«Costuras silentes» de Alberto Sánchez Argüello; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque reseña la obra ‘Costuras silentes’ de Alberto Sánchez Argüello (Colección Digital de Microficción Iberoamericana, Editora BGR, 2022)

«El pecado del silencio cuando debería haber protestado, hace cobardes a los hombres«

Abraham Lincoln

Por qué Costuras silentes del autor Alberto Sánchez Argüello, que nos traslada a diferentes situaciones del pensamiento y la reflexión. Esta obra de Minificciones está dividida en cuatro partes. Cada una de las cuales permite una reflexión diferente, pero todas, igualmente tienen que ver con la vida y vicisitudes por las que, consciente o no, pasan las vivencias humanas. Si analizamos las dos palabras encontramos que, una costura, se refiere a un trabajo sin terminar, en ejecución. Mientras que silente, es un adjetivo que califica lo tranquilo, sigiloso o silencioso. Sin embargo, desde el punto de vista literario, tiene connotaciones mucho más profundas y filosóficas. Así, dice Laura Cerrato, crítica argentina, “Lo silente no es la ausencia de palabras y relanza una y otra vez la pregunta por el quién. Por eso atesora el misterio. Es también el lobby de la fuga. Es un nombre de la indeterminación” y, es esa verdad sin resolver, esas vivencias, unas veces atroces, inhumanas, como algunas de intranquilidad, falto de esperanza, algo que parece ignorar los sentimientos que lleva dentro de sí todo ser humano. ¿Quiénes somos? Y ¿hacia dónde nos dirigimos? Profundas interrogantes que parece que no encontrarán respuesta alguna. Son las que nos plantea el autor.

Pienso que la expresión de Laura Cerrato, puede darnos mayor aclaración sobre el propósito del autor, a través de cada uno de los microcuentos porque no solo es una voz, sino son voces, multiplicidad de voces que denuncian, piden auxilio, exponen razones del porqué de las distintas situaciones en que vivimos y nos desenvolvemos. No se acusa ni se dirige a una persona en particular, solo se expresa, como lanzando la interrogante a quién o quiénes les corresponda, porque el lobby de la fuga es el tratar de encontrar la razón o razones por esas vivencias que se pierden en la nebulosa de la incapacidad de resolución o el nomeimportismo con el que responde una autoridad que solo le interesa su bienestar personal. Que puede ser, también, la respuesta de una humanidad que intenta, de manera obstinada dominar lo innominable. Esa fuerza que pretende imponerse a la razón, una especie de justificación a lo que acontece más allá de la misma voluntad de realizar.

Nos deja su pensamiento Abbie Hoffman, escritor y político estadounidense: La revolución no es algo fijo de una ideología, ni algo de una década en particular. Es un proceso perpetuo incrustado en el espíritu humano.

La primera parte, titula En la imaginación son ocho microcuentos donde analiza de manera penosa la soledad y tristeza de situaciones de vida. Así en Posesión, es la propia mente que se enfrenta con una realidad de su propia vida y su relación con el padre: “Le pregunté si ellos provocan que las personas guarden secretos oscuros y hagan cosas malas a sus hijos. Me dijo que no. Ahora sé que mi padre no está poseído por un demonio, al menos no por uno como el mío. Quién es el hijo, solo una réplica de su progenitor, o es otro ser. Quién será más responsable, el padre o el hijo, que no es el mismo, sino otro ser diferente porque la naturaleza posibilita una transformación, que aunque atraviesa sendas dispares y diferentes, siempre terminará en su estado natural, de donde provino y hacia dónde va, aun en la soledad y la amargura porque las lágrimas son esa representación: “De su mejilla se desprende una lágrima que cae, rueda lenta por el asfalto, se pega al zapato de alguien que escapa y termina deslizándose entre las orugas metálicas de un tanque.

