Getsemaní y el misterio del cóndor de Eva Cristina Franco; por Angélica Guzmán Reque

1

Angélica Guzmán Reque reseña para Gafe.info la obra de Eva Cristina Franco, «Getsemaní».

El objetivo de la vida es hacer que los latidos de tu corazón coincidan con el latido del universo, para que tu naturaleza coincida con la Naturaleza”

Joseph Campbell

La novela Getsemaní y el misterio del Cóndor, de Eva Cristina Franco, lleva el nombre de una de sus protagonistas, una linda muchacha que su vida estuvo signada por el destino: amiga y confidente de la naturaleza y su lucha entre el bien y el mal. desde el momento mismo de su nacimiento. —¡GETSEMANÍ! La niña se debe llamar Getsemaní. /—¿Getsemaní? ¿No es el nombre del huerto dónde oró Jesús antes de morir?/ —¡Si mujer! El Huerto de Getsemaní. Eleonor murió aquí, en nuestro huerto, y nunca lo olvides, lo hizo por salvar a su hija. /—Viejo, ¡es un hermoso nombre! Y esta niña es un ser bendito, la única capaz de limpiar tanta maldad. Tienes razón, ese será su nombre.”

La novela posee, una narrativa sencilla, pero de hondas reflexiones por las vicisitudes que deben pasar dos mujeres: una madre y su hija: Eleanor y Getsemaní. Las dos tienen mucho en común, poseedoras de una belleza arrolladora y agraciadas por una voz que mueve sentimientos de amor por la vida. La vida de estas mujeres unida muy estrechamente a la naturaleza, a ese misterio muy poco entendido por la humanidad: la relación del bien y del mal.

Muchos capítulos dedicados a Eleanor, la madre, una linda niña, dejada en custodia por su padre en “La Media luna”, creyendo que podía ser un lugar seguro, sin embargo el lugar es un prostíbulo dirigido por un hombre sin sentimientos de bondad: ”Venancio era dueño de sus vidas, o así lo sentían todas. Era un proxeneta, que levantó su negocio con el tráfico de mujeres, algunas llegaron con engaño como ella y Eleonor, y otras por voluntad propia, pero al final, todas estaban atrapadas en la ambición de un solo hombre sin escrúpulos. Por lo tanto, cualquier lugar sería mejor que ese, motivo por el que obedeció en silencio.”

Eleanor, ignora su nacimiento, son retazos de recuerdos que no le dicen nada. datos insuficientes que no los puede descifrar. Lo único real es el cóndor, el ave magistral que la acompaña permanentemente en su diario vivir, es la misma ave que el hombre que la dejó en custodia llevaba en su hombro. Su vida aparentemente tranquila, pronto se ve interrumpida y, esa niña mujer fue objeto del más cruel de los maltratos, fue violada bestialmente, desde entonces ella vive días de desolación y angustia y será rescatada por la bondad de Augusto, el dueño de la hacienda más grande de la región, un hombre poderoso, pero sensible: “Augusto aprendió con ella, una nueva forma de amar, una en la que se logra traspasar el alma sin tocar la piel, un sentimiento nuevo en el que era capaz de dibujar su cuerpo con sólo rozarla, y bañarla con la pasión de sus besos, con tan sólo un deseo. (…). La hizo vivir momentos de intensa entrega, con la dulzura que necesitaba para borrar la violencia que sufrió; (…)Pero él siempre la comprendió, y al final con mucha ternura lograba contagiarla con su sentir, para quedar arropados en un único sentimiento de amor profundo.

La vida de Eleanor es un profundo misterio que, junto a la montaña, refugio solitario, es el arcano que aprisiona a las personas que viven en ese lugar, un lugar inhóspito donde la magia y el enigma los acoge. Una montaña que encierra encanto y hechicería, testigo de tragedias y muerte; junto a su misteriosa compañera, como son las tormentas que se presentan de manera imprevista y llevando consigo desventura y muerte. La montaña es también el refugio del cóndor, el ave más enigmática, no solo por su tamaño, sino por su misma belleza. Es otro de los personajes que está presente de principio a fin de la novela y es el guardián, primero de Eleanor y luego de su hija Getsemaní. La negra Trinitaria, dueña de sortilegios del más allá. Será la que acompañe, tanto a Eleanor, como a su hija, que la cría como si fuera su nieta: Trinitaria observaba con mucha frecuencia a la joven, le llamaba la atención su apariencia de niña, ensimismada en su soledad, pero también compartía la presencia del Cóndor, que aparecía cada vez que ella cantaba; parecía como si el alma de la joven se esparcía con la brisa y se remontaba en las alas del gran pájaro de la montaña, que con su vuelo llenaba el cielo de esplendor.”

