Entrevista a la escritora española Elena Villamandos; por Yu’i Páez

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Yu’i Páez entrevista a Elena Villamandos, autora de la novela ‘La criatura en el espejo’ (Colección Digital de Novela Iberoamericana, Editora BGR, 2022)

P: ¿Podés contarnos de esta novela que publica Editora BGR?

R: Hablar de mis novelas en concreto siempre me ha costado. Creo que la lectura de un libro es una experiencia que cada lector debe vivir y solo puede vivirse leyéndolo, por eso me cuesta tanto resumir mis obras. Solo decir que esta novela que publico con BGR es una novela de personaje y que sigue las corrientes del cuento gótico de terror. Lo más que me sorprendió de este personaje es la fuerza psíquica que tiene y cómo, con su carisma, nos va tratando de seducir cuando, en realidad, prosee una personalidad completamente obscura. Lo que iba inicialmente a ser un microrrelato se fue, poco a poco, convirtiendo en una novela justamente por la fuerza con la que el protagonista se me aferraba haciendo suyos muchos espacios de mi mente. Me gusta porque está dotado de cierto sentido del humor, muy negro, en un momento determinado. En ocasiones me divertí mucho escribiendo pero otras veces me resultó terrible, incluso llegué a tener pesadillas. No contaré más, les animo a leerla. 

P: -¿Crees que el nombre con que se firma una obra define el tipo de literatura que se hace?

R: Depende del autor y de la autora y de los motivos por los que firma de una manera o de otra. Si firmas con tu propio nombre y apellidos, como estos son casi un accidente, lo mismo da, no creo que haya repercusiones en cuanto al género literario por ello. Si, en cambio, firmas con seudónimo ahí sí es posible que repercuta. Si firmas con un nombre más comercial probablemente tus libros busquen ajustarse al gran público, darle a la gente un entretenimiento, algo ligero, que guste al consumidor. Hay escritores que inventan un alter ego para poder escribir sobre lo que les dé la gana, hacer crítica sin que les caigan encima, en sus obras podemos esperar una literatura crítica, ácida y mordaz con nombres y apellidos y sin tapujos. En términos generales creo que no define pero hay excepciones. Pienso que el hecho de firmar de una forma u otra una obra responde más a la situación socio política que al tipo de literatura que se haga.

P: ¿Firmás con tu nombre o con pseudónimo?

R: Yo firmo con mi nombre y apellido paterno.

P: ¿Recordás algún escritor que haya firmado con pseudónimo para escapar de las críticas de su momento histórico?

R: Claro, sin ir más lejos ha habido bastantes mujeres a lo largo de la historia, no tanto por escapar de las críticas sino más bien para poder dar a conocer su obra, obligadas por las sociedades machistas que nos han invisibilizado desde tiempos remotos. Nombraré solo a dos de muchas otras: Cecilia Böhl que publicó bajo el seudónimo de Fernán Caballero y a las hermanas Bronte: Charlotte, Emily y Ann Bronte, que publicaron con los seudónimos de Currer, Ellis y Acton Bell.

P: ¿Crees que hay una literatura feminista en auge en nuestro tiempo? ¿La novela tiene un sexo dependiendo de quién la escriba?

R: Ni existe la literatura feminista ni las novelas tienen sexo. Las novelas son como los ángeles, además de salvarnos de la mundanidad de nuestra existencia, no poseen ese tipo de cosas, sexualidad, en fin, cero por ciento. El feminismo es un movimiento social, una ideología y una filosofía también y también es una práctica. No existe literatura feminista. Existe literatura escrita por mujeres y eso no es nuevo. Las mujeres hemos escrito siempre, solo que ahora se está dando a conocer. Lo que hace el feminismo en la práctica literaria es facilitar espacios públicos y privados para que las mujeres podamos escribir más, publicar con nuestros nombres y apellidos, ser leídas, conocidas y ocupar los puestos sociales que antes pertenecían únicamente a los hombres. Lo que está en auge es el feminismo. En este sentido opino que será el movimiento social e ideológico por el que se recordará dentro de cien años nuestro principio de siglo. Igual que en el siglo XX fue la revolución comunista que vino acompañada por la revolución industrial, este siglo XXI será la revolución feminista que va de la mano con la revolución tecnológica y con el concepto de aldea global.

