«Big Bang Bong» de Alejandro Bentivoglio; por Angélica Guzmán Reque

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Angélica Guzmán Reque nos adentra en su sección en la obra «Big Bang Bong» de Alejandro Bentivoglio (Colección Digital de Microficción Iberoamericana, Editora BGR)

Quién mira afuera, sueña; quién mira adentro, despierta”

Carl Gustav Yung

La obra Big Bang Bong del escrito Alejandro Bentivoglio son una serie de microficciones que el dan lugar a la reflexión sobre vivencias diarias y desde distintos espacios donde, el ser humano, vive y siente las circunstancias a que es sometido, ya sea por azar del destino o porque la sociedad lo permite. Así algunos de los cuentos o microficciones nos invitan a reflexionar.

Quién es el señor Waldorff, un ser desconocido, ese ser que admiramos y quisiéramos parecernos, un ser al que jamás conoceremos porque debemos ser lo que creemos ser, no nos parecemos a nadie y, todos y cada uno de nosotros somos seres únicos e irrepetibles. Debemos aprovechar esa esencia que nos diferencia de los demás. Nacimos con una identidad y es misión nuestra alcanzar la gloria de esa imagen que nos refleja el espejo de nuestra interioridad o, como deseamos que nos vean los otros. «Pienso todo el tiempo en el señor Waldorff, aunque no lo conozco. Nunca lo he visto. Realmente no sé quién es. Sin embargo, cada vez que llego a un lugar, sé que él me ha precedido. Nadie tiene que decirme nada, por supuesto.»

Así como el bosque desaparece por la intervención abusiva del ser humano, el ser humano también desaparecerá porque su hábitat es la naturaleza y, no solo se perderá el verdor, sino acallará la palabra y sin palabra, no habrá existencia humana; «Aunque el bosque sea apenas una quimera y las postales de piel humana nos haga pensar en cosas terribles, en costumbres paganas que el tiempo arrastra consigo junto con el sonido de lo que pudo haber pasado, pero que no sabremos porque la palabra es también una forma de silencio.»

La libertad se pierde entre el verde follaje del paisaje y, el mundo que habitamos ya no es un mundo libre porque lo manejan los poderosos, los que nos restringen, nos esclavizan, porque, de qué sirve vivir fuera de las rejas de una cárcel cuando el mundo es un enrejado cruel: «Terminamos en la cárcel. Un guardia nos dio las llaves de la puerta por si queremos escapar. Miramos unos instantes hacia fuera, hacia el pasaje enrejado y luego de darles dos vueltas a la cerradura, ya bien seguros de no poder salir, tiramos las llaves lejos, como quien suelta un pájaro cruel lejos de sí.»

Estamos tan metidos con y las máquinas que no sabemos qué es lo real y qué es un engaño. Somos un engranaje más de esa máquina que nos envuelve y no sabemos dónde está la ficción y dónde la realidad. Seguramente existen esos hilos invisibles que nos manipulan y nos dicen lo que debemos y lo que podemos hacer. Somos maniquíes de un ser poderoso que sabe que hilos mover. Pronto nos dirá que debemos pensar y a quién amar: «Me quedo viendo televisión hasta que un hombre de traje y corbata sale del interior del aparato y hace unos cuántos movimientos para acomodarse el cuerpo. (…) Del bolsillo de su saco extrae un control remoto y presiona suavemente un botón, apagándome al instante.»

La circularidad de la vida. ¿Quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos? probablemente ya nuestras generaciones pudieron haber vivido, Nacemos, vivimos y morimos y jamás existe un desequilibrio, siempre en el mismo sendero: vivencias, amores, desequilibrios, desengaños, otros paisajes, pero caemos en el mismo foso: «Llego al siguiente pueblo y me instalo en una casa exactamente igual a la que abandoné. Pronto sé que yo ya no soy yo. Soy otro. La gente de este pueblo me saluda como si me conociera desde siempre. / Hablan un idioma totalmente distinto al mío. Sin embargo, lo entiendo sin problemas y comprendo que nunca me he movido antes de este momento.»

