugares concretos del municipio grancanario de Moya, la dedicatoria a MAR (“A todas las mujeres que participaron en este proyecto titulado MAR: Mujer, Arte y Resistencia), los epígrafes que abren cada una de las partes que corresponden a versos del poeta Tomás Morales, nacido en Moya3. Los poemas aparecen enumerados, con lo que se igualan las voces y no se anticipa el contenido que un título pudiera adelantar. El lector, de esta manera, ha de sorprenderse al enfrentarse con el tema y los subtemas de los textos cuando se adentre en la lectura de los mismos.

La voz en este poemario no es la de la poeta, sino la de las mujeres que han querido compartir sus duras experiencias de vida. Así, a través de los temas, podemos tener una visión panorámica de los problemas con los que tuvieron que lidiar y convivir: la emigración, la pobreza, la persecución política, la vida en las cuarterías4 en tiempos de la zafra5, la dedicación de la mujer al cuidado de maridos, hijos y mayores enfermos, la desilusión, los partos en casa, los enamoramientos y la soltería vista como fracaso social y personal.

En estos monólogos (las voces aparecen sin autoría, pues, además de preservar la identidad de las participantes, son vivencias compartidas, experiencias en las que muchas mujeres se pueden ver reconocidas) interviene la autora con sus acotaciones e introduciendo imágenes que embellecen los textos y ahondan en el drama.

Las acotaciones muestran a veces el estado emocional de la protagonista o indican un gesto o movimiento que acompaña a las palabras. En algunas también hay lugar para el humor. De esta manera, no solo oímos (leemos) lo que las mujeres relatan, sino que también vemos y contemplamos la escena, introduciéndonos como lectores en ella, gracias a las indicaciones de la autora. Los lectores asistimos al encuentro con estas mujeres, somos copartícipes, nos compadecemos, nos lamentamos con ellas, nos reímos igualmente, cuando es necesario. Tal es la inmediatez que nos produce oír en primera persona y en estilo directo a estas mujeres en sus breves monólogos.

Acerina Cruz utiliza pocos recursos para no desviar la atención del lector de lo verdaderamente importante: las vivencias de estos, por breves momentos, personajes. La concentración expresiva se consigue mediante la selección de los hechos; la presencia de imágenes predominantemente visuales que complementan, potencian y multiplican las significaciones; y las enumeraciones y paralelismos sintácticos, con los que consigue el ritmo deseado. Es de reseñar la presencia de canarismos6 en las voces de las distintas mujeres, términos que dan color local a los textos y más realismo a lo evocado.

Como ejemplo que ilustre lo que venimos diciendo, nos centraremos en el primero de estos monólogos, cuyos enunciados enumeramos para facilitar el comentario e interpretación.

«(1) Una familia larga, una cola húmeda de alpispa7 y un círculo de hierba sin segar en un campo de olvido. (2) Éramos muchos, las personas de la familia y los árboles. (3) Nos entrelazábamos entre los tilos preñaditos8 de agua y renacíamos en la sombra. (4) Papá y mamá pasaban el rato vertiendo tinta de color verde oscuro en nuestros diminutivos, en la magua9 y en los viajes detenidos. (5) Ahora mis hijos son grandes peñascos de lava, son tierra nueva. (6) Sobre el mar de nubes largan las velas mis barcas perdidas».

Es evidente que una vida no cabe en tan pocas palabras. Pero aquí reside la importancia del trabajo de la poeta, al seleccionar los hechos y concentrarse en aquellos que muestran las dificultades que tuvieron que superar las mujeres en aquella época. Fijando la atención en estos hechos aumentan la carga emotiva y el efecto que produce esta concentración expresiva en el lector.

Los primeros cuatro enunciados aluden a la vida pasada de la protagonista, a su infancia. El adverbio “ahora” (5) rompe la linealidad temporal y permite contrastar el pasado y el presente.

(1) está formado por una enumeración nominal. De esta manera la escena aparece fuera del tiempo, es permanente e intemporal, como lo es el recuerdo, a pesar de los filtros emocionales por los que pasa. La imagen “y un círculo de hierba sin segar en un campo de olvido” es visual y presenta significaciones emotivas múltiples, pues debemos preguntarnos por la relación entre el “círculo de hierba sin segar” y “en un campo de olvido”, que no es otra cosa que la expresión del dolor.

(2) presenta un sujeto múltiple en el que se aúnan familia y naturaleza. Por un lado, las dificultades de alimentar a una familia numerosa; por otro, la vida en conjunción con la naturaleza, que aportaba alimento, cobijo y juegos. (El alejamiento de la naturaleza vino después, con la emigración a las ciudades, el abandono del mundo rural, la explotación industrial de animales y alimentos, y el aprovechamiento de las grandes empresas alimentarias del trabajo de agricultores y ganaderos.) La alteración subjetiva de los elementos del enunciado permite destacar (fijémonos en que el verbo y el enunciado abre con un acento enfático: éramos…), en este caso, la multitud, y una evocación que suma en sí misma un contraste: la pobreza y dificultades, como hemos adelantado, de alimentar a tantos, con una vida familiar rica en emociones, encuentros y en un entorno natural.