P: ¿Qué sería para vos consagrarse como novelista?

R: No lo sé, no lo tengo muy claro. A veces medito sobre qué podría llevar eso aparejado. Lo cierto es que mi vida no es fácil, así que escribo sin plantearme ese tipo de cosas. Cuando escribo una buena página, sin perder un ápice de mi independencia, me siento francamente satisfecha. Quizás siempre seré una escritora al margen, lo que en la américa de Bukowski se denominaba el escritor maldito, el outsider. No sé hasta qué punto me seduce más esa idea.

P: ¿Dónde naciste, dónde estás viviendo?

R: Soy como una especie endémica, nací en Canarias, concretamente en la isla de Tenerife y aquí mismo vivo.

P: ¿Crees que hay un lugar en el planeta hoy para que tu trabajo como novelista sea reconocido?

R: Hablar hoy en día de lugares físicos suena casi a la edad de piedra. Parece algo así como cuando mi madre me cuenta que de pequeña les dejaban las botellas de leche recién ordeñada en las puertas de las casas, en plena ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Hay que ver a qué velocidad ha avanzado la tecnología y cómo ha transformado nuestras formas de percibir el mundo, incluso aquello a lo que llamamos espacios, lugares, planeta… No sé si mi trabajo como novelista será reconocido algún día. Hace tiempo que dejé de plantearme ese tipo de cosas. Quizás carezco de toda ambición en ese sentido, quizás… Me basta con poder publicar y hacer llegar lo que escribo. Cuanta más gente me lea, pues mejor.

P: ¿Crees que el realismo mágico signa al escritor de nuestro tiempo o se puede escapar de él?

R: Bueno, creo que el realismo mágico está presente, por supuesto. ¿Quién en sus tiempos de juventud no leyó toda la obra de García Márquez y de Isabel Allende por añadidura? Por supuesto forma parte de la tradición literaria que hemos bebido en todo el mundo latinoamericano. Canarias ha sido especialmente sensible a eso. Aquí somos un pequeño universo situado entre América Latina, Africa y Europa, sin olvidar nuestra propia tradición que para cualquier isleño es potente y la que nos llega también de esa España de allende los mares. El boom latinoamericano ha marcado muchísimo a los narradores canarios desde aproximadamente mitad de los sesenta. Sin embargo debo decir que también lo ha hecho el realismo español, escritores como Vicente Blasco Ibáñez, Miguel Delibes, Unamuno, Juan Marsé, Mercè Rodoreda, los escritores de la guerra y de la posguerra. En literatura europea, la tradición del cuento gótico de Mary Shelley, el absurdo de Beckett, el simbolismo existencialista de Kafka, Virginia Woolf y los norteamericanos de la época del crack, como John Steinbeck o William Faulkner. En fin, aquí en Canarias, al menos, existen influencias muy, muy diversas pues esto siempre ha sido lugar de paso para todo tipo de culturas y eso nos ha dado una manera de hacer literatura muy diferente y muy propia. 

P: ¿Empezaste directamente con la novela o has escrito otros géneros? ¿Podrías contarnos cómo fue ese proceso?

R: Francamente, no he conocido nunca a ningún, ninguna escritora que haya empezado directamente con la novela. Empecé a escribir con la edad de ocho años cómics y ya con once años escribí mis primeros relatos. Mis primeros versos los escribí con catorce años y los primeros intentos de novelas aparecieron algunos años más tarde.

P: ¿Crees que hay una receta para escribir la complejidad de una novela? ¿Cómo abordaste o abordas tus novelas?

R: Creo que cada novela tiene su propio mecanismo implícito. Forma parte de aquello que debe ser contado. Trama, estructura y personajes no están nunca separados y cada novela conforma un universo por sí mismo, tiene su propia cadencia, su genio impreso que le es propio. Por lo tanto te diré que no hay una receta para escribir nada. Lo único común que existe en lo que a escribir novelas se refiere es la fuerza de voluntad, la autodisciplina y la capacidad de automotivación y eso sí, una mente muy, muy obsesiva.

