5 poemas de Belén Mateos

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Cinco poemas de la poeta Belén Mateos.

El agua alcanza mi mano,
sobrepasa la cintura,
desborda mi sexo,
bebe de los pechos del alba.

Mi vientre descubre el clímax,
amanece en tu verbo,
se extravía en tu metáfora,
sinalefa en el olor de tu cuerpo.

Un pájaro se posa
en el alféizar del crepúsculo.

Tengo sed de tu palabra.


Suena la sombra,
la hierba recién cortada,
la raíz, el vidrio, la cebada.

Clama la tormenta,
la espuma del bosque,
el ámbar del cristal.

Gime la voz,
abril y sus nubes,
las ramas de agosto.

La muerte viviendo
en otoño,
en el ramaje desnudo
de piel.

Se escribe con líneas torcidas
la cicatriz de la vida.


Un nuevo día asola la temprana muerte,
el fulgor escondido entre balcones,
la savia de un aplauso con sabor húmedo a silencio.

Una máscara bosqueja la sonrisa,
el abismo de lo omnipresente,
la telaraña de una cortina
corrida en la soledad de la intemperie.

El aire nos penetra en el alma,
igual que ese pájaro que se posa en el derrame
de la ventana,
igual que la incertidumbre al cobijo de nuestra sombra.

La distancia es condena en la piel
que nos ama,
en la injusticia descalza de huellas
y vacía de germen.

El verbo se hace tormenta y
nuestro cuerpo verso de espera.


Es tiempo de muerte,
de campos huraños,
de frustración en el canto de la palabra.

Es tiempo de rutina,
de tierra en un barbecho perpetuo,
de morada desprovista de cortinaje.

Es tiempo de pájaros sin nido,
de golondrinas sin ventana,
de cigüeñas sin linaje.

Es tiempo bosquejado,
ostracismo insolente,
cristal en el palio de nuestra indolencia.


Tatuar en su piel virgen de palabra
la imagen inconexa de una voz consumida
en el perfume de una ginebra.

Arañar la piel
con la brizna de un verso,
con el pálpito lacerante de una tierna cicatriz.

Mudar el color inyectado en el inexplorado cuerpo,
en el cristal bañado de virtud,
en el verbo inmaculado de la tinta.

Pigmento dibujado en el principio de la vida.

Belén Mateos

Equipo de Redacción

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