El hombre y el libro; por Maurizio Bagatin

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Maurizio Bagatin reflexiona en su columna sobre la relación entre el hombre, los libros y la lectura.

A José María Arguedas se lo lee pensando a un mundo aprendido, amado y vivido a través del quechua. Se lo comprenderá cruzando el Apurímac, escuchando aquel Dios que habla siempre un idioma tan poético cuanto la dulzura de la chicha, el dolor de la conquista, el otoño de su mirada y el verano de su corazón. No hay oración en Arguedas que no esté empreñada de la lírica del campo, del auténtico sudor del hombre, del cansancio de la mujer; un alimento que de la tierra Arguedas cosecha o recolecta, siempre al acecho, como un viejo y sabio cazador que sabe dónde poner la trampa ideal: el lenguaje. Criando o sembrando palabras que logran traducir este mundo, creando un mundo ideal. Es la penetración del campesino hecho antropólogo, del viajero hecho mensajero, del mensaje hecho poesía. El espíritu que se hace identidad.

En el Gilgamesh el hombre tiene hambre y es la memoria que lo empuja en tomar conciencia de la existencia del pan, pero es la mujer la que cuida el alimento. Ella es la guardiana del saber alimenticio y de la sexualidad. Pan y sexo, como luego en Deméter, dar o quitar la vida. Perséfone, raptada por Hades, se la restituye a la madre con la condición de retornar siempre para la siembra.

Il Piccolo Kalbris de Hector-Henri Malot fue el primer libro que leí. Me lo regaló mi prima Brigitte para la primera comunión. Lo recuerdo como si fuera ayer, entre confites, chocolates y un bolígrafo que aún conservo estaba elegantemente empaquetado el libro de Malot: tapa dura y con hermosas ilustraciones tipo acuarela que acompañaban las tristes aventuras de Kalbris. Siempre con el estado de ánimo del personaje de Sans famille, Kalbris tiene voluntad de aventurero e intenta superar aquel modelo realista y sentimental de la narrativa de aquel tiempo. No recuerdo haberlo leído nunca más. Ahora lo estará guardando mi sobrino, al cual nunca le aconsejé leerlo, en su lugar el primer libro que le regalé fue Carta al padre de Franz Kafka. Después e Malot se necesitaba pasar por su “mentor” Victor Hugo y ver desde otra perspectiva el mundo del Emilio de Rousseau.

El silencio no es un artificio. La lectura lo exige, lo adora y lo adula. Antes de la palabra viene él, antes del gesto está presente -a veces supino- siempre antes y después de todo. En la tabula rasa de toda realidad y de toda verdad, no pide y no responde, hace y calla. Está ahí en aquella parte más oscura de la noche, en el sueño, en la felicidad y en la tristeza. En el amor y en la indiferencia. Mil palabras no lo pueden describir, diseñar, interpretar, obnubilar, ofender, humillar. El silencio se exprime, cierto, en la eternidad, en el olvido, en la muda palabra, que es la poesía.

Según Josefina Pla el hombre no está hecho; se está haciendo. Su Prometeo es un cincuentón no tan conforme con su cuerpo, ¿quién está del todo conforme con su cuerpo a los cincuenta años? La gran amiga de Roa Bastos trenza el Mito con la realidad paraguaya. Ella, autoexiliada por amor a otra tierra sabe que el fuego pertenece solamente a los dioses, hasta que el gigante Prometeo desvela el secreto a los hombres. Su Prometeo está ahora encadenado, es el hombre moderno que lucha contra las adversidades que el mismo ha creado. No reconoce ya su hermano Epitemeo, ojalá vaya robando el fuego de otro dios, que ya no será Efesto, y los regale a los hombres, esta vez sin dominar la naturaleza.

San Miguel de Chulina es una aldea y es un fantasma. Es una pesadilla en nuestro imaginario, el subir y el bajar desde Colima, es materia y símbolo de todos nuestros fracasos. Porfirio Díaz Machicao crea una aldea con su silencio estúpido, una aldea real y maravillosa en la cual todos los mitos y todas las supersticiones siguen viviendo, hoy y siempre. Ahí el tiempo se ha estancado, está perdido en un horizonte que sigue viendo una sola luz, la luz del desierto del hombre desmemoriado.

Maurizio Bagatin

Pordenone, Italia, 18 diciembre 1966. Columnista Revista Gafe. Lee su columna «El morbo de Gutenberg»

Nacido por azar en Italia, viajó un poco y escribió un poco, en la búsqueda de conjugar la huerta con la biblioteca, sigue regando jardines y cultivando palabras. Tiene textos inéditos y mucho otro material en el ciberespacio.

Lee su última obra «Para darle nombre a Sudamérica». (Editora BGR, 2021) Colección Narrativa Móvil.

Equipo de Redacción

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