En cuanto al abordaje reconozco que en un primer lugar no soy yo quien las aborda sino ellas a mí. A partir de ahí ni sé, la verdad, porque como ya te dije, mi vida es bastante complicada, con lo que sentarme a escribir una novela no me es ni fácil, ni cómodo. Una novela larga puedo tardar hasta diez años, entre que la escribo, la corrijo y la vuelvo a corregir como cinco veces más porque, para más inri, soy bastante perfeccionista. Así que, bueno, ese es el asunto…

P: ¿Seguís los ejemplos que proponen los clásicos o los contemporáneos para pensar la novela? ¿Tenés un método propio?

R: No sé qué ejemplos proponen ni los clásicos ni los contemporáneos. En este mundillo literario cada maestrillo tiene su librillo. No sigo ningún método, soy bastante intuitiva. Mi único método es sentarme a escribir y, una vez delante de la página en blanco y tras gestionar el pánico al fracaso, me lanzo a por ello. Tengo métodos propios para el bloqueo o como facilitadores del discurso narrativo pero esos no los voy a explicar aquí. Si quieren conocerlos, vengan a uno de mis talleres de escritura creativa, jajaja.

P: ¿Cómo te paras ante la crítica? ¿Tenés una especie de lector de cabecera a quien confiar tus manuscritos?

R: Respecto a la crítica, responderé sin tapujos y con sinceridad, cosa que muchos de mis colegas no hacen: cuando es buena me sienta de maravilla, cuando es mala, me molesta, incomoda y puede hasta que me cabree. Sí, soy así de arrogante, lo reconozco. El famoso ego del escritor no es un mito, sépanlo de una santa vez, existe y está siempre muy latente.

Mi lectora de cabecera es mi hija pequeña, Andrea, estudiante de filosofía, afanada lectora y correctora de textos diversos. Además de mis obras ha sido correctora de trabajos y ensayos para la universidad. Es la persona a la que siempre paso mis manuscritos para que, como lectora, les haga la última revisión, bueno, la penúltima, porque la última siempre es la mía.

P: ¿Cuánto tiempo le dedicas a escribir?

R: Tanto como las actividades de supervivencia me permiten, es decir, depende de la época y de mis circunstancias personales y familiares, sobre todo familiares. Lo ideal para mí cuando estoy con novela es de lunes a jueves en horario de mañana, al menos cinco horas diarias. Desgraciadamente esto no siempre es posible, es decir, es menos posible de lo deseado. De ahí que sea tan lenta a la hora de escribir y publicar obra de largo recorrido.

P: ¿Crees en la inspiración?

R: En la narración larga definitivamente no. La inspiración es para los inspirados, no para los currantes. Uso aquí las palabras de Picasso: Si llegan las musas, que te pillen trabajando. 

P: Cuando te viene una buena idea, ¿lo dejás para tu siguiente obra o vas poniendo todo en eso que estás escribiendo en el momento?

R: Tengo la certeza de que si me viene una buena idea cuando estoy con las narices plenamente metidas en una historia es porque está relacionada con esa historia, no me cabe la menor duda.

P: ¿Quiénes son tus novelistas favoritos, tomaste algo de ellos?

R: ¿Novelistas favoritos?, no tengo favoritos. Eso es como cuando éramos pequeñas y nos preguntaban quién era tu mejor amiga o a quién querías más, si a tu padre o a tu madre. Tengo una larga lista de novelistas que me han dejado huella: Thomas Mann, John Steinbeck, Harper Lee, Virgina Woolf, José Donoso, Rafael Arozarena, Josefina Aldecoa, Mercè Rodoreda, Juan Marsé, Miguel de Unamuno, Kafka, Allan Poe, Carlos Fuentes, Marcel Proust, las hermanas Bronte, Herman Melville, Ana María Matute, Javier Tomeo y un largo etcétera. Todos y todas han dejado profundas huellas en mí.

P: ¿Tenés un tablero de capítulos o vas viendo cómo viene la historia?

R: El único tablero que tengo en mi casa es el de ajedrez.

P: Si leíste Rayuela, ¿qué opinás de la antinovela o la contranovela que propone Cortazar en esa obra?