(3) está formada por dos oraciones construidas paralelísticamente: verbo + complemento. Ahora podemos entender la razón de “una cola húmeda de alpispa” de (1). Estamos ante encuentros en un espacio natural, en el que abundan el agua y la humedad y la sombra en medio de, como indica la imagen, igualmente visual, de “los tilos preñaditos de agua” y “renacíamos en la sombra”, árboles llenos de vida, a cuya sombra y cuidado es posible “renacer”, seguir viviendo.

En (4) la “tinta de color verde oscuro” es una perífrasis que alude a la infusión de tila, con propiedades relajantes y analgésicas y que, como saciante, despejaba el hambre de los más pequeños (“diminutivos”). Es interesante el uso del verbo “verter” en esta ocasión, como acción voluntaria, activa, de los padres, pero involuntaria y pasiva por los receptores de la infusión. Como dice el proverbio: “El hambre agudiza el ingenio”. También la tila calma la pena (“magua”) y las esperanzas (“viajes detenidos”).

El enunciado (5) se inicia con el adverbio “ahora” y, como anticipábamos, rompe la linealidad temporal y la niña que era entonces, habla ahora como madre: “Ahora mis hijos son grandes peñascos de lava, son tierra nueva”, hermosas imágenes visuales de los hijos (“grandes peñascos de lava”, “tierra nueva”), nacidos en la misma tierra, pero que, por fortuna, no han padecido las penalidades de antaño. De ahí que el enunciado último, (6): “Sobre el mar de nubes largan las velas mis barcas perdidas”, la metáfora lexicalizada “el mar de nubes”, de uso coloquial, sirva para proyectar la imagen “largan las velas mis barcas perdidas”. Vemos que aparecen aquí las palabras de Tomás Morales que introducen esta primera parte del poemario (“largan las velas”) y que las nubes, desde su altura, desde ese lugar privilegiado, hubo un tiempo en que, en su abundancia, oscurecieron antaño el presente, y obligaban a ver el futuro próspero en la emigración. Sin embargo, en el presente, los temores y preocupaciones del pasado (“larguen las velas mis barcas perdidas”), con los hijos que son hoy “grandes peñascos de lava” y “tierra nueva”, la situación, por fortuna, es bien distinta, y aquellas vivencias y testimonios quedan fijados en la memoria colectiva gracias al trabajo, entre otros, de Acerina Cruz.

Entrar en la experiencia de cada una de estas voces es reconocer una vida de padecimientos, de dificultades y de superación. Es reconocer el papel de la mujer en un período difícil para todos (una economía devastada, una administración corrupta, una población mayoritariamente empobrecida y hambrienta, sin medicamentos, con cartillas de racionamiento…), pero más para ellas, bajo el control de lo que se denominó “el espíritu nacional”, que anuló los pocos derechos para la mujer conseguidos durante la II República (1931-1939) y designó para esta el papel de “esposa, madre y reserva de los valores espirituales”.


1 http://www.aliciapardilla.com/p/2020-mar-mujeres-arte-y-resistencia.html

2 https://tertuliayarte.es/acerina-cruz/

3 Como hemos dicho, ambas secciones presentan citas de poemas extraídas de Oda al Atlántico, de Tomás Morales, el insigne poeta modernista nacido en Moya. La primera del poema XVII y del verso “… los que tienen las jarcias para largar las velas…”, y la segunda del poema XV y del verso: “…en inverso prodigio, iba hacia el Mar la Tierra…”. Pero a Acerina Cruz le interesan los periodos “Largar las velas” y “… hacia el Mar la Tierra”, que, así aislados, refieren a una época concreta de la historia de Canarias: la obligada emigración, al desplazamiento de muchos canarios en busca de trabajo y alimentos a finales del siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX. Todavía en la década de los 60 y 70 la emigración condujo a muchos canarios a países de América Latina o al norte de Europa.

4 [En Gran Canaria] Casa pobre, unifamiliar, que sirve de alojamiento a los apareceros de las plantaciones de tomates, en el sur de la isla. (Corrales, C., Corbella, D, Álvarez, M.ª A. Tesoro Lexicográfico del español de Canarias. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, 1996.)

5 Temporada en que se cosecha algún producto agrícola, como el tomate o la papa, o en que se pesca alguna especie marina, como la corvina, la langosta o la albacora (https://www.academiacanarialengua.org/diccionario/).

6 Palabra o uso lingüístico propios de los canarios (https://www.academiacanarialengua.org/diccionario/).

7 Pájaro de unos 18 centímetros de longitud, que tiene las partes superiores de color gris azulado, y amarillos el pecho y el vientre. Vive en parajes húmedos y mueve su larga cola sin cesar. (https://www.academiacanarialengua.org/diccionario/). Este canarismo no lo registra el Diccionario de la lengua española.

8 En el dialecto canario, se utiliza el sufijo diminutivo –ito/-ita para expresar afecto y cercanía.

9 Pena, lástima, desconsuelo por la falta, pérdida o añoranza de algo, o por no haber hecho una cosa que hubiera redundado en beneficio propio (https://www.academiacanarialengua.org/diccionario/). Este canarismo no lo registra el Diccionario de la lengua española.

Equipo de Redacción

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