Los problemas del mundo en que estamos inmersos surgieron en un momento de explosión Del Big Bang. Una explosión catastrófica que no se podía esperar, sino el caos que se avecinaba y, desde entonces, nuestro mundo, no es sino ese desequilibrio en que vivimos, una mente que vive entre una explosión y otra, el mismo afán por el poder y el gusto de maniobrar a la humanidad a su arbitrio, con la única finalidad de crear seres serviles y manipulables: «El psiquiatra hizo una sesión de hipnosis y le pidió al paciente que retrocediera al momento en el que los problemas comenzaron./ Pronto, el consultorio se volvió una explosión de materia que dio origen al universo y que, difícilmente, hubiese podido caber en las notas del especialista.»

Cuántas veces no siempre se encuentra lo que se anhela porque, quizá el mapa de la vida señala un sitio equivocado. Aquello que el corazón anhela es un tesoro, si se tiene la suerte de encontrar el tesoro anhelado, y, de repente, alguien llegó y saqueó ese caudal, ¿Qué hacer? ¿Retroceder? ¿Seguir buscando? Los senderos son muchos y es una suerte si se sigue la de la gallina de los huevos de oro: «Si soy el tesoro por encontrar, ha he sido saqueado. Si construyo el tesoro a cada paso, qué poca cosa. / Si el tesoro está por caer sobre mí, ¡qué suerte la mía la de ser aplastado por sueños y esperanzas!»

La demencia es una alteración de la capacidad cognitiva que impide pensar, o tomar decisiones acordes a la actividad diaria o específica del ser humano. En los encierros, generalmente avanzan en líneas paralelas, lo que, de alguna manera les impide llegar a encontrarse, sin embargo, está la circularidad preparada a propósito, en una circularidad atávica de siempre, sin poder comprender sus alaridos o silencios, igual al cisne que. se dice que canta cuando se encuentra con la muerte: «Los cuidadores sospechan que todos se encontrarán en el medio, en un círculo planeado de antemano. / Ellos son parte de la circunferencia de esta escena atávica de alaridos y encuentros. Al final todos serán parte y la geometría sellará su perfección con el cisne del silencio.»

La invisibilidad es no sentirse bien dónde y cómo este; situaciones que no son aconsejables porque conducen a un discernimiento social, a un aislamiento que pronto lo harán sentir con emociones negativas, como la frustración, la soledad, el vacío y la tristeza que interfieren en su diario vivir, produciendo bajos niveles de autoestima y la falta de seguridad en sí mismo, camino directo hacia el triunfo del fracaso emocional y bienestar social: «Me quedo quieto esperando que nadie me note. Y con el tiempo soy parte de las paredes. O una planta. O una mancha en el techo. La delicada belleza de la humedad. La textura de la pintura. El cable del teléfono. El sonido de una llamada. / Una conversación. Alguien que pregunta por alguien. Pero acá no hay nadie. Y todos se sienten más aliviado«.

El mundo está poblado de personas egoístas y narcisistas, de aquellos que son incapaces de ver el triunfo de los demás. Son seres que solo valoran a las personas que les rinden honores, como el ser que dio el origen a esta forma de sentirse entre los demás. No admite críticas, solo vive para sí mismo y se alimenta de elogios y alabanzas: «Se come a sí mismo. Se encuentra delicioso. Ni siquiera necesita cocinarse bien. No deja nada a los demás. (…) Algunos dicen que solo es un caníbal narcisista. Otros admiran la capacidad de amarse a sí mismo. Hay algo de odio, de asco también. Se odia como para querer todo de él. Pero las últimas palabras se ahogan con un poco de agua y las migas restantes no constituyen ni siquiera una idea vaga de lo que alguna vez fue el cuerpo entero».

Amigo lector encontrarás muchas otras microficciones que, seguramente te invitarán a la reflexión, pero positiva porque en la vida hay ingredientes que alimentan el alma y el cuerpo, como son la esperanza y el amor propio, todos están conectados directamente con nuestra capacidad de dar y recibir amor.

El gran actor e inolvidable Charles Chaplin, son dejó una reflexiva frase, ideal para todos nosotros: «Cuando me amé de verdad, comprendí que, en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre: autoestima».

Equipo de Redacción

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