La imaginación es prodigiosa y puede hacer posible el cambio de su propio entorno en el solo afán de vivir una realidad diferente. Así cambia la historia y se transforma y volvemos a revivir viejas circunstancias que creíamos ya sepultadas en el olvido: “las enormes islas flotantes de obsidiana mutan en apacibles nubes tras la ventana y el erizado mastín de ojos infernales que duerme a mi lado, se convierte en un somnoliento maltés.

Lo que el viento se llevó, qué se llevó, la mente ya desgastada del viejo maestro que puso los años de su vida en la enseñanza, en una posible transformación de mentes humanas, sin apenas darse cuenta que perdería su persona misma, antes de transformar el mundo: “Cuando tocó la campana, los alumnos encontraron al profesor absorto, sentado frente al pizarrón blanco, perfecto reflejo de su mente.” Cuántas veces, el ser humano a perdido la vida en el intento de demostrar lo contrario de su propia vivencia.

La intuición es más femenina que masculina, es como un gusanillo que acicatea la mente y el corazón hasta ser escuchada y, la duda en un principio se transforma en una sola verdad, veracidad y sabiduría que la mente juega y advierte: «No iré». Era seco e indiferente, como ella. Cerraste los ojos durante una hora y tu rabia alcanzó el punto máximo cuando la turbulencia empeoró y el capitán ordenó colocarse en posición de choque, segundos antes que las ventanas explotaran. Todavía no había cumplido su ciclo de vida y decidió quedarse a seguir esperando el día menos pensado.

La noche, muchas veces es la depositaria de salvedades no siempre aceptables como reales o posibles. Seguramente la oscuridad, el silencio, la falta de claridad nos hacen imaginar situaciones de lo más imprevisibles, por eso, las sombras, parecen cobrar vida y perseguirnos como verdaderos seres humanos:” distingo entre las sombras seres macilentos de ojos de plata que me sonríen, alargadas entidades arbóreas que extienden sus dedos amenazantes hacia mí rostro, íncubos fugaces que buscan un nido e incluso algún ser humano.

A veces nos mueve a esbozar una sonrisa porque la mente del autor ha imaginado un hecho sangriento con la sola contemplación de la crema de tomate, más conocido como kétchup y el afán, ante la falta de papel, o la premura, o, simplemente la mala memoria, de escribir en una servilleta. Situación nada aconsejable por la inseguridad o lo imprevisible que puede resultar y, resultó: El detective estaba a punto de resolver el caso, cuando una ola de ketchup cubrió completamente la escena del crimen, el cuerpo y los sospechosos.

La prodigiosa imaginación y los recuerdos de lugares maravillosos que quedaron en la retina del buen observador, que no solo revive, sino que puede describir detalladamente, como narrador testigo de aquello que acompañó fatigosas, pero majestuosos recuerdos de las excentricidades de la naturaleza que nos sorprende y que todavía está presente en ciertos lugares donde la maldad del ser humano no ha llegado a dañarla. Aunque esa fuerza dañina ya llegó a su misma tranquilidad: “Pero no puedo. Mi rutina de darle de comer a los perros y limpiar la casa no tiene ningún interés. Mejor búsquese un narrador omnisciente, de esos que revelan la oscuridad que habita en el corazón de algún personaje sádico y complejo. Es hora de servir croquetas.” ¿Qué buscamos? ¿Qué queremos? Se vive en una permanente insatisfacción buscando lo que no tenemos, anhelando lo que no poseemos, nos olvidamos que somos seres de la felicidad, que podemos reír y jugar, pensar y vivir, sin envidiar la suerte ajena de poder y envilecimiento. ¿Sólo lo imaginamos, o realmente, lo vivimos? Es ese sutil enlace que nos separa de la ilusión y la realidad, de la ensoñación y de la vida misma. Recordemos a Catherine Pulsifer, escritora: “Nadie puede quitarte tus recuerdos: cada día es un nuevo comienzo, crea buenos recuerdos todos los días”

La segunda parte, desde mi punto de vista es la más catastrófica, en cuanto a la realidad de la tiranía del poder de los que creen tener derechos sobre la vida humana. La de imponer idealismos o formas de pensar de unos, en detrimento de los otros.

