«Española. Mi formación del espíritu nacional» de Octavio Colis; por Francisco Javier Torres

0

Un colosal ejercicio literario que nos hace entender mejor nuestra sociedad contemporánea a través de una vida entregada al arte, a la creación, los viajes y la amistad.

Mucho más que unas simples memorias, «Española. Mi formación del espíritu nacional» es el resultado de una extensa conversación entre el pasado y ese narrador que lo interpela con extrema lucidez desde el presente tratando de encontrarle algún sentido. Una obra colosal llena de amor al conocimiento, a la reflexión, a la creación (en todos sus sentidos), a la comprensión de lo propio y de lo ajeno, al diálogo. Y, como nos sugiere ese subtítulo tan guasón, una crítica mordaz a toda una época, a tantos años de oscuridad, de esa “aguachirle ideológica del nacional-catolicismo”… Por estas páginas se pasean además Moncho Alpuente o Javier Krahe; el Che Guevara, Mao Zedong o Yasir Arafat. Imagínense el cóctel.

Cuando, con la intención de elaborar este texto, le pedí a Octavio Colis que me expusiera algunas ideas sobre lo que para él significaba esta obra, me hizo llegar, junto a otras, esta hermosa reflexión: “Quizá sea ahora, mientras estoy revisando la edición del libro, cuando me doy cuenta de lo importante que es para mí no ya la amistad, sino la búsqueda y práctica de la amistad a través de la conversación. Poder hablar con alguien de lo que te gusta o quieres pensar, y que esa persona hable contigo de lo que ella piensa. El amor es más contemplativo, necesita de pocas palabras, y son palabras de consenso general con las que todas las personas lo expresamos, el amor tiene cifras, palabras y cantidades concretas; la amistad es divagante, como la conversación. Este libro es en realidad una larga conversación con alguien que me escucha”.

Puedo pensar entonces en “Española…” como el resultado de una extensa conversación entre alguien que habitó el pasado y ese narrador que lo interpreta con extrema lucidez desde el presente tratando de encontrarle algún sentido a ese mismo presente. Su fruto es este colosal ejercicio de memoria, esta maravillosa taracea en la que se incrustan los avatares de una vida fecundísima entregada al arte, a la creación y a la intensa práctica, en efecto, de la amistad, con los demás y consigo mismo. Y sin embargo también hay mucho amor en estas páginas. Yo diría que en cada de sus páginas hay briznas de amor que están creciendo a medida que vayamos pasando sobre ellas nuestra mirada. Briznas de amor al conocimiento, a la reflexión, a la creación (en todos sus sentidos), a la comprensión de lo propio y de lo ajeno, al diálogo. Y mucha crítica también hay, como nos sugiere ese subtítulo tan guasón. Y bastante de preguntarse, con cierto aire melancólico, qué consecuencias pudieron acarrearnos a muchos de nosotros tantos años de oscuridad, de esa “aguachirle ideológica del nacional-catolicismo”. Lean estas páginas. Da igual que, como nuestro narrador, entiendan poco, casi nada, de lo que aquí se cuenta. Siempre podrán, si se diera el caso, disfrutar de una escritura milagrosa, de alto rendimiento; o tomar nota, por qué no, de ciertas técnicas de resistencia, tan útiles en estos tiempos algo oscuros igualmente.

Francisco Javier Torres, editor.

Equipo de Redacción

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *