«El Eco del silencio» de Salvador Robles; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque aborda en su columna la obra de Salvador Robles, «El Eco del silencio»

El amor es el significado último de todo lo que nos rodea. No es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación”.

Rabindranath Tagore

La extraordinaria obra de microficción del escritor laureado Salvador Robles El Eco del silencio nos permite adentrarnos en ese silencio que cada uno de nosotros siente en el espíritu y el corazón y, permanentemente tiene ecos, son las voces de la conciencia que, para los que la tenemos son como martillazos que nos dejan vivir o, por el contrario, nos piden, de manera permanente que saldemos cuentas.

Los más de trecientos microcuentos nos conducen de la mano por esos túneles que vivimos todos porque todos sentimos y vivimos, lloramos y nos reímos, sentimos nostalgias, penas y alegrías, de la misma manera ¿Por qué? porque somos seres humanos. “Se buscó en los ojos del otro, pero sólo se encontró cuando buscó en los ojos del otro al otro.” para saber que no somos seres solitarios, vivimos en comunidad, somos seres sociales. Nacemos en el seno de una familia y aprendemos a movernos porque alrededor de nosotros la gente está viva y se manifiesta: “Llevaba solo demasiado tiempo. ¿Estaría muerto? Cualquiera sabe. Sin la presencia del prójimo, resulta imposible saber si uno sigue vivo.

Los temas expuestos entre los distintos microcuentos están relacionados con nuestras vivencias, son observaciones que el autor ha podido digerir con la vista, mientras paseaba o sentado en un banco al aire libre podía ver y anotar en el cuaderno y el bolígrafo que lo acompañaban, como fieles compañeros: “El fin de semana siguiente, Juani, como cada mañana, fue a pasear por el parque de los ficus. Delante de la fuente del angelote, se encontró con Alejandro. Estaba leyendo un libro con un bolígrafo en la mano.

Para el narrador de la obra, todo es posible y gira en torno a la vida y al amor, complementos ineludibles en nuestro sitio en el mundo, de quien o quienes sentimos que nuestra presencia no es vana y estamos aquí y ahora, no para vivir el sufrimiento o el dolor, sino, todo lo contrario, aprender que la vida nos brinda, sensible y amorosamente días de luz y de calor: -Mientras puedas pronunciar el adverbio de tiempo “todavía”, no estarás vencido del todo. Recuérdalo. / -Lo recordaré siempre… Todavía.

Muchos de los cuentos están dedicados al escritor y lo hace desde el optimismo, desde la notoriedad del altruismo, del entusiasmo, de la verdad; de aquello que representa la literatura, la buena literatura; la que debe despertar en el alma del lector nuevas y oportunas realidades de vida y de amor a las letras: “Páginas que alumbran una apasionante historia que conduce al lector al corazón de la humanidad, a la esencia de los sentimientos ajenos y, por lo tanto, a los propios también. Qué prodigiosos son los libros.

Está también el lado contrario, el de la apariencia de la bondad del falso oropel que siente la vanidad de aquel escritor que murió pensando que sería, aun después de su muerte, el escritor homenajeado de siempre: ”-Quiero volver a la tierra. /-Ya sabes que solo se permite una estancia de veinticuatro horas. /-Lo sé. /-Deseo concedido. / En cuanto aterrizó en el planeta azul, el escritor se dirigió a un cibercafé a navegar por Internet. Entró en la página web de la Biblioteca Nacional, y puso su nombre en el catálogo de obras. Solo uno de sus diez libros había sido prestado en el último año. La obra del escritor best seller había muerto con él. Maldijo su deseo. Ahora la eternidad se había trocado en un castigo…sin final.

La obra no podía dejar de lado a los seres que viven y vivieron años y, todavía son gente de valor, en la vida de los nietos porque es el cariño y el respeto de ellos que se verá reflejado en el amor de los nietos que sienten no haber vivido en vano: ”La anciana hizo una mueca de disgusto. /-¿Quién te ha metido en la cabeza esas memeces? Conocemos el infierno porque amamos. El dolor del ser amado es el infierno para los que amamos. Por lo tanto, el infierno constituye la prueba de que en la tierra existe el paraíso. Ama, hija mía, merece la pena vivir en el paraíso aun a riesgo de conocer el infierno.

Y, el amor, tampoco se le olvida y lo hace en muchos, diría yo, en todos, se refiere al amor a la vida, y al amor en todo sentido, en todos y cada uno de nuestros sentidos, Aquel donde Demiurgo tiene su intervención y le proporciona armonía:” Hay miles de trillones de estrellas en el universo, el cual acaso sea infinito. Nosotros, en el cosmos, somos como mucho un parpadeo; y, sin embargo, a mí me importa el parpadeo. Son tan hermosos los ojos del ser querido.

Todos y cada uno de los microcuentos rezuma amor, quizá por eso escribe microcuentos porque en la sencillez y en pocas palabras puede especificar mejor, lo que se siente cuando de verdad se ama y se añora, no solo al ser querido, sino al otro, al ser humano, representado en la madre, el hermano, el amigo o, mejor en la labor diaria, aquella donde imprime el sello de su amor por la vida y por tofo lo que representa y es: “Páginas que alumbran una apasionante historia que conduce al lector al corazón de la humanidad, a la esencia de los sentimientos ajenos y, por lo tanto, a los propios también. Qué prodigiosos son los libros.

Un valioso condimento de la vida es la risa, la broma sencilla, aquella que despierta una sonrisa y te ilumina el corazón de felicidad y, el narrador escribe algunas y te ofrecen la sonrisa que es la magia que alboroza los sentidos, con sutileza y apacibles expresiones: ”-Eres maravilloso. Por eso te amo. /-Si tú supieras… / -Si yo supiera, ¿qué? / -Que soy maravilloso desde que me amas.

De alguna manera se pone en contra de aquello que no pueda ofrecer amor, menos amistad y compañerismo, para el narrador, solo es valioso el sentimiento que despierta en el amor por el otro, en la adhesión con el otro y, mejor con los niños: “El voluntario entregó una tableta electrónica al niño del poblado. / -Toma, para que juegues. / -¿De este artefacto salen amigos? / -No, pero puedes ver muchas cosas. / -¿Amigos, no? / -No.

Se dice que ser feliz significa aprovechar las oportunidades que se nos presentan, disponer la vida a vivirla plenamente y desarrollar las habilidades que seamos capaces de hacerlo, que será un camino que conduce hacia la felicidad anhelada, sin embargo, ¿se podrá ser feliz en cualquier otra circunstancia?, para el narrador: “-Sin felicidad la vida carece de sentido -afirmó el filósofo. / -Se equivoca. Yo no soy feliz y mi vida sí que tiene sentido -objetó el humorista. / -¿Cuál es? / -Ser feliz.

La vida y comunicación parece ser una constante en la vida del que siente y ama sin intereses, solo saber amar y conservar, al ser amado entrelazado en sus vivencias, aún si la persona amada ya no está presente. No es soledad lo que siente, sino un amor que lo acompaña permanentemente, como sucede con el amor de los abuelos: “-Es imposible que esté muerta -exclamó delante del cadáver de la anciana. / Y tenía razón porque esa misma noche su abuela la visitó; después de colmar de caricias a la nieta, le prometió que volvería pronto. /-¿Cuándo, abuela? / -Tal vez mañana, en sueños.”

Y, ¿Qué es la literatura, para el narrador? Una frase tan simple, como hermosa: “Hace centenares de años, después de un trágico terremoto, de entre los escombros de la vivienda del sabio del lugar, surgió una flor. A esta flor alguien la llamó Literatura.

De esta manera, amigo lector, podría seguir y seguir enumerando los microcuentos de este gran escritor, pero dejaré para que tomes el libro y continúes la lectura de una obra que, seguro, quedará en tu vida, como un gran tesoro de vida y reflexión. Gracias.

Víctor Hugo, poeta, dramaturgo y novelista romántico francés, nos dejó esta reflexión: La vida es la flor de la que el amor es la miel.”

Equipo de Redacción

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