Esta segunda parte, tiene el título de Prisioneros, repartidos en trece cuentos, enumerados con el número romano, con mayúscula. Quién es considerado prisionero, de acuerdo al diccionario, nos dice que es alguien que está atrapado y encerrado en una prisión, que puede ser material, cuando es un lugar cerrado con seguridad o, también podría ser una cárcel inmaterial, cuando alguien está atrapado por un vicio o una idea fija que lo priva de actuar libremente. Un preso político es víctima de una violación de la libertad de expresión y de la libertad de pensamiento. Aunque hay leyes determinantes, que rigen para el mundo de que no puede haber presos políticos, sin embargo, los gobiernos socialistas y dictatoriales, ignoran estas leyes y encierran, aun sin derecho a ser juzgados. Son esta clase de presos a que se refiere el autor. Ese afán de huir de sus depredadores o salir de esos lugares oscuros y privados de todo contacto familiar. Así, desde el primer cuento, expresado en pocas palabras, nos refiere los años, el tiempo indeterminado de seres encarcelados; “Uno de nosotros dice recordar que su red de conspiración usaba códigos secretos a través del telégrafo. En total somos siete prófugos, incluyendo al guarda del turno nocturno que ya está harto de su salario y el mal plan de salud estatal.”

No saben del tiempo porque les borran la memoria, el solo dato del “telégrafo”, indica el tiempo que llevaba preso. Tampoco había comunicación entre ellos: “Nos lo dictó a través de una grieta desde su celda.  Tardamos un año copiandosus palabras con huesos de ratón en nuestras espaldas, nos costaba entender por la reverberación de su máscara de hierro.” Prisiones inhumanas, ¿dónde estaban? Y escribían en sus espaldas con huesos de ratón, situaciones intolerables: “Finalmente emprendimos el escape un día de los inocentes”, ¿conseguirían su libertad o, solamente fue eso, la inocencia de quienes todavía creen en la bondad benevolente de los demás, porque, el médico les propuso le rascaran la espalda, pero: “Lamentablemente ninguno de nosotros tenía uñas.” Era tanta la desesperación y los nervios los consumían que se iban comiendo las uñas. Muchos de ellos nunca vieron el amanecer fuera de las rejas de hierro porque los dejaron pudrirse y desaparecer entre las rejas que fueron sus propias tumbas. “a todos nos aplicaron la “ley de fuga” diez años atrás, pero que nuestra terquedad nos impedía reconocerlo. Intentamos convencerlo, pero fue inútil, así que nos fuimos flotando sin despedirnos” la lucha por la libertad de palabra y acción, muchas veces queda entre paredes y rejas.

La palabra junto a la voz se volatiliza, sin embargo, no se detiene porque tiene raíces o semillas que se siembran en terrenos fértiles y aparecen voces jóvenes que no dejan morir los ideales de sus mayores.

El pedido de auxilio y el tratamiento de estos seres es cada vez más clamoroso y se extiende por redes del mundo. La televisión y las redes tecnológicas se ocupan de estos casos y desean llegar hasta los presos, pero qué pasa, los políticos jamás estarán de acuerdo con soltarlos porque los consideran enemigos peligrosos porque saben pensar y, será lícito para ellos aprovechar una circunstancia de fuga para deshacerse de algunos: “Al inicio el rating estuvo bien, pero luego nos advirtieron que al menos tres de nosotros tenían que morir de manera sangrienta antes del quinto capítulo.” Lo que es lo mismo, no hay posibilidad de escapatoria para los que piensan diferente o tienen razonamiento. Solo podían soñar porque nadie pone grillos en la mente y desde esa realidad se puede soñar y posiblemente, vivir. Aunque los sueños son, muchas veces fantásticos, difíciles, por no decir imposibles de conseguir, como: “teníamos que huir disfrazados de conejos rosados, comernos a los guardias que encontráramos, entrar a la oficina del alcaide y cavar un túnel al centro de la tierra e invertir su gravedad. Tuvimos que olvidarnos de su sueño.” La tortura mental es inhumana hasta el punto de no saber distinguir entre sueño y realidad, “Caminamos durante días, con hambre y frío, hasta que llegamos a una pared tan alta que ocultaba el sol: entonces descubrimos que no habíamos salido de la prisión.”

Los hijos que están convencidos de la lucha de los padres por ser libres, los seguirán y serán la palabra y el ideal que no siempre consiguen los padres: “mi edad no fue obstáculo para incluirme entre los presos políticos.  Mi padre hizo lo posible por cuidarme todos esos años.  Ahora que estamos escapando, él podrá volver a ver los campos libres de su amado país: llevo sus ojos en los bolsillos de mi pantalón.” Sentida metáfora llevo sus ojos en los bolsillos de mi pantalón. Como el símbolo de la visión de los progenitores y la continuidad del ansia de libertad que es la única manera de vivir en paz, en la esperanza del amor, no se puede vivir encarcelado, ni físicamente, peor mentalmente porque solo se podría obedecer a consignas nada libres, serviles, sin opción a tener su propio pensamiento. El miedo les hacía proferir situaciones, no solo de pánico, sino de terror, la extremo de: “llorar de terror y mearnos encima no era nada atractivo para la televisión internacional.”

A qué extremos puede llegar la naturaleza humana que es impredecible, solo podemos darnos cuenta de nuestras propias reacciones en momentos de apasionamientos insufribles y que atentan a nuestra propia autoestima. Sobrevivimos a base de comernos nuestra ropa y cabellos.Y puede llegar a extremos inauditos: Cuando Emilio quiso despertarlo le arrancó el brazo con unas enormes fauces que no le conocíamos.  Teníamos que haberlo sabido: la naturaleza siempre encuentra su camino.

Los seres humanos nos acostumbramos a vivir en cualquier entorno que se nos presente el destino que nos acoge. De ahí que, la cárcel y el encierro también pueden convertirse en un lugar de estacionamiento permanente. “Él amaba este lugar: tantos años habían calado en su piel como si la prisión fuese el vientre de la madre que nunca conoció. “Hasta el extremo de hacer de su hábitat cualquier sitio que represente un encierro: “Estando agazapados en el ala oeste me volteé, justo a tiempo para ver como una de las paredes de granito se abría para recibirlo en su interior, para siempre.

El dolor que siente un prisionero que, día a día ve difícil su liberación se deprime al extremo de hacer que las paredes del rincón que lo acoge y siente su llanto ante la impotencia, seguro que contagiará a esas paredes que no quedarán tan secas y silentes como se las ve, albergarán dentro de sí todo ese dolor emitido con el más apasionante de las emociones y, cualquier día llorará junto a él y no se detendrá hasta que su sangre riegue esos antros que aprisionan un espíritu libre. “Finalmente descubrieron que eran las paredes las que se lamentaban, así que tomaron cuchillos de acero y penetraron el granito por toda la galería. Pasamos semanas empapados por la sangre espesa que brotaba incontenible, hasta que se secó dejando un silencio ensordecedor.” Una gran sinestesia: un silencio ensordecedor. El silencio de los sin voz que grita en cientos de voces que se adhieren a la injusticia de pretender acallar a la libertad de expresión que por derecho corresponde a todo ser humano. Por eso, los cubículos de la cárcel, repletos de tortura, se llenarán aún más de: “repletos de dolor, espeso, hiriente, pegajoso, maloliente. Costaba quitarlo de las paredes, de las planchas de metal y los azulejos rotos.” Lo terrible es que esas contrariedades van en aumento y parecen ser verdaderas hordas con hambre de sangre: “Con el tiempo se fueron alimentando del dolor que se acumulaba en el terreno seco. Meses después se volvieron gigantes y sitiaron el edificio.” Parece que toda esta carroña no desaparecerá, antes bien, se van multiplicando por eso se los siente “Por las noches —cuando hace silencio— podemos escuchar a lo lejos el sonido repugnante de sus antenas y su reptar desesperado, buscando como alcanzarnos.”

Un tiempo después las rejas de las cárceles se abrieron para dejarlos vislumbrar la luz del día, la luz de la libertad, si bien asilados en un país extraño, pero libres, aunque ya no sentían si era mejor estar entre rejas o, sentirse extraño en un lugar distante de su entorno. Requeridos de manera constante por periodistas, los llevaban de un lugar a otro. a uno que había perdido el brazo en el intento de huir, le donaron uno: un brazo de plástico, con la mano en un eterno gesto de victoria que mostraba a los paparazzi que nos seguían a las cenas de gala de las embajadas.El encierro lo acostumbró a una vida solitaria, tal es así que: A mí me acompaña una larga cadena de metal que di a hacer. Con ella camino a hacer mis compras y también me sujeta en el parque del barrio, cuando juego damas con los jubiladospobre mente humana convertida en un guiñapo de ser que ya no le interesa pensar, solo actúa porque los otros se lo piden, casi obligado: “En el fondo no me interesa perder un pie, o incluso la pierna, así tendría una excusa perfecta para no salir nunca más.José Enrique Rodó, un gran escritor uruguayo legó a la humanidad la frase: “Los gobiernos que han pretendido sofocar la voz libre de los pueblos, han muerto asfixiados apenas se ha hecho el silencio que apetecían”

La tercera parte titula En la memoria son seis cuentos, que evocan los recuerdos, aquellos que se niegan a morir, peor desaparecer, cuando es suficiente una palabra, una circunstancia que sirve para evocar los recuerdos que se eternizan en la memoria, nos dice el autor: “las memorias que cambian cada vez que las evocamos, que se pierden, que se desvanecen, más allá de estos márgenes.” La vida es el recuerdo perceptible que se niega a ser sepultado. La mente que se detiene para trasladarse al pasado, a los años felices de la imaginación y la fantasía, la que te permitía correr tras una visión y que mejor si fuera hasta la vidriera donde se exponía un juguete de tu preferencia, recordar a Quino, como el padre de la infancia permanente y de la inocente reflexión de una vida que se fue, pero la mente le permite resucitar:

“Detenerte en la última noche en la que te escondiste bajo la cama y no hacer caso al llamado de la cena. Esta vez te quedarás ahí, el tiempo que sea necesario, esperando el momento mágico en el que él finalmente aparecerá.” Porque la magia inocente puede resurgir cuando la mente sueña y hace un viaje en retrospectiva y se vuelve a creer.

La locura es la enajenación de la mente, cuando el ser humano divaga entre la realidad y la fantasía, vive y no vive en la realidad, hasta el punto de creer que es su voluntad la que hace posible sus vivencias, una manía de sentirse todopoderoso, un ser omnímodo, un complejo de Dios: “Luego regreso poco a poco al origen, pero en vez de estar acostado, estoy de pie, escuchándote decir que has descubierto que tu voluntad mueve este mundo y que tus deseos se cumplen.”

La memoria es la que acumula todo recuerdo posible, hechos buenos y malos que vivió la humanidad, por eso el autor titula el cuento El libro de la humanidad, le sirve para recordar las atrocidades que se cometieron durante la segunda guerra mundial y donde se mató a millones de judíos. Es el recuerdo de Ana Frank, hechos condenables por la humanidad para evitar que volviera a suceder: “Será también los libros futuros, esos que guardarán el testimonio escrito de toda nuestra luz y toda nuestra oscuridad.”

 Siete mundos, la cábala del número siete y toda la historia que encierra este número, desde la más antigua, hasta nuestros días, ¿premonición, cábala, magia, superstición o, realidad? Lo cierto es que la desgracia se presenta en cualquier momento y viaja por tierra o aire, pero la sangre dictamina dinastías o familias, estará ahí, recordándonos que ese sello se repetirá cualquier momento. “Qué terrible forma de mi tío de arruinarnos aquel verano a mi madre y a mí.”

La historia es una constante de persecuciones y triunfos del más poderoso, del actor que mejor represente su papel, y Terry Gilliam, fue un creador de la parodia, la farsa y la sátira humana, por eso recuerda Lo que Terry Gilliam me enseñó que la historia está manchada de sangre de los tiranos inhumanos, porque un ser humano es solo un despojo el que no tiene nombre, pero importancia: tu cuerpo desaparece en una bolsa y tu identidad es desechada entre columnas de papel; y que estar en paraíso es derrotar al Caballero Rojo, obtener el Santo Grial y acostarse desnudo a tu lado, en el césped del Parque Central de Nueva York, para contemplar un cielo de estrellas infinitas.

Todo esto es una ironía de la vida, de la que vivimos en todo momento, es la memoria de la inhumanidad, es la memoria que se mantiene en los libros de la historia de todos los tiempos y de todas las culturas que habitaron nuestro mundo. Khalil Gibran, poeta, novelista y ensayista libanés, nos recuerda:” El ayer no es más que el recuerdo de hoy, y el mañana es el sueño de hoy”

La última parte titula Revoluciones son cuatro cuentos, enumerados por la numeración romana, con mayúscula, son cuentos que despiertan la sensibilidad del espíritu de luchador, del que cree en sí mismo y en los demás, pero sobre todo confía en sí mismo: hemos comenzado derrocando al gerente de la cafetería y logramos liberar a los meseros y las donas glaseadas. He llorado de alegría al ver como rodaban deliciosas, proclamando su libertad por las calles. Los meseros desempleados han sido menos expresivos. Por qué a las donas glaseadas, porque es el dulce que rompe la amargura de la boca porque es la ansiada libertad de llevarse el gusto por la satisfacción de no sentir más amargura en el ser. ¿Terrorismo? ¿Manipulación? ¿Cansancio? Parece que las principales oficinas que debían hacerse notar por el bienestar, no funcionaban, estaban como de adorno: Para evitar que nos tacharan de terroristas le hicimos ver a la población que los funcionarios públicos no eran muy distintos a los muebles de una casa y después de cada explosión repartíamos flores y chocolates entre los niños que miraban arder los edificios.Parece ser que la confusión se contagia y, ya nadie responde a conceptos, peor entendimiento razonable y, empezamos por los niños.

Quiénes forman y hacen revolución, los que aglutinan a gente de la calle, no a los que piensan, sino a los que gritan, obedecen, cuando aparece alguien que puede ofrecer comprensión y fe en la comunicación amigable, no sirve, hay que destruirlo: Todos fuimos unánimes en la decisión de embalsamarlo en pleno discurso, inmortalizándolo así para las futuras generaciones, un claro ejemplo de vigor y ética revolucionaria.

La pluralidad de ideales, de formas de pensar, las desigualdades que nos separan, jamás se podrán unir porque se forma el desdén, el odio al que piensa diferente, el rencor por el que tiene otro color de piel, la desigualdad entre hombres y mujeres, etc. Mientras los llamados revolucionarios impongan ideales de separación y diferenciación no habrá acuerdo alguno y no habrá uno, sino cientos de grupos que se miran con odio y rencor, por eso, resignado, expresa el autor: “Dejamos aquella batalla absurda y empezamos a vender camisetas con frases que sabemos que un día engendrarán la única y verdadera revolución.Dijo el gran científico y pensador Albert Einstein: “La revolución me introdujo en el arte, y a su vez, el arte me introdujo en la revolución.”


Equipo de Redacción

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