Knuts Skujenieks (Con cinco poemas traducidos del letón por Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut)

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Presentamos a Knuts Skujenieks, poeta, periodista y traductor letón de quince idiomas europeos, de la mano de Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut. La crítica ha subrayado su actitud de “último romántico”, es decir, de quien se siente estoicamente libre aunque esté encadenado, y el hecho de que haya sido siempre “un hombre de paz”.

 Yo soy de aquel mundo
                      que casi ya no es.

  K. Skujenieks


El poeta y traductor letón Knuts Skujenieks nació el 5 de septiembre de 1936 en Riga, la capital de su país (que gozaba de su primera independencia desde 1918 y fue integrado por la fuerza a la Unión Soviética en 1944). Hijo de un escritor y una actriz de la quedó huérfano muy pronto, pasó su infancia con los abuelos, que residían cerca de Bauska, al sur del país, junto a la frontera lituana. Finalizados sus estudios de lengua y filosofía en Riga, trabajó como periodista en la Letonia ya integrada en la URSS y empezó a frecuentar reuniones clandestinas de jóvenes artistas, donde se hablaba de las tendencias literarias y artísticas en la Europa occidental, lo cual acabó llamando la atención de la policía secreta. Detenido en abril de 1962, fue acusado de agitación y propaganda antisoviética y condenado a trabajos forzados (en el “Archipiélago Gulag”, como lo definió el escritor ruso disidente Aleksandr Solzhenitsyn) en la lejana y fría República Socialista Soviética Autónoma de Mordovia, donde pasó siete años.  

En aquel destierro terrible fue consciente de la fuerza de su lengua natal, el letón, en la que empezó a escribir poesía, unas mil composiciones que le fueron requisadas, que solo pudo recuperar al cabo de muchos años y que no consiguió publicar hasta 1978. Mientras tanto, gracias a sus compañeros de cautiverio aprendió otras lenguas, dando prueba de una envidiable capacidad políglota que le fue muy útil cuando pudo regresar a Letonia y dedicarse, a falta de otros recursos, a traducir al letón obras escritas en idiomas como el ucraniano, el ruso, el polaco, el serbocroata, el esloveno, el macedonio, el neogriego, el finés, el sueco, el danés, el hebreo, el italiano y el lituano. También tradujo del español algunos poemas de Federico García Lorca, Antonio Machado y César Vallejo.

Desarrolló, además, su pasión por los cantos populares y la poesía tradicional de diferentes países, y compuso una antología de ejemplos de toda la poesía popular europea del siglo XX, tomados de setenta y dos lenguas distintas y presentados en sus versiones originales con sus traducciones letonas encaradas. Aquella voluminosa obra fue editada en 2001 con el título Dziesma, ej viegli pa manu sirdi (‘Canto, camina levemente sobre mi corazón’).

No fue “rehabilitado” hasta el 6 de junio de 1989, cuando en la Unión Soviética, ya en los últimos años de su existencia, se produjo la “estabilización” de Mijaíl Gorbachov. A partir de entonces empezaron a tributársele honores que antes le habían sido vedados.

La irrupción de Skujenieks en la literatura de su país, por las razones explicadas, fue tardía. Su primer libro de poemas, Lirika un balsis (‘Lírica y voz’), donde reunía tanto poemas propios como traducciones de autores de otras literaturas, se publicó, como se ha dicho, en 1978, cuando el autor ya había cumplido 42 años. En el prefacio alude a su poética: “Poesía, para mí, no significa determinadas comparaciones, determinados ritmos ni un determinado material de vida. La poesía es una determinada forma de vida, la tendencia que se debe descubrir, comprender, sentir y expresar, que ha de llegar a otra persona. Todo lo demás son refinamientos del oficio”.

 “Poesía, para mí, no significa determinadas comparaciones, determinados ritmos ni un determinado material de vida. La poesía es una determinada forma de vida, la tendencia que se debe descubrir, comprender, sentir y expresar, que ha de llegar a otra persona. Todo lo demás son refinamientos del oficio”.

A aquel primer poemario le siguieron otros dos: Iesien baltā lakatiņā (‘Envuélvela en un blanco lienzo’, 1986) y Sēkla sniegā (‘La simiente en la nieve’, 1990), donde aparecen al fin los primeros poemas escritos en el campo de trabajos forzados de Mordovia entre 1962 y 1969; en un breve prefacio explica por qué no tuvo prisa en publicar ese libro cuando las circunstancias políticas ya lo permitían: “No he querido convertir en culto el período más duro de mi vida, los siete años de cautiverio. Eso, que quizá para mí puede ser, personalmente, una tragedia excepcional, para nuestro pueblo es la terrible realidad histórica”. En 2007 publicó su último poemario hasta la fecha, Mūsu dzīve nokalpotā (‘Nuestras vidas están servidas’).

Para el autor, la relación entre su poesía y el campo de trabajos forzados es clara y contundente: “Le estoy reconociendo al campo de concentración porque la vida allí me convirtió en poeta”, dijo en cierta ocasión, y también afirmó que “el cautiverio hace que uno no se dirija a aquello que es únicamente personal, sino a lo universal, como en las guerras de liberación o las del resurgimiento nacional” y aclaró que su poesía de entonces no era poesía de campo de concentración, sino poesía escrita en el campo de concentración. “Me esforcé para neutralizar la existencia elemental de la prisión, para generalizarla, introducirla en relaciones históricas más amplias […]. No permití que la situación controlase mi pensamiento ni mi mano… Poco a poco, la ira y la protesta se convirtieron en lucha contra esa prisión que está en mí mismo”.

Sobre Knuts Skujenieks la crítica ha subrayado su actitud de “último romántico”, es decir, de quien se siente estoicamente libre aunque esté encadenado, y el hecho de que haya sido siempre “un hombre de paz”. Entre sus distinciones hay que mencionar, en Letonia, los premios Andrejs Upīts (1986), el Nacional de Literatura (2001) y el de Reconocimiento a la trayectoria literaria de toda una vida (2010), entre otros; y en el extranjero, el Jatvingio en Lituania (1993), el Iván Frankó en Ucrania (1994), el Tomas Tranströmer en Suecia (1996), el de la Asamblea Báltica (2008), además de otros reconocimientos en Lituania, Polonia, Ucrania, Suecia, Noruega, Chequia, etc. Ha presidido el PEN Club de Letonia durante dos períodos (1989-1996 y 1998-2002) y ha sido traducido a numerosos idiomas.

    Albert Lázaro-Tinaut



(NOTA: Esta presentación se ha nutrido en buena parte del ensayo “Per un’e(ste)tica colore del bianco", de Pietro U. Dini, que sirve de postfacio a su antología poética de Knuts Skujenieks Tornato da un altro mondo, Edizioni Joker, Novi Ligure, 2010.)

CINCO POEMAS DE KNUTS SKUJENIEKS
traducidos del letón por Pietro U. Dini y Albert Lázaro-Tinaut

Cargado

Cada hora, cada segundo siento
más gravosa una carga en mi espalda.
Y poco a poco el mundo amarillea
como un vetusto daguerrotipo.

Y el mundo se hace añicos lentamente
con versos olvidados de la adolescencia,
va alejándose despacito el mundo
con rostro de mujer agonizante.

Ya no me ofrece ningún calor la tierra,
que se derrumba con todos mis despojos.
Lanzado a una tan lejana órbita
he perdido la esperanza de volver.

Lejos de mí festines y funerales.
Bajo mis pies se ama y se humilla.
No hay tierra. Pero la carga de la tierra
es un lince agazapado en mi nuca.

(1963)


¿Cuántos amaneceres puede resistir un hombre
si cada mañana se le hincha el corazón,
si invariablemente despunta rojo el día
y jamás palidece?

¿Cuántos amaneceres puede resistir un hombre
si su corazón, entre sogas de sangre
alza las alas cada mañana y las repliega cada noche
entre ardientes golondrinas?

¿Cuántos amaneceres puede resistir un hombre
si su corazón cada mañana tiembla bajo la daga
y miles de albas lo arrastran por la vida
como una larga y roja cadena?

¿Si se suceden miles de auroras despiadadas
y cada uno ha de esforzarse para sobrevivir?

(1963)


El botón

Como un cerezo que protege en su copa
el último de sus frutos,
protejo yo en mi camisa raída
el único botón que me queda.

Cuando extinguidos recuerdos y esperanzas
va empezando a pesarme el hatillo,
manoseo en mi pecho el botón
que me cosiste en tiempos ya lejanos.

A pesar de los años y del hambre,
a pesar de la nieve y del sueño,
me cosiste vida en este ojal maltrecho
con hilo de amor y eternidad.

La noche ha vencido al día. Miro
hacia la única ventana iluminada.
No hay ventana. En el pecho me brilla la vida
sobre el botón que un día me cosiste.

(1964)


seré como un banco en el parque
cuando se funda la nieve
seré como un banco en el parque
cuando llueva lluvia enlodada
seré como un banco en el parque
cuando las gemas revienten
seré como un banco en el parque
cuando los barrenderos ahuyenten a los gatos
seré como un banco en el parque
cuando el sol rasgue las nubes
seré como un banco en el parque
tres mil noches o tres
pero en cuanto tu mano
me acaricie tiernamente el respaldo
no podré garantizarte
que siga siendo un banco en el parque

 (1980)


6 de mayo de 1968, 7.20 horas, a 2º centígrados

Atestiguo.
Conozco la ley.
Prometo decir solamente la verdad.

Y la verdad es esta:

Que los buenos días tienen manos frías de cadáver,
que los ríos sufren al correr por las venas hinchadas,
que la amistad se ha convertido en óxido,
que la tierra hierve y de ella surgen negros efluvios,
que la legalidad se desvanece en confusos clamores,
que a los árboles les es vedado su verde deseo,
que las alambradas gimen como niños maltratados,
que las palabras de la poesía merecen ropajes raídos,
que la gema no sabe si ha de abrirse o marchitarse,
que morir es más fácil que estar vivos.

(1990)

Equipo de Redacción

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