Goya se disfrazó de poeta, por Belén Mateos

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Coincidiendo con el 275 aniversario del nacimiento de Goya, se celebró en Fuendetodos (su pueblo natal) el cuarto festival “Poetodos” los días dos y tres de octubre, de la mano del ayuntamiento, del artista multidisciplinar Sergio Muro y el poeta José Malvis. Un 2021 bienaventurado.


Coincidiendo con el 275 aniversario del nacimiento de Goya, se celebró en Fuendetodos (su pueblo natal) el cuarto festival “Poetodos” los días dos y tres de octubre, de la mano del ayuntamiento, del artista multidisciplinar Sergio Muro y el poeta José Malvis. Un 2021 bienaventurado.
El compromiso con la cultura en su más extensa acepción y, sobre todo con la poesía, estuvo presente de forma evidente en la organización, junto con sus invitados, por todos sus rincones de la localidad, sus calles adoquinadas y sus balcones adornados con gran diversidad de flores. Resultó un encuentro alejado de toda esa despoblación que existe en el mundo rural.
La jornada dio comienzo con la presentación del ”Slam poetodos”, un torneo poético en el que participaron diez poetas de distintos estilos y con voces muy distintas. Un recital que resultó enriquecedor para todos aquellos que se acercaron a disfrutarlo, tanto por su nivel poético, como por el compañerismo mostrado en cada momento por parte de los poetas participantes.
El sol en plenitud quiso formar parte de la jornada, haciéndose evidente en las miradas de cada uno de los asistentes, en los libros expuestos a su venta, en la firma de los autores y en la generosidad de los lectores y sus editores.
La música vibró con el primer poema del mundo, de la mano de Gustavo Giménez, quien nos deleitó esos aires nuevos, renovados, desde sus pulmones hasta los oídos más ávidos de cuantos sintieron su respiración.
La final del Slam se fundió con las tarjetas verdes del público, la amarillas y apenas alguna, que roja se anotaron en el ábaco de la deliberación. De diez poetas quedaron cuatro, de cuatro dos, de dos uno; diez poetodos. Cuatro
nombres, Jorge Ortiz, José Malvís, Barbara Armstrong y Samuel Trigueros, culminaron esa semifinal a cuatro. Los guantes de boxeador, metáfora visual para el ganador, fueron para el poeta Jorge Ortiz, que recibió como premio un grabado de Isidro Ferrer. El finalista José Malvís fue premiado con una recopilación de libros, gentileza de las editoriales Olifante y Zoográfico. El resto de participantes compartió alegría con el ganador y disfrutó, como una parte del público más, de un momento entrañable.
El hotel restaurante “Capricho de Goya” sirvió un suculento menú. En sus mesas, animadas conversaciones, vino de la tierra, una cercanía deseada tras un largo encierro, proximidad con precaución, una terraza con vistas a otros mundos, un vergel que silenciaba el humo del tabaco y propiciaba los abrazos y el nacimiento de futuros proyectos comunes y de encuentros en otros campos.
Un postre Goyesco cerró con delicia la puerta de la cocina con sabor a poema para los comensales.
Tras la comida y la sobremesa, se reanudó la programación de los actos previstos y que, en la jornada vespertina, se ubicaban en el Espacio Cultural de Fuendetodos.
El plato cítrico estaba servido con la actuación de Etterem, una performance poética evocada al nacimiento y muerte del ser humano.
Tras la actuación performativa, la jornada continuó con la intervención colosal del poeta, periodista y presentador, Antón Castro, que nos brindó sus palabras, su cercanía y su generosidad. Nos descubrió que la poesía puede nacer de un paseo en bicicleta. Fue el propio Antón quien dio paso a la siguiente intervención.
El broche de oro a una jornada de intensa actividad artística y literaria, corrió de la mano del maestro Ian Gibson, hispanista de reconocido prestigio, además de biógrafo de grandes poetas como Federico García Lorca; nos sorprendió con su elegancia y buen hacer, creando una atmósfera evocadora junto al barítono Luis Santana y acompañados por el pianista José María Berdejo. Un maridaje que capturó nuestra atención, despertando ese sentimiento dormido en nuestras almas y que solo la música y la poesía son capaces de provocárnoslo.
Queda en nuestro recuerdo cada instantánea bajo ese sol, que luego dio paso a la luna, los versos, la melodía y un encuentro con sabor a Goya, calles abarrotadas de arte, paisajes únicos y mariposas en nuestro estómago.

Belén Mateos

Equipo de Redacción

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