R: La verdad es que Rayuela no es precisamente la obra que más me gusta de Cortázar. A Cortázar lo admiro especialmente por sus cuentos y también por algunos de sus poemas. Respecto a la propuesta de contranovela que hace con este libro opino que significó una más de las tantas prácticas transgresoras que se ejercitaron a lo largo del boom. El movimiento del boom nos trajo una experimentación con el lenguaje que ya anteriormente se había hecho pero que no había alcanzado los límites a los que los escritores del boom se atrevieron a llegar. En este sentido debo nombrar aquí a uno de los menos reconocidos y de los más injustamente olvidados, el enormísimo José Donoso y su obra “El obsceno pájaro de la noche”, eso sí fue transgredir el lenguaje. No hubo una sola página de esa novela que no me dejase los pelos de punta.

P: La realidad. ¿Es una elección en tus novelas o preferís un lugar imaginario con leyes propias?

R: Si partimos de la idea de que la imaginación emerge de la realidad y de que el universo narrativo posee sus propias leyes, leyes que para nada tienen que ver con el mundo real, entonces mi respuesta a esta pregunta es que toda historia narrada sucede en un lugar imaginario. A esto es a lo que llamamos ficción, ¿no?

P: ¿Algún personaje ha pasado de malo a bueno o viceversa?¿Por qué?

R: Cuando escribo no hago juicios sobre mis personajes. No sé si son malos o buenos, tampoco me importa demasiado. Una de las cosas por las que jamás me dedicaría a escribir guiones para Disney, actualmente Pixar, es precisamente para no tener que hacer esos ejercicios dicotómicos con mis personajes. El mundo representado como algo malo o bueno, blanco o negro, me resulta de corta mirada y plano en exceso. Los personajes tienen su razón de ser. Me gustan, al igual que las personas, aquellos especialmente complicados, desconcertantes, que sí pero no, con sus luces y sus sombras, esto les hace tomar forma. Cualquier pintor sabe que el juego de luces y de sombras es lo que le confiere el relieve, la corporeidad a los objetos sobre el lienzo. Los personajes no son tan distintos a las personas, solo que existen en un plano diferente.

P: ¿Quiénes quisieras que te lean? ¿Por qué?

R: Me gustaría que me leyesen quienes me quieran leer, cuantos más, mejor. El porqué es sencillo de responder, escribo para ser leída, eso es todo.

P: -¿Este mundo, mitad átomos (papel) mitad ciberespacio (digital) qué le hace a tu novela?

R: Bueno, el ciberespacio es una plataforma ideal para llegar a más lectores sin tener que moverme de mi casa. Para un espécimen enraizado como yo eso es fantástico. Llegar a gentes en lugares del mundo que en físico sería impensable. También es una manera de democratizar el acceso al libro y por lo tanto a la cultura, al ser de fácil acceso y a precios tan asequibles.

P: ¿Si tuvieras que elegir cómo publicar una novela en este tiempo, cómo lo harías?

R: A pesar de que alabo claramente las virtudes de la edición digital, soy sin duda una romántica. No hay mejor experiencia para mí que abrir las tapas de un libro, oler sus páginas, sentir en la yema de mis dedos la rugosidad del papel cuando paso la página en la lectura. De hecho soy de esas que cada equis van a las librerías de segunda mano. Adoro las ediciones cuanto más vintage mejor. Luego no tengo estanterías suficientes en mi casa para meter tanto libro. Soy fanática de coleccionar ediciones antiguas de mi obra de cabecera, “El Quijote”. Hoy por hoy para mí lo ideal es sacar ediciones en ambos formatos, tanto físico como digital porque el perfil de lector es básicamente diferente, y no me refiero a en sus gustos literarios sino más bien en su manera de relacionarse con el libro como objeto.

P: ¿Vas a seguir escribiendo novelas? ¿Qué ideas te rondan?

R: Claro, en cuanto mi ajetreada existencia me lo permita. Ya tengo una novela anterior publicada y tengo otra sin publicar. Además hace un tiempo inicié una que debo retomar, es mi siguiente proyecto literario de cierta envergadura, acabar esa novela que dejé a la mitad por vicisitudes de la vida. Mientras he estado escribiendo poesía, relatos, cuentos, minificciones y demás cuestiones algo más llevaderas con el ritmo actual.

Equipo de Redacción

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