5 poemas de «Alas de trapo» de María Sangüesa

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Cinco poemas de «Alas de trapo» el nuevo trabajo publicado de la poeta María Sangüesa por Huerga y Fierro

UN TONO AZUL CASI TRISTEZA

II

Recuerdo todavía

mi risa adolescente y tus poemas

escritos bajo un viento de jazmines

que empujaba tus velas mar adentro

para sentir un soplo de aventura

sobre la piel turgente del ensueño.

Todo era añil y casi libre.

Nunca pensamos en finales

ni tampoco encallar contra la vida.


VIDA ENTRE PRECINTOS

III

De nuevo este vaivén de una mudanza

con mi vida cautiva entre precintos.

Hay frías etiquetas que rotulan

mi música, mis libros, mis vivencias

y su largo desfile de recuerdos.

Vinilos con sus ecos

de bailes clandestinos y unos pasos

calzados en tacones inestables

que jugaban un rato a ser mayores

en medio de ilusiones y guateques.

Algún libro imborrable

con márgenes rayados y unos pétalos

de flores atrapadas en sus páginas

con toda su frescura adolescente.

Viejas fotografías testimonian

instantes luminosos de un ayer

posado sobre el tiempo

desde un cliché perdido en añoranzas

que asoma su sonrisa a mi presente.


ALAS DE TRAPO

IV

Si pudiera juntar estos retales

de las muchas vivencias que me arropan

y entretejer sus parches con historias

en una colcha llena de colores.

Si lograra coser tantos remiendos

encajando en costuras cada trozo,

obtendría un patchwork como cobija

con todos estos restos de existencia.

Si en ella sujetase algunos vuelos

prestados por mis ángeles guardianes

y entrelazase hilvanes de inocencia

con varias escapadas tras sus pasos.

Quizá conseguiría mis dos alas,

aunque fuesen de trapo y no sirvieran,

para soñar que alcanzo el infinito.


PÉTALOS DE FUEGO

VIII

Con sus ojos abiertos en la orilla

de esta noche borracha de luceros,

un náufrago expiró sobre la arena

con sus manos crispadas en la nada.

Nadie sabrá su nombre ni quién era.

Un refugiado más, un sin papeles.

Anónimo retrato en un archivo.

Un número de suma y sigue

sobre un legajo de expedientes.

En otro punto del planeta

aguardarán los suyos sus noticias

con la promesa viva de una carta.

Después de muchas lunas y silencio

creerán que fue un ingrato

que, al conseguir triunfar en Occidente,

no quiso recordar su tierra herida

ni el ácido sabor de sus raíces.


SIN MANSEDUMBRE NI RENCORES

II

Tengo que revivir miles de cosas

para poder contarte lo vivido.

Los dolores plegados como paños

en los estantes de mi almario.

Los cercos negros de unas lágrimas

entre pañuelos rezurcidos.

Unos marcos carentes de esas fotos

borradas por los viejos desafectos.

Las medias traspasadas por engaños.

Esos guantes deshechos por el frío

que atería mis manos desoladas.

Los bolsillos comidos por gusanos

que fueron mariposas hace tiempo.

Tengo que revivir miles de cosas

para poder contarte lo vivido.

El sol que se colaba sobre el alma

cuando abría los postigos de mis sueños.

Los libros que llenaron soledades

para salvar mi psiquis de delirios.

Los árboles plantados que enraizaron

donde nunca arraigaron mis raíces.

Los vuelos que sembraron de horizontes

la celda en que quisieron confinarme.

Y páginas de tinta clandestina

escritas en cuadernos de esperanza

a golpe de coraje y unos versos.

María Sangüesa

Equipo de Redacción

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