Trinitaria es el personaje vínculo entre las personas y los elementos naturales porque sabe lo que sienten y piensan y, es ella la que pronuncia los dictados naturales, aquellos que magia o no, son voces de los eternos guardianes, como son la montaña y el cóndor: “—El tiempo se hará eternidad, y la muerte coqueteará con la noche; sólo la vida que nace traspasará el odio y romperá la maldición… el fuego se los llevó… pero la tierra que un día fue virgen parirá la flor, que se bañará de lágrimas del río, para el limpiar del pecado al no nacido, sólo así se hará justicia y los regresará, para volar por siempre, unos para el bien, otros para el mal…

Y, ese tiempose aproximará inexorable a la vida de cada uno de ellos, para bien y para mal. La novela es, también el recuento de la maldad a la que puede llevar la ambición y el poder de la mujer que, encaprichada por el amor que dice sentir comete los crímenes más horrendos, sobre todo con las mujeres que osaban distraer a Augusto, su marido por interés. Ella es Úrsula, que empuja consigo a otras personas que, por ignorancia y ambición son arrastradas al fango de la traición y la muerte. Doña Jimena y doña Úrsula, tenían diferentes formas de desaparecer a un enemigo. Para la madre de Augusto, desaparecer significaba comprar la consciencia y si era preciso la vida de la gente y así lograr alejarlas de la de ellos; mientras que doña Úrsula fue siempre más radical, y sabía utilizar a la perfección a su suegra para lograr sus siempre perversos objetivos, sin que la madre de don Augusto se diera cuenta cabal del alcance de sus retorcidos planes.”

La desaparición de Eleanor, que fue asistido por Trinitaria y su esposo, deja en la orfandad al fruto de su gran amor por Augusto, quien ignora lo que realmente sucedió, por lo que su hija, Getsemaní, se cría como nieta de los negros que la asisten y la cuidan, junto a la nieta de verdad que es Luz. Dos niñas, dos destinos, una morocha y la otra blanca que quieren y cuidan como dos hermanas. que muy pronto son imbuidas por ese destino cruel que envuelve a la mujer joven, dueña de una vida emocional que las conduce por senderos de desgracia y malévolas intenciones del hombre ruin y perverso. Si bien es cierto, la tenencia de tierras daba poder, también la imagen social, era demasiado importante, más aún al vivir en un pueblo impregnado de prejuicios, del poder religioso, trasmitidos a lo largo del tiempo por los Frailes, y además grandemente salpicados por otras culturas producto de la mezcla de razas. El arribismo español, se dejó oler con extraordinaria fuerza en la cultura de aquellas comarcas andinas”

La novela recuerda la lucha emergente entre el ser humano y la naturaleza, la posibilidad de la reconstrucción de nuevas relaciones entre los seres humanos que parecen haber olvidado ese vínculo de unidad, lazos que mantienen fuerzas divergentes y que es necesario volver a engranarlos, donde hombres y mujeres se relacionen de manera participativa, no de dominio, sino de unidad, seres básicos de la creación y del amor entre todos: —¡Quieta pequeña!, no te haré daño. Soy Luz la hermana de Getsemaní, la elegida. Ella nos necesita, así que ahora tú y yo, somos una, por la magia de la montaña. —Le dijo al ave, acariciando suavemente su cabeza, para ganarse su confianza.”

Desde el punto de vista de la autora puede ser posible luego de comulgar con los beneficios que nos dicta la naturaleza y la conversión del mal por el bien de los seres humanos, solo con la posibilidad del perdón y el albergar sentimientos de amor entre los seres. Por una parte con el conocimiento de la magia arcana de la naturaleza: ”Nadie mejor que ella para valorar la vida y la libertad, que con sus dones y amor a la tierra, la convirtió en una mujer sabia y guardiana de todos los secretos de la montaña. (…)Ambos tenían un hermoso huerto donde sembraban distintas plantas medicinales, entre ellas las de olivo” como la del amor de un corazón que sabe del perdón y del amor a la familia y a sus congéneres:” Getsemaní la habían criado como una niña especial, jamás inferior o diferente. Eso la hizo siempre sentirse orgullosa de quién era. Además, su familia le enseñó a valorarse, y la ayudaron a desarrollar dones naturales en ella, que la hacían única, entre muchas jóvenes de su edad”

El encuentro con su padre y el perdón que, para ambos era necesario se manifiesta de la manera más cordial y amorosa: —Lo sé hija. No podemos retroceder el tiempo. Han sido muchos años de confrontación y deseos de poder.(…) pero si algo comprendí con tu madre, es que el amor lo puede todo, inclusive limpiar tanto odio que ha circulado, sin ningún sentido, otro que la maldad./ —La verdad don Augusto, de hecho, siento que ha llegado la hora. Mi abuela me habló de un enfrentamiento entre el poder del bien y el mal. No estoy muy clara de lo que se trate, pero sí sé que tiene que ver con nuestras familias y el poder del Cóndor y la Montaña. Y créame, estaré lista, no sólo para hacer justicia por mi hijo muerto, sino por todos lo que han desaparecido injustamente por esta guerra absurda e implacable.”

Es la novela del amor y del perdón. De la unidad entre la Naturaleza y el ser humano que siente y piensa en el amor, por sí mismo y con los demás. Su lectura cautiva y sobrecoge los sentimientos, pero vale la pena leerla. Solo recordar las palabras de Albert Einstein: ”Mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor”.

Equipo de Redacción

1 pensamiento sobre “Getsemaní y el misterio del cóndor de Eva Cristina Franco; por Angélica Guzmán Reque

  1. Hermoso hasta humedecer mis pupilas, con esa lágrima que asoma pero que timida se oculta para que nadie la vea; después de todo, estoy en la calle leyendo una reseña que es una caricia al alma.
    ¡Gracias por tanto!

    Eva

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *